El enorme galpón guarda botes nuevos y viejos, algunos dados vuelta en sus soportes, otros embalados y con aspecto inmaculado. No están todos porque afuera, en el estacionamiento del Club de Remeros Mercedes, un trailer tiene preparadas las embarcaciones que irán a competir a una de las fechas del campeonato nacional. Saliendo del galpón hacia la derecha la atracción es irreversible: el río Negro funciona como una especie de imán que todo lo quiere. No faltará mucho, porque en el agua siempre es más temprano que tarde, para que alrededor de 30 chiquilines y chiquilinas vayan a remar.

En el galpón está Marcelo Trigo, mercedario y vinculado al remo desde siempre, primero como remero y ahora como entrenador principal del club. Alto, con físico atlético, luce un gorro de los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro 2016, lentes negros y ropa de profe. Serio, con convicción en su trabajo, es el hombre que nos empieza a contar por qué y para qué nació el programa Rema Mercedes.

“Hace dos años que trabajo en el Remeros. Anteriormente estuve como entrenador en varios clubes en Fray Bentos y Montevideo, y en 2012 también participé en un proyecto de la Federación Uruguaya de Remo con las selecciones junior. Ahí empecé a involucrarme un poco más en el desarrollo del remo, a pensar en masificarlo. Esto último tiene mucho que ver con Rema Mercedes. Cuando llegué al club vi la oportunidad de generar algo parecido, pero a nivel de club. Tras esos dos años, le presenté a la directiva un análisis de cómo fueron esos años, cuál era la visión del remo de Mercedes, planteando objetivos generales y específicos para, a partir de ahí, crear un plan estratégico”, dice Trigo.

¿Qué demostraba ese análisis?

-Decía que más allá de los resultados, de ser campeones uruguayos después de 22 años de no lograrlo, teníamos dos problemas: uno es la constante migración de los remeros a estudiar a Montevideo o Paysandú, motivos por los cuales perdíamos pese a tener una muy buena cantera, o “fábrica”, como me gusta decirle; el otro problema es que trabajábamos con lo que nos caía al club. Entonces, si nosotros queremos tener un plantel de alta competencia y mejorar el nivel competitivo, porque la historia de Remeros manda eso -sin descuidar el remo recreativo o social, porque acá viene gente a remar por placer y es importante-, teníamos que hacer algo distinto.

La respuesta era sencilla: había que salir a captar chiquilines afuera.

Al agua, pato

Rema Mercedes, que primero fue una idea, luego un proyecto y ahora es un programa que marcha fuerte, consta de tres fases: scouting, desarrollo y proyección olímpica.

“Cuando comenzamos con el scouting había mucha expectativa y también incertidumbre”, manifiesta el entrenador costero. “Cuando el club nos ofreció 100 becas nos pareció importante, pero la vara podía estar muy alta. ¿Mirá si se anotaban 20?, o peor, ¿si íbamos a las clases, contábamos el proyecto y nadie se anotaba? Porque lo que uno escucha en todos lados es “los chiquilines no quieren nada, no son los tiempos de antes, tienen otras distracciones”. Pero la realidad marcó otra cosa. Los hechos nos dijeron que si vos tenés un proyecto serio, bien vendido y demostrás que atrás hay contenido, los chiquilines están esperando eso porque ellos quieren, esperan hacer cosas. No a medias, sino con todo”, agrega Trigo.

Como el primer objetivo del programa son los Juegos Olímpicos de la Juventud de 2018, el equipo de trabajo de Rema Mercedes fue a los tres liceos públicos de la ciudad, al colegio San Miguel, la escuela agraria y las dos UTU mercedarias a buscar jóvenes de entre 13 y 16 años. Estudiantes por una (otra) sencilla razón: “Una carrera deportiva tiene que estar acompañada de lo académico, porque si no, a la larga, se genera un problema. Si deja de remar, ¿adónde va?”, remarca Trigo.

Durante ese período de presentación del programa a los jóvenes, el club apuntó sus baterías a ello: puso un equipo de marketing a disposición, un spot publicitario con pantalla gigante en el centro de la ciudad, imprimió folletería, puso los remoergómetros a la orden de la práctica. Se generó ruido, mucho ruido y del bueno, cosa de que todo el pueblo supiera de qué se iba a hablar cuando se hablara. Y pasó: en cada clase a la que asistieron los profes del Rema Mercedes ya tenían el remo presente. De la nada, al presente.

“Nos sorprendió gratamente. Fue impresionante. Más de 35 charlas durante dos semanas y media. Primero fuimos con el proyecto a hablar con los directores de los liceos. Mostramos la idea, los beneficios, y todos se involucraron. Eran más de 2.000 jóvenes a los que les podíamos llegar, y así fue. Les llegamos. Ellos tuvieron la chance de tener la experiencia. A partir de ahí se inscribieron 400. De esos que llenaron el formulario, porque cada charla terminaba con un ‘esto es para ustedes, muchachos’, llegaron a la Plaza de Deportes 320 gurises, citados en diferentes turnos para hacerles una evaluación sencilla y que nos arrojara datos que evidenciaran que un chiquilín tenía algo diferente a otros. Primero fue la talla, la altura, el peso, la envergadura, más un salto en potencia, una carrera de 50 metros de velocidad, y remoergómetro de 30 segundos que nos daba el pico máximo de potencia. No fue fácil elegir a 100 chiquilines de 320. Tuvimos que hacer un análisis minucioso para seleccionar. Fue la parte más difícil, no queríamos dejar a nadie afuera. Muchos nos decían ‘yo quiero, elegime, cómo hago’, pero bueno... es así. Nos quedamos con 100: 50 varones y 50 mujeres. Con eso empezamos la segunda fase, que es reconocer que ya no es un proyecto y sí un programa que arrancó y funciona”, resume Trigo.

Puesta en marcha

La fase de desarrollo implica muchas cosas. Por un lado, lo más importante: un equipo multidisciplinario para llevar adelante la tarea. Enrique Hourcade es el profesor de educación física con el que se planifica la metodología de trabajo. Además, al frente de los entrenamientos están el propio Trigo y los profesores Matías Montouto y Luis Peixoto, el entrenador idóneo en remo Pablo Camesasca y el psicólogo deportivo Sebastián Cardozo; más adelante también se trabajará con un médico nutricionista.

Los participantes en el programa llevan un mes y poco de trabajo. Los 100 chiquilines fueron divididos en tres grupos: uno trabaja los lunes, miércoles y viernes de mañana; otro, los mismos días pero de tarde, y el restante va los martes, jueves y sábados de tarde. Según cuenta Trigo a la diaria, en esta primera parte están aprendiendo a manejar el material, a dominar la técnica del remo y haciendo una preparación física general.

El tiempo no para. Dentro de poco llegará otro corte de chiquilines, y seguirán en el programa 30 mujeres y 30 varones. Está previsto que los 40 que deban abandonar no dejen la actividad y pasen a formar parte de la Escuela Municipal de Remo, siempre manteniendo la chance de reingresar en el programa si los entrenadores -que los seguirán monitoreando- convengan que alguien se haya superado. “Son etapas difíciles de evaluación y elección. Pero no hay que olvidarse de que el programa es de detección de talento. Es lo que estamos buscando”, argumenta Trigo.

La idea primaria del Remeros es que el 26 de noviembre, día en el que el club costero recibirá una fecha del torneo nacional de remo, los integrantes de Rema Mercedes tengan una regata entre ellos, por fuera de la actividad nacional, como para ir sintiendo lo que es participar en una competencia de estas características. Siguiendo con lo planificado, en enero de 2017 se producirá el corte definitivo de 15 mujeres y 15 varones con quienes se va a comenzar la fase 3 del programa: la proyección olímpica. Además, los 30 formarán parte del plantel del club y competirán en las categorías menor y junior.

“Mercedes tiene un lugar natural ideal. Por algo el equipo olímpico de Cuba vino a prepararse acá. Estamos muy acostumbrado a verlo, lo tenemos todos los días y nos parece normal. Pero realmente tenemos un entorno ideal para la práctica de este deporte, además de un club con la infraestructura acorde. Hay que acompañar esas bondades con una reapertura al remo. Da trabajo y hay que involucrar gente, pero hay que hacerlo de alguna manera. ¡Si no hay apuesta, no hay nada! Ya estamos cansados de quejarnos y de decir lo que nos falta. Vamos a agarrar lo que tenemos y hacer con eso. Si queremos tener deportistas hay que salir a buscarlos adonde sea, porque hay gente que no tiene las posibilidades económicas y nunca te va a llegar”, finaliza el entrenador.

Y sí: no hay locuras, hay que ponerse a entrenar. Allá los próximos Juegos Olímpicos y acá el camino a transitar. De antemano no se puede estar seguro de la calidad, pero en el ensayo están las certezas. Esto funciona desde la primera a la última remada, porque el premio es saber querer.