Nada de meterse atrás para contragolpear ante un rival que lideró el torneo durante varias semanas y llegaba al partido como escolta. Fénix ganó 4-1 ayer porque salió a morder a Danubio en cada rincón del Parque Capurro y porque disputó la pelota con un juego áspero que tuvo al chocador Lucas Cavallini como abanderado.

Los muchachos de Rosario Martínez recuperaron la identidad perdida en las tres etapas anteriores, pautadas por derrotas coincidentes con un período de 20 días durante el cual se entrenaron por cuenta propia debido a un atraso salarial que el club subsanó parcialmente a mediados de la semana pasada. La incomodidad franjeada se acentuó por el mal estado del piso y quedó expuesta tempranito: sólo iban 27 minutos cuando los albivioletas sacaron tres goles de ventaja e hicieron pedazos el sueño ajeno de campeonato.

El director técnico capurrense pensó el partido cancha arriba. Puso a Fabián Estoyanoff y a Agustín Canobbio a jugar al lado de Cavallini, para que el equipo quedara con tres puntas y forzara el mano a mano ante igual cantidad de defensores. Los zagueros visitantes sufrieron cuando los encararon y debieron dar la cara con frecuencia, porque el mediocampo no pudo con la agresividad locataria. El volante Fernando Sellanes fue el mejor socio de los de arriba. El Lolo abrió la puerta a los 9 minutos, cuando ganó espalda y metió un buscapié que fue interceptado por Cavallini. Fue el primer gol. El segundo cayó apenas seis minutos después y tuvo el sello de la pelea dentro del área. De golpe, un remate sorprendió al arquero Michael Etulain, e Ignacio Pallas tomó la segunda pelota para convertir. El tercero fue de Cavallini, que tiró de lejos y se benefició de un rebote.

Danubio peleó por su vida con cambios y juego por la derecha. Ahí estuvo Jorge Graví, que volvió a recorrer kilómetros pero no pudo asistir bien: habitualmente buscado por Marcelo Tabárez, que reapareció como titular tras mucho tiempo y se posicionó como enganche, el volante diestro vio cómo sus centros fueron sistemáticamente cortados por el arquero Darío Denis o por los zagueros. Esa fue la otra fortaleza capurrense. Además de tener presión, profundidad y contundencia, Fénix volvió a ser dominante en el juego aéreo defensivo. El partido se lo reconoció a Pallas con dos tantos. Además de marcar el segundo de los capurrenses, el defensa central hizo el cuarto tras tomar otro rebote posterior a una atajada. Fue apenas un minuto después de que Tabárez descontara. Pero a los albivioletas no les hizo ni cosquillas.

Danubio no pudo frenar una caída que se gestó varias semanas antes. Con el de ayer, llegó a cuatro partidos sin ganar. Sólo sumó dos de los últimos 12 puntos disputados. Los cambios de integración y hasta de sistema no dieron con la tecla una vez que el equipo perdió aquella condición de invencible, forjada en varios trámites resueltos tras adversidades. Ignacio González entró temprano, cuando ya llovían los goles ajenos. El segundo cambio también se produjo rápido, porque Joaquín Ardaiz sufrió un pequeño esguince y tuvo que irse antes del descanso.

El director técnico Leonardo Ramos no se merece los insultos oportunistas del puñado de hinchas que en un momento se fue contra el tejido. Con un plantel inferior a los de otros tiempos, peleó el Campeonato casi hasta el final y aseguró la clasificación para la Copa Sudamericana del año que viene. Pero algunos futboleros uruguayos son así: cuando un equipo supera las expectativas, lo terminan recordando más por lo que le faltó que por las alegrías precedentes.