La Segunda División Profesional se apronta para disputar las últimas dos etapas de la temporada, con la importancia que ello conlleva por los ascensos en juego. En lo deportivo, dentro de la cancha el curso es aparentemente normal, porque cuando empieza a girar la pelota los futbolistas-trabajadores se olvidan de todos sus problemas y apuntan hacia el arco contrario, como los hinchas, a quienes poco les importa la situación que vivan los que se ponen la camiseta de sus amores.

En las últimas horas el Club Sportivo Miramar Misiones fue protagonista de un hecho particular y confuso. A fines de abril, el equipo de Villa Dolores viajó a Sarandí Grande para enfrentar a Canadian en el estadio Batalla de Sarandí de la ciudad floridense. Como protesta por las condiciones laborales existentes en la mayoría de los clubes de la B, los jugadores decidieron taparse los ojos, en un hecho que no obedeció a las condiciones de la cancha, como desde algunos lugares se quiso transmitir. El tema motivó declaraciones cruzadas, sobre todo entre algunos futbolistas de Miramar y el alcalde de Sarandí Grande, Cayetano Stopingi.

Una vez aclarado el caso, los demás equipos siguieron manifestándose como lo hizo el plantel de Miramar -los jugadores de Central Español y Rampla Juniors se taparon la cara el sábado- e incluso desde la Mutual Uruguaya de Futbolistas Profesionales (MUFP) se trasladó la idea de que en cada partido los primeros segundos serían de toques inofensivos entre los dos equipos. Y se cumplió.

Cómo quiero que me mandes un mensaje

En la mañana del martes, en el entrenamiento de Miramar en el Parque Luis Méndez Piana, el plantel se negó a entrenar después de que se enteró de una medida tomada por el director técnico Ruben Toto Giménez. El técnico anunció que Santiago Suárez, Alejandro Siles, Nicolás Mezzetta, Nicolás Schenone, Nicolás Raguso, Matías Toma y Agustín Lucas serían separados del plantel.

Esa misma noche, la Comisión Directiva del club cebrita decidió emitir un comunicado en el que respaldaba a los futbolistas y anunciaba que Giménez no continuaría siendo el entrenador del club.

En conversación con la diaria, el zaguero Agustín Lucas dijo que la situación no sólo es confusa para los que la vemos desde afuera. “Hay cosas que no quedan del todo claras; yo me enteré de la decisión del entrenador por un mensaje de texto que llegó desde la dirigencia del club. Eso fue el lunes a las 13.00, y fuimos varios los que recibimos el mensaje”.

El martes, a pesar del mensaje de texto recibido, todos los futbolistas se presentaron a entrenar, ya que la comunicación de separación del plantel tiene que llegar mediante una carta legal sellada y firmada por el club. “Cuando recibí el mensaje de texto quedé completamente sorprendido por la actitud de resolver las cosas así, sobre todo cuando hay un conocimiento de tantos años. En general, las cosas no se manejan de esa manera”, dijo Lucas, quien agregó: “Es más fácil apuntar a uno y generalmente se le apunta al que abre la boca y dice las cosas. Yo por lo único que pugné fue por los derechos de nosotros como jugadores de fútbol, como personas, y sobre todo como compañeros de trabajo”.

Quedan dos etapas para el final de la temporada, y luego llegará un largo receso para que comience un nuevo torneo. La incertidumbre siempre es mayor en la B, donde las deudas de los clubes y los atrasos en los pagos son moneda corriente. De hecho, durante el presente torneo varios planteles de la divisional han tomado medidas por problemas vinculados a los pagos de sus haberes y a las condiciones laborales.

“En Miramar hay mucha gente que labura desde hace muchos años”, asegura Lucas. “Lo que pasó en Sarandí Grande tocó la sensibilidad de varios, sobre todo de los hinchas que están en la dirigencia, porque es un club dirigido por hinchas. El problema es más general: al jugador no se lo escucha, a pesar de que es el actor principal de toda esta movida. Hubo cambios porque se fue el técnico y hubo un respaldo de parte de la dirigencia para con este plantel de jugadores. Más allá de lo que pueda cambiar en estas dos semanas que quedan, lo más importante es que muchos flashes van a quedar resonando dentro de cada uno. Me parece que creceremos como personas, seres sociales, políticos y actores de un deporte tan grande y hermoso como el fútbol”, dijo el zaguero.

La salida de Giménez dejó a Fernando Harry Álvez como entrenador de los monos para hacerse cargo del plantel en los últimos dos encuentros del torneo, un hecho un tanto extraño, ya que el ex golero de la selección era el asistente del cuerpo técnico anterior. Según Lucas, “Álvez siempre se mantuvo al margen de las decisiones del técnico, pero la realidad es que formó parte del cuerpo técnico. Hay que ver ahora qué pasa y cómo se relaciona con el grupo. No se puede hablar de antemano. Lo importante -porque me han llamado algunos medios para responder algunas declaraciones que ha hecho el director técnico- es que hay códigos que son ancestrales y que yo no rompo. Me crié con jugadores de fútbol que me enseñaron códigos de barrio y de vestuario que tomo como principios. No se puede salir a hablar de las cosas que pasan dentro de casa”.

Todo este proceso, según Lucas, ha sido muy positivo para el plantel por el aprendizaje y por el reconocimiento de la gente. “Lo que primó entre nosotros fue la democracia, porque las cosas siempre se conversaron en grupo y se resolvieron mediante votación. Algunos éramos portavoces del grupo, y creo que eso está bueno, es sano que pase eso. Se instaló entre nosotros la costumbre de levantar la mano, votar, intercambiar opiniones, debatir y dialogar, y eso tiene una riqueza fundamental”, sentenció.