La situación política de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) es digna de una de película de Martin Scorsese o de un guion escrito por George Martin. A casi dos años de la muerte de Julio Grondona, la vida institucional de la AFA no sólo no se normalizó, sino que está más descontrolada que nunca. Con el río revuelto, los pescadores se desesperan por llevarse su ganancia, en una pelea que involucra a sindicalistas, jueces, políticos, magnates televisivos, dirigentes del fútbol en general, la FIFA, la Confederación Sudamericana de Fútbol (Conmebol) y hasta el propio presidente de la Nación.

Mauricio Macri, el mandatario argentino, comenzó precisamente su carrera política en el fútbol, como presidente de Boca Juniors, a fines de los 90 y hasta mediados de la década pasada. Su proyecto más ambicioso fue, entonces, el fallido intento por insertar las sociedades anónimas en el fútbol: que los clubes dejaran de ser asociaciones civiles comandadas por los socios, para ser empresas manejadas por gerentes.

Grondona, que no quería a los privados porque le quitarían poder, se lo impidió y generó lo que Macri reconoció más tarde como su “peor derrota política”. Pero el último 10 de diciembre, Macri llegó a la presidencia argentina y en Boca logró la reelección Daniel Angelici, su alfil en el fútbol y en la Justicia.

Con ese poder, Macri vuelve ahora a la carga con su vieja ambición y la conformación de una liga que toma como modelo a la española, lo que le permitiría por fin ingresar las sociedades anónimas a la conducción de los clubes. Ese es el foco del incendio en la AFA, que se aviva con los manejos turbios y el descrédito de los dirigentes históricos del fútbol argentino.

Luis Segura es el actual presidente de la entidad. Se lo vio el lunes en Estados Unidos saludando a los jugadores de las selecciones de Chile y de Argentina, antes del partido debut de ambos en la Copa América Centenario. Por estos días, su figura presidencial es casi testimonial y no se descarta que pueda renunciar. A fines del año pasado, Segura peleó mano a mano con Marcelo Tinelli en las elecciones de la AFA. Pero un bochorno electoral (con 75 asambleístas, el resultado fue 38-38, o sea, se contó un voto de más) hizo que se pospusieran para el 30 de este mes. En ese lapso, Segura perdió todo su poder. Antes, había sido presidente de Argentinos Juniors y hombre de confianza de Grondona, que lo designó vicepresidente de la AFA. Ante el deceso de don Julio, quedó como presidente interino. Desde que Macri llegó al poder, todo fue de mal en peor para él. La jueza María Servini de Cubría puso todo su empeño en la investigación de las irregularidades en el manejo del dineros de Fútbol para Todos, una causa que complica a Segura, quien, acorralado, intenta que pasen rápidamente sus últimos días en la AFA. No son pocos los que señalan que detrás de la avanzada judicial está el actual presidente de Boca, Daniel Angelici, el principal operador del macrismo en el fútbol y en la Justicia federal.

Marcelo Tinelli, el conocido conductor televisivo, desembarcó en el fútbol hace un par de años como vicepresidente de San Lorenzo. Él mismo eligió ese puesto y colocó a Matías Lammens como titular del ciclón. Una gestión muy exitosa le abrió paso en la AFA, y el año pasado logró que se “reviera” una parte del estatuto de la entidad para poder presentarse a elecciones, pese a no contar con la antigüedad requerida para tal fin.

El Cabezón se sintió burlado en aquel fallido sufragio, pero lo conformaron con una vicepresidencia. Cuando apareció la posibilidad de la Superliga (imitación del modelo español), Tinelli se encandiló con un puesto que lo seduce más que el sillón principal de la calle Viamonte: presidir la Superliga. La semana pasada, luego de presentarse nuevamente como candidato, se bajó de la carrera y renunció a su puesto en la AFA, en el primer paso de una ola de dimisiones que podría continuar en la reunión del Comité Ejecutivo que se realizará hoy.

El formato de la proyectada Superliga es ideal para la estrategia de los clubes grandes, ya que se trata de la separación de los clubes de Primera y de Segunda de la entidad madre, que delegaría la organización y explotación de esas categorías a ese grupo de clubes; es decir, romper con la AFA (ahora o después) es un paso inevitable. Por eso, los grandes amenazan con hacerlo de todas formas. La Superliga también interesa mucho al poderoso multimedios Clarín, aliado de Macri, que pretende volver a poseer los derechos televisivos, perdidos durante el gobierno kirchnerista con la implementación del programa Fútbol para Todos. El otro que puja por entrar al negocio es Ted Turner, el magnate de la CNN, pero Clarín no descarta asociarse con el gigante estadounidense.

Angelici corre con el caballo del comisario. Además de ser el hombre de Macri en el fútbol y de tener peso en la Justicia, sus vínculos con el Servicio de Inteligencia del Estado (ex SIDE, actual SI) son aceitados: su vicepresidente en Boca, Darío Richarte, fue un hombre fuerte en ese organismo en épocas pasadas y, con el macrismo, volvió a colocar a gente de su riñón en lugares clave. Sabe que debe aprovechar este momento de debilidad institucional para llevar a cabo su misión y cumplir así con el anhelo de Macri. Debe hacerlo con Segura debilitado y antes de las elecciones del 30 de junio. Hoy, él tiene el poder. Mañana, no lo sabe. Su principal aliado es Lammens, quien ya adquirió vuelo propio y juega a dos puntas con Tinelli y Angelici. Tinelli también es aliado del presidente boquense en esta historia, pero ninguno de los dos confía en el otro. Los otros peces gordos que lo apoyan son Rodolfo D’Onofrio, presidente de River Plate, Víctor Blanco, de Racing, y una docena de otros dirigentes de menor peso. Es una minoría con mucho poder. Todos ellos podrían efectivizar sus renuncias hoy.

El problema que tienen es que no cuentan con los votos para imponerse. Angelici, entonces, realizó un ataque arriesgado: logró una pseudo intervención judicial en la AFA por intermedio de la Inspección General de Justicia (IGJ), controlada por su amigo Sergio Brodsky. La IGJ suspendió las elecciones la semana pasada y designó dos veedores, que se sumarán a los tres que ya había asignado Servini de Cubría. Además, llegarán emisarios de la FIFA y la Conmebol. La jugada es peligrosa porque si estas entidades no compran la versión de Angelici, Argentina quedará fuera de toda competencia internacional, y nadie quiere pagar ese costo político.

La mayoría menos poderosa pero igual de ambiciosa -y la que cuenta con los votos necesarios para imponerse en la asamblea de la AFA- es liderada por el sindicalista Hugo Moyano, presidente de Independiente, y por su cuñado Claudio Tapia, mandatario de Barracas Central, un pequeño club del ascenso. Las categorías menores del fútbol argentino juegan un papel central. Se mueven en bloque porque así logran mayoría, y hoy están encolumnadas detrás de Moyano y Tapia, quien también cuenta con el apoyo de otro bloque: las ligas del interior del país, que se unen para ganarle terreno al centralismo porteño. El tándem Moyano-Tapia, entonces, cuenta con mayoría y ganaría fácilmente las elecciones.

En una tercera posición aparecen Armando Pérez, de Belgrano de Córdoba, y Nicolás Russo, de Lanús. Pérez fue gerenciador de Belgrano y luego elegido presidente. Es otro de los candidatos para el 30 de junio y el único que no tomó partido ni por Moyano ni por Angelici. Russo, en tanto, es el presidente de Lanús, un club modesto que mantiene sus finanzas en orden y es el actual campeón del fútbol argentino. Russo también se postula para el cargo mayor.

Moyano hizo el camino a la inversa de Macri: pasó de la política al fútbol. Moyano es el sindicalista más fuerte del país desde hace casi dos décadas. Desde 2000, es secretario general de la Confederación General del Trabajo, entidad que abandona ahora para dedicarse de lleno a la AFA. Pero podría quedarse sin el pan y sin la torta. Además, estalla de bronca al sentirse traicionado por Macri.

La relación Macri-Moyano es esquizofrénica. Durante gran parte del kirchnerismo, el líder camionero fue muy crítico con el actual presidente. Luego de la pelea del sindicalista con Cristina Kirchner, terminaron como aliados: “Gobernaremos con mucho apoyo sindical”, había dicho Macri en campaña, entre abrazos con Hugo. En ese momento, el pacto incluyó la Superintendencia de Servicios de Salud para el camionero, que así consiguió manejar la cartera de las obras sociales. Luego del cambio de gobierno, el líder sindical optó por una postura pasiva ante los miles de despidos en todo el país. Pese a la alianza estratégica, el empresario y el sindicalista son rivales por naturaleza. Tal vez por eso a Macri no le gustó nada la posibilidad de tener a Moyano en la AFA. Este divorcio político derivó en una denuncia millonaria de Moyano al gobierno, producto de una deuda por obras sociales. El macrismo prepara el terreno judicial para atacar vía Oca, entidad de servicios de correo cuya propiedad muchos le adjudican al camionero, por intermedio de un testaferro. La denuncia incluiría además vínculos con el tráfico de drogas.

Moyano quiere que las elecciones se hagan en la fecha que estipula el estatuto, y Angelici quiere imponer antes la Superliga. Para lograrlo, ambos están dispuestos a todo. Los grandes ya avisaron que la Superliga será anunciada el 21 de junio. La idea es que la intervención legal no se realice y, por el contrario, demostrar acefalía en la AFA para que a la FIFA y la Conmebol no les quede otra opción que aceptar la intervención transitoria, en pos de la transparencia en el manejo del dinero (un tema sensible para la FIFA en estos días). Para eso, también se preparan las renuncias. “Esto fue una maniobra para vaciar la AFA […] Esto es una intervención encubierta. Pareciera que avalan la falta de democracia. En realidad, hace dos años está intervenida la AFA, por la administración que llevan Angelici y Lammens”, disparó Moyano, y siguió: “Queremos democracia en el fútbol. Ahora que la estábamos por poner en práctica no nos deja el gobierno. Pero yo no le tengo miedo a Macri”.

El contraataque de Moyano llegará esta misma semana. Con el reparto entre dirigentes afines de los cargos abandonados por los grandes, intentará demostrar una imagen de institucionalidad a los veedores de la Justicia, de la IGJ, de la FIFA y de la Conmebol. Además, Moyano y Tapia presentarán recursos de amparo ante la Justicia para lograr una medida cautelar que les permita celebrar las elecciones. Moyano no teme ir con el camión de frente hacia la FIFA y hacer explotar la bomba en la cara del gobierno, si es lo que se requiere para su llegada al poder. Una reunión conciliadora entre Macri y Moyano estaba pautada para el sábado, pero fue suspendida por el problema de salud sufrido por Macri.

Tal vez la concreción de esa reunión sea el puntapié inicial para encontrar una salida más pacífica.