La banda argentina Bersuit Vergarabat se hizo conocida a fines de los 90 y principios de los 2000 gracias a sus letras incendiarias en las que denunciaba al menemismo relacionándolo con el narcotráfico, la corrupción y la represión. “No fue sólo eso, también estuvo el tema de los piyamas”, aseguró en una entrevista Gustavo Cordera, el vocalista de la banda. Cordera emprendió una carrera solista en 2009, pero la mayoría de sus temas no lograron la difusión que tuvieron los hits de su antigua banda, con excepción de “La bomba loca”. “Mi letra no fue comprendida por el gran público. Cuando hablo de la bomba loca me refiero a la que hay que poner para destruir este sistema que oprime a los pueblos indígenas. Parece que hoy en día no se puede ser revolucionario y poeta”, afirmó en una entrevista a la revista Rolling Stone.

Hace pocos días, la polémica volvió a rodear al cantante, tal como ocurría con frecuencia durante el auge de la Bersuit, aunque esta vez no se debió a la letra de una canción, sino a unas declaraciones que formuló durante una charla en una escuela de periodismo. “Hay mujeres que necesitan ser violadas para tener sexo, porque son histéricas y sienten culpa por no poder tener sexo libremente. Si yo tengo algo bueno para darte puedo desvirgarte como nadie en el mundo. A mí hablame de cómo te sentís y te entiendo, pero si me hablás de los derechos no te escucho porque no creo en las leyes de los hombres, sí en las de la naturaleza”, disparó.

Luego de haber recibido fuertes críticas, el músico brindó una entrevista en la que dijo que se sentía “un pelotudo”. Algunas horas después, explicó en un comunicado en su página de Facebook: “Si les hubiera puesto música a las pelotudeces que dije, no sólo no hubiera habido polémica, sino que a lo mejor hasta metía un hit. Fue un ejercicio de composición. Eso me pasa por ponerme a hablar, cuando lo mío claramente es la música”.

Pero entre todas las críticas, Cordera también recibió algunas muestras de solidaridad. Es el caso del Indio Solari, ex vocalista de los Redonditos de Ricota, quien reconoció: “En realidad, mis letras son una apología de la violación, la pedofilia y la violencia de género. Lo que pasa es que nadie las entiende”.