Ayer comenzó a funcionar un grupo de trabajo creado por el Poder Ejecutivo para estudiar la propuesta de la multinacional UPM de instalar una tercera planta de celulosa en territorio nacional. Juan Andrés Roballo, prosecretario de Presidencia, explicó que habrá una serie de reuniones bilaterales con representantes de la empresa, divididas por áreas. “Fue una reunión muy productiva, con algunos momentos tensos, porque nadie quería encargarse del área relacionada con el medioambiente, pero al final se decidió sacando palitos, y bueno, a uno le terminó tocando el más corto”, aseguró el funcionario. Si bien hasta el momento no se concretó ninguna de estas reuniones bilaterales, el gobierno ya habría hecho contactos informales en los que ofreció a UPM un lugar para instalar la planta. “En el margen del río Uruguay no se puede, porque siempre existe el peligro de que los ambientalistas argentinos vuelvan a las suyas y Mauricio Macri no los cague a tiros, cosa que sería rara, pero puede ocurrir. Pero por suerte tenemos un par de pozos en la plataforma marítima que no nos sirven para nada. Petróleo no hay, soja no se puede plantar, y las vacas se ahogarían. Además, construir esta planta sería matar dos pájaros de un tiro, porque el convenio que hicimos con las empresas que excavaron para buscar petróleo no incluía el cierre de los pozos”, relató una fuente gubernamental. Desde UPM la propuesta habría sido vista con buenos ojos, ya que una tercera planta seguramente terminaría de secar el territorio nacional, así que instalarla en un ambiente húmedo, como el océano Atlántico, sería muy útil. Mientras tanto, un funcionario del equipo económico estimó que sería “altamente positivo” que se construya la nueva pastera, sobre todo por el impacto que tendría en el mercado laboral. “Lograr hacer que la economía crezca un poquito es fundamental para que podamos mantener nuestros trabajos. Si no, nos echan”, explicó.