Un cabezazo a la carrera de Ayrton Cougo resultó ser la enésima demostración de calidad y carácter de un Defensor Sporting que ya conquistó el derecho a ser futuro recitado de hincha memorioso, pase lo que pase en la cercana definición del Campeonato Uruguayo. Con oficio de sonidista, el lateral volante silenció un repleto Parque Central y marcó el definitivo 1-1 cuando apenas faltaban nueve minutos para el final de un partido durísimo y sólo habían pasado cuatro vueltas de segundero desde el conmovedor gol con el que Diego Polenta rompió el cero. La efervescencia locataria se agotó tan rápido como comenzó un festejo violeta entendible y merecido: mientras que Nacional ya no depende de sí mismo para ganar la Anual y corre serio riesgo de perder el año, Defensor se prepara para la última fecha sabiendo que un empate con Fénix en el Franzini le bastará para abrochar la tabla más importante.

Durante más de medio partido y siempre en un contexto de paridad, el equipo de Eduardo Acevedo supo jugar con la ventaja de puntaje con la que visitó La Blanqueada. Ante la obligación ajena, hizo un buen trabajo de escalonamiento y volvió apenas esporádicos los aportes de la trilogía de atacantes tricolores. Rodrigo Aguirre y Sebastián Fernández no tuvieron un solo remate peligroso. Tabaré Viudez pesó algo más por su condición de jugador con traslado, lo que le permitió replegarse para buscar combinaciones y encares desde más atrás.

De todas formas, el área fue un territorio áspero, difícil de pisar. A menudo, los robos visitantes terminaron con salidas rápidas que expusieron el mejor rasgo ofensivo de Defensor: la capacidad de ser profundo gracias a los pies de Matías Cabrera y Facundo Castro, que en más de una ocasión encontraron lindos huecos asociados al adelantamiento de Nacional. Un defectuoso remate del delantero Cecilio Waterman tiró por el caño la primera gran advertencia, a pase de Castro y tras un quite sobre Sebastián Rodríguez. Un gran cierre del defensa juvenil albo Guzmán Corujo sobre el carrilero Matías Suárez quizá haya evitado un final diferente, cuando al primer tiempo ya no le quedaba más reloj y Cabrera habilitó tras un error de Viudez. Temprano, los dueños de casa habían tenido una aproximación de riesgo. Una buena combinación de Jorge Fucile y Viudez que el arquero Guillermo Reyes logró diluir sin tocar la pelota, forzando un pase al medio que Aguirre no conectó. Ofensivamente, el flanco derecho de Nacional pareció funcionar mejor que el izquierdo, en un partido en el que la línea de volantes tuvo a Matías Zunino por encima de Rodríguez.

Al menos hasta el complemento, las aproximaciones fueron espaciadas, algo así como picos apenas visibles en medio de una intensidad generadora de los roces y las discusiones que últimamente siempre se cuelan. El árbitro Leodán González llenó la cancha de amarillas y dejó al público del Parque Central pidiendo la roja que nunca sacó, tras una entrada fuerte de Matías Cardacio. Ya transcurría el complemento, en el que no pitó un penal por agarrón sobre Diego Arismendi, quizá difícil de ver, por el tumulto que esperaba una jugada de pelota quieta.

De entrada, Defensor tuvo su mejor combinación colectiva. Cabrera y Waterman se unieron, y Carlos Benavídez falló increíblemente bajo el arco. Poco después, vendría un quiebre en el trámite gracias al aplomo con el que Nacional encaró la búsqueda del gol cuando ya se le había ido media tarde. Siguió faltándole el vintén dentro del área, pero al menos logró empujar a Defensor durante cerca de 15 minutos. Se abría la era de las patriadas de Polenta, y el técnico Martín Lasarte ponía a Martín Ligüera.

Justo cuando Defensor parecía reaparecer en la escena y encontraba aire en cada pisada del ingresado Pablo López y en los aportes siempre finos de Castro, el capitán tricolor tomó la pelota, enganchó en dos direcciones, dejó por el camino a Suárez y remató antes de que lo trabara Nicolás Correa: golazo a un ángulo a los 77 minutos. El director técnico llamó rápido al Tata Álvaro González. Se trataba de cerrarlo. Pero a los pocos segundos el gol de Cougo cayó como una pedrada y el cambio oportunista fue de Acevedo, que de inmediato puso al defensa Santiago Carrera. Hacía un rato que estaba en la cancha Gonzalo Bueno, que tuvo la única clara del Nacional posterior al sacudón, pero desaprovechó el zurdazo del final.

Salía del horno un empate que consolidó esa mística violeta forjada en la trascendente victoria del Apertura ante el mismo rival y en el hazañoso triunfo sobre Peñarol en el Intermedio, por citar sólo dos antecedentes de un equipo que por momentos parece inquebrantable. Entraban al congelador la diferencia en la Anual y otro estadio tan repleto como hostil.