Tan sólo 17 minutos le alcanzaron a Peñarol para anotar tres goles y quedar a un paso de ganar el título del Torneo Clausura. Superioridad en el juego, efectividad a la hora de la definición y sabiduría en el control del juego cuando era necesario fueron las virtudes del aurinegro. Una victoria le alcanzaría para ser campeón de la segunda mitad del año y buscar el premio gordo: campeón del año.

Las cosas como son: Peñarol no fue superior a Plaza Colonia sólo en los minutos en los que quebró el partido. No. Peñarol jugó mucho mejor que su rival durante todo el encuentro, tanto desde lo táctico como desde lo técnico. El aurinegro fue superior desde las bandas, por el centro, en la cancha de arriba y en la de abajo, y también donde duele: el marcador.

Desde la realidad de los hechos, es verdad: 17 minutos fueron todo. Tras un primer tiempo en el que costó todo, a uno y a otro, a los 3 de la parte complementaria Peñarol abrió el tanteador. Diego Rossi se fue por la banda derecha, estuvo astuto, expectante mejor dicho, para ver qué pasaba, y la pelota sobró en el área: gol.

No fue menor ese gol. Porque más allá del invicto de Peñarol y su gran racha en lo que va del Clausura, disputar partidos contra equipos que se juegan la permanencia no es fácil. Quebrarlos, sobre todo. Y ese fue el punto en el que el carbonero venció a su rival. El primero, el mejor dado, el golpe que siempre duele, el que deja atrás toda la geometría y el viru viru de las disposiciones tácticas dentro de la cancha. Infantil sería discutir que el gol es el elemento más coercitivo que existe en el fútbol.

Plaza Colonia, que no estuvo mal parado hasta entonces, con un 4-4-2 sólido, no halló las oportunidades para sobreponerse. Fue de nuevo Peñarol; ampliar el marcador le tocó al argentino –bastante ineficiente, vale decirlo– Lucas Viatri 11 minutos después del 1-0, mientras que el tercero aurinegro cayó a los 62, cuando Cristian Rodríguez sentenció el trámite.

Y ya está, ya fue. Media hora le bastó a Peñarol para encajar el piloto automático, controlar lo que ya era y consumar su triunfo y el descenso de los colonienses. ¿Qué más? Los de Leonardo Ramos, a la luz de los resultados, tenían que llevarse otra vez los tres puntos para quedar ahí, a un paso de la gloria, la gloria que supone ganar la segunda mitad del año, y lo consiguieron. Duodécima victoria consecutiva. Que la racha no pase desapercibida. Faltan 9 puntos para el final del Clausura y Peñarol le lleva 7 a Defensor Sporting. Si la próxima jornada gana el aurinegro, adiós Clausura y todo dependerá de qué pasa en la Tabla Anual para ver cuál es la definición del año; eso teniendo en cuenta que Defensor tiene boletos asegurados por haber ganado el Apertura.

El sprint final del campeonato quedó divino. Mientras aurinegros y violetas juegan su tête à tête, Nacional relojea expectante al tiempo que busca seguir ganando y meterse en la discusión de la Tabla Anual.

Siempre será volver

Tranco lento, inesperado, odioso. Un pensamiento que paso a paso le reclama a lo que es lo que no debería ser. La vida y las expectativas, ni más ni menos, ¿no? Entonces a Plaza Colonia, un equipo del interior que intenta (e intentará, ojalá) hacer del fútbol otra cosa, incluso desafiando al profesionalismo de hoy, o digamos que al de mañana, le tocará bajar un escalón en el deseo de sus pretensiones. Tranquilos, de verdad. Como si a ninguno de nosotros nos hubiera pasado ayer, hoy y siempre. ¿Querés más? Hace 11 años nacimos en la calle Paullier; ayer estábamos en Soriano casi Ciudadela; hoy, la diaria, digo, vamos a ser los mismos, pero desde Treinta y Tres entre 25 de Mayo y Cerrito. Somos los mismos esperando ser mejores. Así como la pelota, las nobles intenciones no se manchan. Sepan que los veremos volver. Acá estaremos, para contarlo.

Como siempre y cada vez que valga mucho más que la pena.