Siempre es un gusto hablar con el Maestro Tabárez. Hace unas mañanas, el director técnico de la selección uruguaya recibió a la diaria en el Complejo Uruguay Celeste y habló de fútbol. Y, como siempre, también de algo más.

– Usted ha hablado del fútbol y de la identidad del uruguayo, del fútbol como vehículo que trasciende el fútbol, justamente.

–Quizá se resume todo en una expresión: “El fútbol no es lo más importante” para un país, por más cultura futbolística que tenga su pueblo. No obstante, es un vehículo inmejorable para llegar a las cosas más importantes: las personas, la salud, la educación, la seguridad, y muchísimas cosas más. Antes de esta nota hablamos con un periodista que vino a hacer una nota para Rusia y me decía que Rusia no es un país futbolero. Puede ser cierto. Si hay una elite de países con culturas futbolísticas, Uruguay está ahí con Brasil, Argentina, Inglaterra e Italia. España se sumó después de cierta época, porque no era tan así. Yo defino la cultura futbolística como aquella que tienen los países en donde el fútbol es parte de la identidad de las personas. Esto tiene que ser aprovechable. La gente, más allá de que no es lo más importante, estaría muy contenta si tuviéramos un fútbol local profesional más significativo que el de ahora, pero también si fuera producto de una idea, de una concepción. Hay que formar a los jugadores desde que son niños, no olvidando jamás que el futbolista es una persona y es a eso a lo primero que hay que apuntar. Estoy seguro de que se puede hacer más que lo que hemos hecho hasta ahora. Es una de las cuentas pendientes que tenemos, y va a llevar su tiempo. Si tenemos un mínimo de sensibilidad, el desarrollo y la evolución nos harán ir hacia esas cosas.

–Vivimos un año muy movido con respecto a la posición activa de los futbolistas ante sus problemas. ¿Por dónde esboza que puedan pasar esos cambios en la competencia local?

–Esa pregunta es para un dirigente de fútbol, y yo no lo soy. Lo que tengo claro es que es una realidad mundial que, sin discusión, el fútbol de elite está en Europa: las mejores organizaciones, el poderío económico. Los ingresos de todas esas ligas, de los clubes, de la selección nacional de cada lugar, vienen, en su mayor porcentaje, de los derechos televisivos y del merchandising. Si queremos crecer y tener un fútbol profesional mejor, es tarea de los dirigentes. Esos ingresos, además, tienen que ser para los clubes y para las organizaciones, para que lleguen a los futbolistas, para que cobren al día y tengan salarios dignos, para que no haya un reglamento que ya está dando risa. Cada vez que va a empezar un campeonato hay deudas, se amenaza con que no se compite y los equipos que tienen las deudas mayores a veces son los que no aportan mucho en cuanto a organización y trabajo en juveniles. Todo esto lo digo como parte de una realidad de la que todos somos responsables. Una cosa clara es que hay que mejorar las infraestructuras. A esta altura, si miramos para otro lado, no podemos jugar en las canchas en las que se juega en Uruguay. La fiesta del barrio está muy bien desde el punto de vista de que es donde está el germen de la pasión por el fútbol, esa adhesión que es a prueba de todo, pero no podemos quedarnos sólo con eso. Se puede hacer esa fiesta del barrio, con más dimensión, en una cancha buena, que se busquen los medios para el riego, el drenaje. En muchos países han hecho eso, pero con aportes: la FIFA tiene un montón de programas para este tipo de cosas, pero nos tenemos que poner de acuerdo en lo que hay que hacer. A mí me da vergüenza, y no es ajena, porque soy parte de esto, que no haya baños adecuados en un lugar donde se va a ver un espectáculo deportivo, porque es el único espectáculo que congrega gente en el que eso ocurre.

–Nos habló de cultura futbolística y de formación. Estamos en un momento en que la participación juvenil en la selección es interesante. ¿Qué significa para el proceso de selecciones ver llegar esa cantidad de futbolistas y que tengan la posibilidad de jugar un Mundial con Uruguay?

–Más allá de las particularidades de cada generación, no es algo inédito. En 2009 aparecieron un montón de jugadores que hicieron su trayecto en la selección: [Nicolás] Lodeiro, el Morro [Santiago] García, Abel Hernández, Tabaré Viudez, [Matías] Aguirregaray, [Sebastián] Coates. Algunos siguen, otros no pueden estar en una nómina, pero nos hemos apoyado en eso. Lo importante de esto es que se han incorporado jugadores de ciertas características, sobre todo en la zona del mediocampo, con una capacidad técnica muy evidente –en algunos de ellos la vi ya hace años–. No creo que Federico Valverde juegue mucho más hoy que lo que demostró acá cuando vino por primera vez. Ha evolucionado, pero el potencial estaba ahí, y el paso del tiempo hace que ese potencial se transforme más fácilmente en realidad. Pero los grandes progresos que han hecho ellos, de una manera sorprendente en cuanto al poco tiempo que les llevó, es incorporar cosas en otros aspectos, fundamentalmente el defensivo. He visto esa evolución, y ellos lo han hablado públicamente; [Rodrigo] Bentancur no es el mismo que estaba en Boca Juniors o en la sub 20. El rendimiento defensivo que uno ya le vio allá habla de que tenemos más potencial. Esto necesita una confirmación. [Matías] Vecino vino antes que ellos, pero es un caso parecido; cuando no tenía ese rendimiento defensivo, a mí me llevó dos años citarlo. Con la tecnología, que da información incontrastable e importante, se puede saber que el jugador que más ha recuperado pelotas, el que se destaca más en el aspecto defensivo y el que más la toca cuando su equipo la tiene es Vecino, pero no era así cuando recién vino. Valverde debutó en el partido con Paraguay, con las dudas que teníamos acerca de cómo iba a reaccionar a los otros aspectos que forman parte del entorno del futbolista –un estadio lleno a favor del equipo rival, un lugar donde nunca habíamos ganado, entre otras cosas–, y él respondió bien. Todos nos quedamos con el gol que hizo en ese partido, pero yo me quedo con el cierre defensivo que hizo a los cinco minutos de juego, con una velocidad increíble, con una responsabilidad defensiva y una voluntad de ayudar al equipo que tiene que ver con una charla que habíamos tenido en la mañana del partido. Lo llamé a la habitación después de hacer la activación y le dije: “No te voy a decir nada de lo que tenés que hacer cuando tengas la pelota, ya hablamos de eso y creo que vos me entendés; lo que sí te pido es que tengas todas las luces prendidas en el aspecto defensivo”. Y lo hizo. ¿Hay que seguir para ver cómo se confirma esto? Sí, pero ya tenemos una opción.

–Usted ha sido trascendente en lo discursivo y ha logrado ser un muro de contención para una forma de hacer periodismo.

–Acerca del periodismo es difícil hablar, porque cuando uno generaliza la opinión, puede ser injusto. Tengo mucho respeto por los periodistas que pretenden ir un poco más allá, los que hacen de la reflexión parte de su formación, los que hacen de la información y del momento parte de su personalidad periodística. Yo los tengo que atender a todos y debo tener el respeto que tengo por todos, pero hay estilos. Me estoy preguntando si no es un defecto que tengo, porque a veces quiero ser muy contundente y traigo expresiones a sabiendas de que generarán un tipo de efecto distinto que el que tendría si lo dijera de otra manera. Hay periodistas que creen que pueden ganar el premio Pulitzer por el solo hecho de dar una primicia o de intentar dar una información antes que los demás, o de hacerla pública antes que los demás aun sin confirmarla, y no se detienen ni medianamente a pensar sobre los resultados de publicar esa noticia. Hay periodistas a los que les gustaría que el entrenador hablara con los aficionados todos los días, que tuviera charlas todos los días, y eso no puede ser así. Mi función es otra, y si bien dar información es una responsabilidad que tengo, también tengo el derecho de no hablar de ciertas cosas o, simplemente, de no hacerlas públicas. La mayoría de las cosas que han dado resultado en todos estos años, si bien no se hicieron en secreto, se trataron con un perfil bajísimo. Cuando arrancó este proyecto, veníamos todos los días, de mañana y de tarde, al complejo, y eso recién trascendió algunos años después porque alguien vino, preguntó y lo difundió. Esa forma de trabajo nos han hecho crecer a nosotros, a los integrantes del cuerpo técnico, y nos ha afirmado en la idea de lo que creíamos que era el camino a recorrer. Acá reflexionamos mucho sobre la forma de defender nuestras ideas, y tenemos claro que no hay que entrar en la confrontación. En todo este tiempo agradezco todas las cosas positivas que se han dicho acerca de lo que hemos hecho en estos años. Pero también hubo momentos en que hemos sido ofendidos, pero nunca salimos a un espacio público a reaccionar ante las ofensas. Si en alguna actividad en común teníamos la oportunidad de encontrarnos con alguien que había promovido esa situación de incomodidad, lo hablábamos personalmente, pero no mediante los medios de comunicación. Por ejemplo, es importante no entrar en salir al paso públicamente con alguien que dijera que yo ponía a [Edinson] Cavani de marcador de punta, ni aun ponderando todo lo que tiene de sarcástico y de agresivo esa afirmación, que no sólo no se condecía con la realidad, sino que la propia persona que lo decía sabía que no era cierto, y lo decía buscando un impacto. No hay que entrar. Capaz que esa persona tuvo un mal momento, capaz que se equivocó, como me ha pasado a mí muchas veces, y hay que dejarla ahí. Eso ha sido parte de la cosa en este camino, que muchas veces me ha puesto en contacto con los más diferentes estilos de periodismo. Me acuerdo de los inicios, me acuerdo de cuando se incorporó el jefe de prensa, Matías Faral, que ha sido importantísimo. Entonces empezamos con el régimen de conferencia de prensa, que nos daba la posibilidad de informar a todos los medios por igual. Sin embargo, algunos medios nos acusaron de que hacíamos las conferencias a determinada hora para que ellos no pudieran salir en directo. Era una cosa tan traída de los pelos que, si no fuera un poco dramática, movería a risa. Ahí empezamos a grabar las conferencias, para que quedara un registro de buena calidad, y las ponemos directamente en la página web de la Asociación Uruguaya de Fútbol, y entonces no puede haber nadie que diga que lo discriminamos. No lo decían porque fuera cierto, sino por algunos problemas personales, y aprovechaban para abrir ese tipo de paraguas. Esas situaciones me han hecho conocer cosas que son hasta inverosímiles, pero al mismo tiempo me forzaron a convivir con eso. Trato de ser contemporizador, pero no puedo ser un tonto que está al frente de la selección. Me quedo con la mayoría que, de a poco, con esfuerzo y voluntad, y a veces con cambio de posturas, ha hecho un periodismo positivo, con espíritu crítico, el que siempre debe existir, pero no con posiciones predeterminadas o anticipadas. Hay otros, entre los que los incluyo a ustedes, que hacen un análisis permanente, son serios, profesionales, no se les agota la capacidad de asombro y cuando hay algo que les asombra positivamente lo dicen. A veces esas opiniones me benefician, y realmente lo agradezco, pero créanme que no estoy deseando que eso sea unánime, porque los estilos tan distintos van a seguir existiendo y seguirá cada uno por su camino. Los que van a permanecer por más tiempo son los que realmente son auténticos, los que no siguen una moda o una idea liviana. Yo eso siempre lo voy a agradecer. Jamás pensé que en este tramo de mi carrera con la selección iba a vivir las cosas maravillosas que he vivido. La otra vez, leía un pensamiento muy cierto que dice que mientras uno está enfrascado en sus proyectos, en sus visiones, y pone todo en ello, la vida pasa. Y es cierto, yo le meto todo el tiempo acá. Casi no tengo apariciones públicas; de hecho, ustedes me han homenajeado particularmente y no he estado, pero son decisiones que hay que tomar. Les quiero encontrar espacio a otros aspectos de la vida que son muy importantes. Hay cosas que no he hecho con mis hijas, con mis nietos, y tengo toda la intención de hacerlas en estos días y en todo lo que venga en los años que me puedan quedar. Todo lo que cuesta desarrollar una actividad profesional pasa por tomar opciones del tipo “esto es importante, pero me perjudica en esto otro”. Reflexionar en torno a estas cosas a veces nos conduce a encontrar caminos del medio que nunca son ideales. Les quiero agradecer especialmente a ustedes por esos homenajes, aunque saben que desde mi punto de vista, cuando hablan de mí, en realidad, están representando lo que se hizo entre todos. Yo lo veo así. No ha sido una tarea de unos pocos. Las cosas buenas que ha tenido esto es justamente que ha sido un trabajo colectivo. El otro día –esta es una anécdota un poco risueña– hubo una comida con toda la gente que trabaja acá en el Complejo: los utileros, los psicólogos, los preparadores físicos, todos los componentes de los cuerpos técnicos de los juveniles, los cancheros, los jardineros, que siempre hacen un partido entre semana como manera de convivencia, de cohesión y de diversión. Ese día fui yo, tarde, porque tenía rueda de entrevistas y terminé tarde. Me sorprendió la cantidad de gente que había y les dije: “Que no venga a ver estos partidos el tesorero de la AUF, porque va a ver a la cantidad de gente que le pagamos el sueldo”. Yo se lo comentaba a mis compañeros y se morían de risa. Todos trabajan, todos tienen sus funciones y son necesarios, y eso tiene que ver con los aspectos centrales de los procesos grandes de trabajo. Refrenda la idea de que esto ha sido una tarea de todos. Yo me entusiasmo hablando de la selección. Una vez, en National Geographic, hablaban del reino animal y de sus grandes organizaciones; hablaban de las abejas, las hormigas, las termitas, y señalaban que muchos analistas de las organizaciones laborales apelaban a esos ejemplos para tratar de tener el máximo de eficacia y de efectividad. Estos analistas decían que el gran problema es la diferencia entre los humanos y estas organizaciones del reino animal. En estas organizaciones cada uno hace un trabajo parcial, parte del trabajo global, sin aspirar a hacer el del otro, cosa que sí nos pasa a los humanos. Acá [en las selecciones de fútbol] yo no le puedo decir que existe eso, pero sí un gran respeto por el cumplimiento de la tarea y de los roles. El canchero cuando está poniendo a punto la cancha sabe que está trabajando para la selección, y hace una tarea que no podemos hacer otros. Está aportando dentro del entorno, igual que el utilero, el chef, el ayudante de cocina, los guardias, todos los que, en definitiva, están en esta organización.

–Kimberley y Sete Lagoas fueron los lugares elegidos en Sudáfrica 2010 y Brasil 2014, respectivamente, como ciudades sede de Uruguay. Para el Mundial de Rusia 2018 se eligió un complejo deportivo en la ciudad de Nizhni Nóvgorod. ¿Qué información han recabado sobre esa sede? | –Es una de las ciudades más importantes de Rusia, de las más pobladas. Está aproximadamente a 400 kilómetros de Moscú, lo que nos permite estar a mano de varias sedes y a una distancia razonable de los partidos que ya tenemos fijados: de una hora y 40 minutos de vuelo para los primeros dos [con Egipto el primero, y con Arabia Saudita el segundo] y una hora para el tercero [con Rusia]. Las instalaciones de la concentración donde nos vamos a quedar [Sports Centre Borsky] nos recuerdan mucho al complejo de Uruguay. Tiene dos canchas, dos gimnasios bien equipados, un número de habitaciones que permiten cerrar el hotel para nosotros, y el área médica está en muy buen estado. Es un lugar que cuenta con una infraestructura bárbara. Además, tuvieron una gran disposición por hacer los cambios que sugerimos. Sentimos que además de tener muchas bondades desde los aspectos de la infraestructura, podemos entrenar, convivir, descansar, alimentarnos, recuperarnos de los esfuerzos; vamos a tener todo lo que necesitemos, y eso nos genera mucha ilusión. Yo aún no lo conozco, pero a partir del soporte de mis compañeros que estuvieron ahí y de las fotos que hemos visto, tengo una idea de lo que es el lugar. Eso es muy importante.