Aunque la primera tabla de posiciones del año los equipara, las actuaciones de danubianos y bohemios fueron bastante dispares. En Jardines, la franja creció hacia el segundo tiempo y alcanzó su mejor rendimiento en la primera media hora de ese período. La gráfica de Wanderers hizo la trayectoria inversa y recién repechó tras los cambios con los que el técnico Jorge Giordano cerró el partido. Si a esa altura los del Prado tenían un punto que defender, fue gracias a no menos de dos atajadas importantes de Martín Rodríguez, sintomática figura. Le sacó una pelota de gol a Damián Malrechauffe y otra al también zaguero Leandro Fernández, un argentino que ayer se estrenó en la Curva. Fue una de las tres incorporaciones incluidas en el equipo titular, que también contó con los debutantes Federico Cristóforo y Rodrigo de Oliveira en el arco y el medio, respectivamente. En el primer tiempo ya había tenido una gran reacción ante un enchufado Juan Manuel Olivera. Sólo con eso, triplicó las atajadas de su par franjeado, que recibió su máxima exigencia cuando ahogó en un mano a mano a Rodrigo Rivero. Tiempos de buenos aportes del bohemio Ignacio González, el único inspirado en un Wanderers pobre. Pero iría perdiendo gravitación y al rato se volvería más notorio su tocayo danubiano. En el esquema del técnico Pablo Rodríguez, el otro Nacho fue casi un tercer punta por la derecha y su actitud empujó a la visita contra el arco. Su discutible salida de la cancha le dejó el puesto al recién llegado Abdiel Arroyo, un panameño de selección que aportó algún desborde y un remate. Más interesante fue lo que hizo al ingresar Marcelo Tabárez, que terminó jugando de extremo izquierdo mientras Carlos Grossmüller entraba por un defensa para moverse como enganche.

Danubio se despidió con un 3-3-1-3 que careció de efectividad porque Giordano entendió que tenía que hacer algo por defenderse mejor. Entonces, puso a Santiago Martínez por Nacho y jugó casi media hora con tres volantes de marca. En eso, Matías Santos se las ingenió para meterse al área y Rodrigo Rivero casi lo gana, pero el viaje de la pelota en cámara lenta fue interrumpido en la línea. Además del punto, Wanderers apenas si puede rescatar haber cerrado la canilla de goles en contra: recibió siete en los tres partidos de la Libertadores previos al debut por el Uruguayo. Pero su divorcio de la pelota llamó la atención tanto como algunas faltas fuertes y el cambio que su técnico se guardó hasta los descuentos.