Mucho antes de que el volante tricolor que responde al alias de Huevo metiera el triplete que todavía tiene temblando a las redes del Parque Viera, un Lozano con otro apodo quedó asociado a una de esas piezas cargadas de doble sentido que el cancionero tropical uruguayo seguramente importó de algún país caribeño. “Entra derechito” fue el sugerente título que le encontraron a una composición que le sacó lustre al piso de 1.000 cantinas, entonada por un Lozano conocido como Bocha. Pariente o no de Brian, bien podría dedicársela, después de los tres remates de distancia que gestaron un exagerado pero trascendente triunfo de Nacional ante Liverpool 3-0.

Hasta el minuto 17 del segundo tiempo el partido estaba empatado y parejo. Con la batuta interina de Alejandro Bertoldi, los negriazules disimulaban una crisis deportiva agudizada tras la destitución de Mario Saralegui. En eso, Martín Lasarte miró al banco e hizo dos cambios. Brian Lozano fue uno de los dos que ingresaron y lo hizo con el pie derecho, ese que representa su principal diferencia. Aprovechó un tiro libre lejano y algo volcado a una punta para pegarle al arco cuando hacía unos dos minutos que estaba en la cancha. Fue la primera pelota que tocó. Viboreó y descolocó al arquero Guillermo de Amores para abrir el partido. Seis minutos más tarde, una falta le dio un tiro libre calcado. Idéntica ubicación y perfil. Intentó tirar por encima de una barrera que desvió y elevó su remate. Con una buena dosis de fortuna llegó el 2-0 que bajó el telón prematuramente.

En adelante, el partido fue otro. Liverpool sintió los goles como golpes. Nacional se desestresó gracias a la seguridad ganada por el anotador y la lucidez de Martín Ligüera, que también entró a la cancha a los pocos minutos del segundo tiempo. Faltaba poco para el final, cuando la pelota derivó a Lozano. El Huevo recibió suelto y de frente al arco, aunque fuera del área. Pero era la tarde perfecta y se tuvo fe para levantar la cabeza y probar con el balón en movimiento. Le dio la comba y la caída necesarias para colgarla de un ángulo superior y marcar el 3-0.

Antes, cuentos conocidos. Que Nacional no es preciso, que lucha más que lo que juega, que regala los primeros tiempos... Lo visto antes del triplete no dista de anteriores demostraciones tricolores. A los albos les costó el comienzo. Eso habla bien de la capacidad del director técnico interino negriazul para aprovechar sus contadas horas de trabajo. Puso en la cancha un equipo luchador e intenso, con zagueros atentos y volantes combativos. Esteban Conde lo supo desde el momento en que Christian Latorre peinó una pelota bravísima. También cuando Nicolás Royón le interceptó una salida con el pie que se volvió boomerang. Porque las primeras jugadas claras de gol fueron de Liverpool. A Nacional le llevó varios minutos encontrar vías de llegada. Sergio Otálvaro recorrió una derecha menos colectiva que la banda opuesta, en la que Alfonso Espino logró mejores combinaciones gracias al juego de Sebastián Rodríguez y al trabajo de Sebastián Fernández. Sin embargo, otra vez fueron el banco de suplentes y la pelota quieta los que abrieron la canilla del gol. Así llegó el grito de Tabaré Viudez ocho días antes contra El Tanque Sisley y tantos otros de Ligüera desde mediados del año pasado. Lasarte maneja un plantel con extensión y calidad, que ganó todas las unidades que disputó pese a que aún parece no dar todo lo que puede. Pero los números matizan cualquier crítica, porque desde ayer su equipo comparte el liderazgo con Cerro pese a tener dos partidos menos. En diez días, tras la disputa del clásico, habrá jugado tres encuentros más y quedará al día con el fixture. Su suerte en la seguidilla determinará si tendremos cierre de torneo apretado o cantado.