Si dejáramos de lado la actuación arbitral, aunque sea en una parte del análisis global del partido que violetas y aurinegros jugaron el sábado de tarde en el Franzini, desde el punto de vista futbolístico podríamos decir que el enfrentamiento fue apasionante. Pero el primer gol de Gonzalo Bueno, el empate de Junior Arias, el segundo tanto local de Maximiliano Gómez y el nuevo empate, esta vez de Lucas Cavallini, de penal, quedaron casi en un segundo plano debido a los fallos arbitrales que perjudicaron abiertamente a Defensor Sporting. La gran calentura con la que los violetas terminaron la tarde sabatina se motivó en dos determinaciones arbitrales. La primera, cuando se le anuló, por un offside inexistente, un gol a Matías Zunino cuando el partido estaba 2-1 a favor de los locatarios, hecho que podría haber definido el encuentro. La posición adelantada que pitó Rojas a instancias de su asistente, César Sebastiani, no existió, y eso le permitió a Peñarol mantener la esperanza de empatar el partido, algo que consiguió pocos minutos después. Pero casi enseguida de la igualdad aurinegra se produjo el yerro más grave del árbitro Rojas: en una jugada rápida de ataque, el zaguero paraguayo Iván Villalba fauleó al violeta Maximiliano Gómez. Rojas pitó la falta y detuvo el juego, algo que no debió haber hecho, porque la acción había proseguido y Matías Zunino estaba en muy buena posición para definir en la entrada del área. En medio de eso, además, Gómez insultó al árbitro y este lo expulsó, lo que terminó de enardecer el clima en el Franzini, que ya estaba muy caldeado.

El 2-2 final dejó varias sensaciones y mucha bronca, pero viendo la tabla y los números, Defensor está en carrera para definir el Apertura, mientras que Peñarol quedó muy lejos, casi sin chances de competir.

Hablemos de fútbol

El partido fue intenso, de una dinámica inesperada, y el marco del Franzini fue espectacular. El día, el marco de público, todo invitaba a soñar con una linda tarde de fútbol, y durante buena parte del partido efectivamente lo fue.

Defensor empezó mejor y estableció esa superioridad en el resultado cuando Matías Cabrera habilitó en velocidad a Bueno y este, a pesar de tener a Gómez en el medio del área, hizo la personal y definió al segundo palo de Gastón Guruceaga, de zurda y con el ángulo muy cerrado.

Ahí se despertó Peñarol, que en la defensa sufrió muchísimo, sobre todo por el lado derecho, donde Hernán Petryk, que ha hecho partidos bárbaros, tuvo enormes dificultades para bajar y defender. Cuando ataca lo hace muy bien, y por él llegó el empate, con una buena trepada por la derecha y un preciso centro hacia el medio del área de Guillermo Reyes que Junior Arias remató con su taco. Golazo y 1-1. Arias, de nuevo, se mandó un jugadón con caño incluido a Nicolás Correa y volvió a definir para el segundo, pero se encontró con terrible atajada del mercedario Reyes.

El 2-1 violeta llegó en una contra letal que se produjo sobre los 38 minutos de juego: otra vez Cabrera -de muy buena actuación- mandó una habilitación larga para Bueno, que en velocidad dejó pagando a Hernán Novick, se metió en el área y, ahora sí, pasó al medio para que Gómez definiera con el arco vacío.

Esa superioridad local continuó en la segunda etapa, y el tercero no llegó por los errores arbitrales antes mencionados y porque Guruceaga le tapó un mano a mano de gol a Gómez. Luego vino el empate, de penal -bien cobrado-, luego de una mano clara del zaguero Guillermo de los Santos. Lo pateó el canadiense Lucas Cavallini, de manera certera, y puso el 2-2.

Luego vino el desbarajuste que llevó a que la pelota rodara muy poco en los últimos diez minutos de partido, plagados de protestas e insultos. Casi en el final, Rojas expulsó de manera exagerada, por doble amonestación, al juvenil carbonero Diego Rossi, que había entrado a la cancha en el arranque del segundo tiempo por Nicolás Dibble.

A esa altura, al árbitro ya se le había quemado el asado completamente, y en medio de ese ambiente lleno de puteadas, nervios y extremos tanto en la cancha como en las tribunas terminó lo que había empezado como una linda tarde de fútbol.