Dos goles de Maximiliano Gómez en apenas ocho minutos fueron demasiado para un Danubio que aún no ganó en el Apertura y parece encaminado a cambiar de técnico.

El joven goleador violeta volvió a mostrarse como un jugador completo, porque a la potencia le sumó una interesantísima capacidad para rematar de distancia. Hizo un gol con su sello tradicional: se volvió imparable rumbo al área tras recibir un pase largo. Hizo el otro de tiro libre y tomando una carrera mínima, con un remate fuerte, cruzado y alto. Es la sellada de un Defensor que ayer ganó 2-0 y cuya realidad es exactamente inversa a la danubiana: comparte la punta del Apertura con Cerro, juega con buen suceso la Sudamericana y arrastra un invicto desde el año pasado.

Sin embargo, el ritmo del arranque de ayer no tuvo mucho que ver con la intensidad del comienzo del encuentro jugado en Ecuador. Es más: cuando a los 37 minutos Gómez marcó el 1-0, poco había para destacar. Pero el tanto surtió efecto en los dos. Defensor ganó en lucidez y contó con los mejores momentos de Gonzalo Bueno para darle mejor compañía al anotador, mientras Danubio enterró un comienzo prolijo para regalar espacios en defensa. En eso estaba el partido cuando, en la hora del primer tiempo, llegó el 2-0. Cinco minutos antes, Gómez cayó mientras dejaba por el camino al arquero Federico Cristóforo y se preparaba para definir; el árbitro Jonathan Fuentes dejó seguir pese a que a muchos nos pareció ver un penal. Ya hacía un rato largo que Danubio no generaba riesgo: la última vez había sido a los 29, luego de que Juan Manuel Olivera bajó una pelota de cabeza y el zaguero argentino Leandro Fernández se perdió un tanto que parecía hecho.

Los esfuerzos de Lucas Olaza y de Ignacio González no alcanzaron para activar a una dupla de delanteros con poca incidencia, en la que llamó particularmente la atención el bajo aporte de Joaquín Ardaiz. Al salteño no le salió ni el tiro del final. A los 59 remató con displicencia un penal que podría haber sido la raíz de una reacción, ya que en ese mismo momento Defensor Sporting se quedó con diez jugadores por la expulsión de Mathías Cardacio. Pero el arquero Guillermo Reyes mandó al córner el remate del sub 20. Fue el tren que Danubio no se tomó. Tuvo efecto desmoralizador, al punto de volver testimonial la media hora que aún quedaba e inocuos los cambios de hombres y de sistema ensayados por el técnico Pablo Rodríguez.Carlos Grossmüller y Marcelo Tabárez trabajaron mucho, pero no cambiaron el trámite, y el delantero panameño Abdiel Arroyo casi no entró en el juego. Defensor se dedicó a pinchar la pelota, a quitarle intensidad al trámite con sucesiones de toques que en la mayoría de los casos no tenían destino de área. Además de aportar un remate que dio en el palo, Matías Cabrera se destacó por pasar bien y correr a esperar la devolución al hueco indicado. Tuvo lindo eco en ese interesante jugador que es Carlos Benavídez y en un enchufado Matías Zunino. La impotencia franjeada desembocó en faltas que fueron volviendo picante un partido que tendría una roja más: la del danubiano Giovanni Zarfino. Gómez casi pone la frutilla sobre el postre en la hora, cuando volvió a exhibir el don de la pegada con un tanteo desde la mitad de la cancha que no terminó en gol porque Cristóforo retrocedió a tiempo y atajó en la línea. Hubiera sido un golazo, pero, a la vez, un premio excesivo para un Defensor esencialmente eficiente. Y hubiera echado más leña al horno danubiano. Ese que encendieron los hinchas que sobre el final del primer tiempo se ubicaron detrás del banco para recriminar al técnico y que, por estas horas, los dirigentes tratan de apagar.