Era lo que quedaba. Había que ganarlo. Los carboneros, en su bajón anímico y habiendo acusado los golpes recibidos, uno tras otro, encontraron una buena tarde de esperanza y ganaron tres puntos que pesan en lo emocional. A pesar de haber jugado todo el segundo tiempo con diez hombres, por la expulsión de Lucas Cavallini, los dirigidos por Leonardo Ramos fueron ambiciosos y no se quedaron atrás. El triunfo de ayer en el Parque Viera, donde los cerveceros fueron locales por no poder jugar en su escenario de Sayago, marca las claves de lo que se vendrá y aclara que no hay margen de error para Peñarol. Se puede.

De arranque, el mirasol pegó primero, aprovechando una falla en el fondo albiverde. Lucas Cavallini se fue solo directo al arco y definió con la clase que lo llevó desde Capurro a vestir la aurinegra. El delantero canadiense se la tiró larga al golero Diego Melián y definió notable para poner el primer gol. Parecía que era su tarde, tras la vuelta a la titularidad, pero no.

Racing no se quedó y fue en busca del empate. El flamante director técnico Pablo Peirano paró un 4-4-2 similar al que había ensayado en la fecha pasada, con algunos jugadores que intercambiaron posiciones, como Maximiliano Pereira (pasó de zaguero a lateral) y Facundo Bonifazi (pasó de lateral a volante). En bloque, el cervecero se arrimó y el juego fue cortado por los mirasoles. En un tiro libre a favor, los de Sayago abrieron la cuenta tras un centro del volante Mauro Estol. Como el mejor saltarín, Nicolás Sosa se elevó por los aires y cabeceó para poner el empate. Todo servido.

Con mucho por jugarse y en una tarde abierta, el albiverde se encontró con una chance que le vino bien. En dos ocasiones, Lucas Cavallini le entró tarde a Matías Malvino, por lo que el árbitro le sacó la tarjeta amarilla en ambas jugadas y el delantero se fue temprano al vestuario. Al cervecero también le anularon un gol cuando finalizaba el primer tiempo, tras un remate de Jesús Trindade. En esa jugada, Yoel Burgueño, adelantado, obstaculiza la visión de Gastón Guruceaga, por lo que incide en la jugada y el gol es ilícito.

En el complemento los de Sayago salieron a matar, pero mostraron poco fútbol. El ingreso de Diego Rossi en el cuadro visitante fue fundamental. En una de las primeras oportunidades que tuvo, el juvenil quedó solo frente al arco y definió con un golazo para poner el 2-1. Peñarol se mantuvo a tiro hasta el final y le cedió terreno a Racing, que no supo manejarlo ni aprovechar el hombre que tenía de más.

Con más carpeta, los aurinegros cerraron bien el juego y marcaron el tercer gol, como cierre de un exquisito contragolpe del Cebolla Cristian Rodríguez, que asistió con pase al medio para Rossi, que entró una vez más y la mandó guardar.