Con un gol de Alejandro Silva, Lanús le ganó bien a Nacional en el Parque Central y terminó primero en el grupo 7 de la Copa Libertadores, con 11 unidades, 4 más que los tricolores, que terminaron segundos con 8. Chapecoense, con un gol in extremis, dio vuelta el partido con Zulia y terminó ganando 2-1; de este modo, quedó tercero y consiguió su pasaje a la Sudamericana. Los venezolanos, que fueron ganando todo el tiempo en Chapecó, quedaron fuera de toda competencia internacional, ya que finalmente perdieron este último partido del grupo.

El encuentro de ayer en el Parque Central se jugó con la seguridad jurídica de que Lanús en los escritorios le ganaba a Chapecoense el partido que la semana pasada había perdido en la cancha. Esto determinaba que el equipo argentino jugara con la convicción de que ya estaba adentro, mientras que Nacional casi casi también, ya que una buena diferencia de goles le permitía quedar a cubierto.

Fueron raros, inesperados, tal vez, los primeros minutos. Nacional y, claro, también Lanús, con esa extraña situación de clasificados, o casi, salieron a jugar con unos modelos tácticos y unas estrategias que podría pensarse que habrían sido distintas si hubieran precisado un resultado para seguir adelante.

Entonces vimos a un paciente local, tiradito atrás, sin apuro ni más nervios que los que impone ponerse esa camiseta y defenderla ante su gente. Por su parte, el rival jugaba casi como si fuera local, atacando de entrada, buscando poner pelotas en el área contraria y atacando sin reservas defensivas.

Así, los argentinos, con un imparable Lautaro Acosta jugando por la izquierda, fueron imparables -o parables sólo mediante fuertes faltas- y por esa vía los granates llegaron muy cerca de Esteban Conde. Estuvo atentísimo el younguense para aguantar el cero mientras estuvo en la cancha Lautaro Acosta, quien a los 25 minutos salió tras una fortísima infracción que le cometió el Colo Santiago Romero.

Ataca Argentina, gol de Argentina

Apenas un minuto después de que saliera de la cancha Acosta -lo sustituyó el paraguayo Matías Rojas-, Lanús se puso en ventaja con un gol del internacional uruguayo Alejandro Silva, que le tocó la pelota por arribita a Conde, después de una perfecta combinación que excedió la media docena consecutiva de toques y contó con un precioso movimiento de habilitación del goleador José Sand. Nacional la estaba pasando mal tanto con Acosta enfrente como sin él.

El 0-1 obligó al equipo de Martín Lasarte a cambiar su posición en la cancha e intentar un poco más en el campo contrario. Y lo hizo. Rodeó un poco a Lanús, que, de todos modos, mantuvo la latencia de sus rápidos contragolpes. Para el observador imparcial, sin prendas, se hizo un partido interesantísimo, con Nacional tratando de presionar arriba y Lanús revolviéndose con muchísima técnica y capacidad para desenvolverse ante la duplicación de camisetas blancas que intentaban atacar la pelota. No pudo el elenco de Lasarte, y es casi imposible confirmar si se debió a errores propios que abortan cualquier respuesta futbolística, o a que los rivales desarrollan un juego de tal superioridad que hace sucumbir cualquier intento. Se vio bastante de eso, porque Lanús en la primera hora fue devastador para Nacional, al que complicó con su juego rápido y efectivo por las bandas.

Otra cosa

Seguro que si alguien debía cambiar para la segunda parte, era Nacional. Más allá de que no escuchamos los consejos y las variantes tácticas que Lasarte hizo en el vestuario, el dato comprobable para los miles que anoche siguieron el partido en el Parque Central o detrás de los televisores fue el ingreso de Rodrigo Aguirre por Kevin Ramírez.

No cambió el desarrollo del partido. Es más, empeoró para Nacional: en cinco minutos, Lanús estuvo dos veces cerca de hacer el segundo. Fue providencial la atajada con el pie de Conde ante Sand, cuando parecía inminente el gol granate. Un diagnóstico express indicaba que Nacional no podía ni contener ni crear en el medio, y eso desnudaba gruesas carencias defensivas y escasas oportunidades ofensivas.

El contraste, muy marcado anoche entre la condición técnica y la velocidad de los argentinos, y la coyuntural pero casi caricaturesca desprolijidad e inexactitud de los tricolores, hacía pensar que el empate sólo era posible en alguna jugada de pelota quieta o en un envío aéreo. Con poquísimo juego pero mucha entrega, tanta como errores, Nacional cambió el escenario del juego, que pasó a jugarse en campo argentino.

Pasados los 20 minutos, Lasarte dio ingreso a Martín Ligüera en sustitución de Sebastián Rodríguez, por lo que Nacional quedó con un habilitador para tres delanteros: Seba Fernández por la derecha, Hugo Silveira por el centro y Rodrigo Aguirre por la izquierda. Antes de la media hora hizo entrar a Tabaré Viudez por Seba Fernández.

Ganas, que no goles

La variable entrega, ganas y responsabilidad no genera situaciones de gol, pero propicia la idea de que por repetición, por permanencia en el campo contrario, alguna oportunidad habrá. Y la hubo, pero no fue suficiente para evitar que Nacional volviera a perder en el Parque Central.

Está claro que el partido pudo haber sido especial, por la casi clasificación previa de los contendientes y la seguridad de la continuidad en la competencia en los octavos de final. Aun así, es posible que la derrota, y fundamentalmente la actuación del equipo, genere, en los posteos de tertulianos sabelotodos de los foros de los medios sociales, sensaciones térmicas de crisis, inseguridad, manipulación y síndrome de abstinencia de una barcelonitis que nunca fue.

Habrá que ver cómo reformula Lasarte el mejor colectivo que ya pudo conseguir este último año, y qué le depara el sorteo para los octavos de final. Este equipo ya ha tenido desempeños esperanzadores y ha logrado abrochar la meta inicial: la clasificación.

Esa es la buena. La mala es que ayer no pudo jugar un buen partido.