Desde la Villa del Cerro mirando hacia la ciudad, en un álbum que es de acero la historia de Rampla está. Siempre han sido sus leones corazones de titán, porque Rampla a sus campeones les dio sangre y calidad.

Fragmento de “Viejo Rampla”, tango dedicado al club

El Rampla Juniors Fútbol Club tiene, desde hace un par de semanas, a la primera presidenta de un club de fútbol en Uruguay. Se trata de Isabel Peña, quien asumió el cargo luego de la renuncia de Juan Castillo. Peña, de profesión modista y diseñadora, es futbolera desde su primera crianza en el barrio del Cerro. De familia picapiedra, se ha pasado los últimos casi 40 años de su vida ligada a los colores rojo y verde. En conversación con la diaria, recordó sus primeras épocas como dirigente del club que ahora preside y, entre otras cosas, trajo al presente historias del fútbol femenino, rama del deporte en la que fue precursora en la Asociación Uruguaya de Fútbol (AUF).

–Cuénteme de su infancia en el Cerro y de su relación con Rampla.

–Viví toda la vida en el barrio, toda mi familia es ramplense. Mi hermano jugó en Rampla y luego siguió vinculado al club como dirigente de juveniles. Pero además tengo sobrinos e hijos de sobrinos que también jugaron en Rampla. Es toda una tradición; siempre me gustó el fútbol, pero me metí de lleno en el 80. Con respecto al barrio, ha cambiado mucho, pero eso pasó con la mayoría de los barrios. Tenemos todo centralizado acá, es como un mundo aparte. De villa pasó a ser ciudad; todas las vivencias, todos los recuerdos están en este barrio. El pasado, la gente, muchas cosas.

–¿Cómo fueron sus inicios en el fútbol?

–Estuve en la directiva del doctor [José Luis] Corbo, también con [Luis] Barreneche, cuando subimos a la A en 2005, pero también siempre estuve ligada a la comisión de sede. Siempre estuve acá.

–Fue una de las precursoras del fútbol femenino en Uruguay, a fines de los 80, y estuvo al frente de esa rama en Rampla durante 23 años. ¿Cómo analiza la actualidad del fútbol femenino en Uruguay?

–No sé por qué, pero no lo siento como antes, tal vez por el sacrificio que hacíamos en esa época para poder jugar; ahora los clubes le dan más oportunidades, hasta económicas, algo que nosotros nunca tuvimos; a veces había que darle a alguna chica para el boleto. Estábamos muy organizadas, teníamos un control con ingresos genuinos nuestros. Ahora estoy un poco alejada, pero lo que veo en la parte futbolística es que antes era más noticia el fútbol femenino, mientras que en la actualidad tiene poca difusión.

–¿Cómo arrancó esa idea de empezar con el fútbol femenino en la AUF?

–Al principio me parecía un disparate, no sabía si podía funcionar, y Corbo me decía que había que abrir el abanico. Armamos un grupo con la delegada Teresita Marichal, que colaboró de manera sensacional y fue el alma máter del equipo. Dentro de Rampla empezó a funcionar un equipo femenino, se hacían amistosos, entonces había que oficializar la institución para entrar en la AUF. Rampla tradicionalmente fue de tener directivas muy conservadoras, entonces teníamos la duda sobre qué iban a pensar de la idea. En una asamblea del club había que hacer el planteo, y yo temblaba, porque no tenía idea de qué podían decir. Pero me llevé una sorpresa muy grande, porque cuando terminamos de sesionar los dirigentes pidieron un aplauso para las chicas. Nunca pensé que fueran a reaccionar así.

–En una coyuntura tan machista como el fútbol en Uruguay, ¿qué significa ser la primera presidenta de un club?

–La ficha me está cayendo recién ahora. Yo creo que las personas que ocupan un cargo, desde el último vocal hasta el presidente, deben tener la misma responsabilidad. Tenemos que tomarnos las cosas así. Cada uno cumple una función, pero todos colaboramos entre nosotros, por lo menos así es en Rampla.

–Debutó en el cargo con triunfo y un empate. ¿Cambió algo en su perspectiva de ver el partido o de comportarse en la tribuna? ¿Y en su día a día?

–No, es lo mismo. A mí me conocen de toda la vida. Alguna cargada me hacen, pero sigue todo igual. No cambia nada, lo que sí me ha cohibido un poco es ocupar el lugar de una persona como Juan Castillo, por su trayectoria política.

–¿Cuáles son los recursos que se manejan para estar al frente de un club con carencias económicas?

–Se tomó una línea de enfocar lo prioritario, conseguir recursos con allegados y gente que creyó en este proceso. Tenemos que tratar de que el manejo del club sea el más cristalino posible, y demostrarle al socio lo que se hace con el dinero. Hay mucha gente que ha invertido acá; Rampla en el exterior también tiene gente muy importante que ha colaborado desde el anonimato.

–Tengo entendido que no piensa seguir en el cargo después de las elecciones.

–Las elecciones serían en julio del año que viene, pero se habló de adelantarlas para este año o para febrero. La asamblea va a decidir si se prosigue o si hay elecciones.

–¿Qué se sabe del gerenciamiento del que se habló?

–Se habló de mucha gente que quería venir, de empresas extranjeras, pero no hay novedades. El convenio que sí vamos a firmar es con los argentinos, representados por Juan Ramón Verón, el padre de Juan Sebastián. No es un gerenciamiento; esa modalidad no la queremos más, porque no nos dio un buen resultado y quedamos endeudados. Esto que se va a firmar es un convenio para juveniles, como un socio inversor. Ellos se hacen cargo de las formativas, las potencian y les pagan el sueldo a los directores técnicos, preparadores físicos y kinesiólogos de las categorías formativas, que se van a profesionalizar con este proyecto. Verón ya estuvo acá y está muy entusiasmado. Siempre quisimos fortalecer las juveniles, pero el tema económico no lo permitía. Más que el dinero, lo importante es poder formar un semillero de jugadores.

–¿Cómo analiza esos titulares de los diarios que tratan su llegada a la presidencia como un hecho excéntrico porque es modista?

–Soy modista y diseñadora, y sigo trabajando en esa actividad. Es un hecho normal, porque es una parte de mi vida. Yo soy transparente, no puedo inventar que tengo otra profesión cuando no la tengo. Capaz que piensan “ah, mirá, la modista es presidenta”, pero no me molesta para nada. Toda la vida caminé, fui para adelante, y saben perfectamente lo que soy. Acá me conocen todos.

–¿Cómo reparte sus dos vocaciones?

–Igual que siempre. Antes, siendo modista, era gerenta de Rampla, estaba en el fútbol femenino y colaboraba en la comisión de sede; estaba en muchas cosas, por eso siempre me notaban cara de cansada. De día trabajaba como modista, pero el rendimiento más grande lo logro trabajando de noche. Rindo más en cuatro horas de la noche que en ocho del día: nadie me llama, entonces trabajo muy tranquila.

–¿Cómo ve el futuro del club?

–Lo veo con optimismo, pero no es algo de ahora, sino ya desde hace un tiempo. Haber logrado que el plantel esté al día y que se pueda pagar las deudas y los juicios con los que nos encontramos cuando asumimos en esta directiva era impensable. Hoy todo eso lo estamos solucionando, y ojalá podamos liquidarlo pronto. En lo que respecta a la infraestructura del club, la idea es hacer un gimnasio con un dinero que va a entrar, y la sede va a quedar restaurada. Además, queremos empezar a enfocarnos en el tema de la piscina, que se empezó a construir hace 20 años. Primero estamos viendo las prioridades, y después queremos concluir esa obra. Porque la idea es ofrecerles algo a los socios, a los que hoy en día no les ofrecemos nada; esa es la verdad.

–¿En qué radica la pasión del hincha ramplense?

–Es algo que se lleva en la sangre, que se transmite de padres a hijos y continúa. A veces lo conversamos y pensamos: “Qué pasión que es esto”. Los colores son la base de todo, de la ilusión. La mayoría de los departamentos de Uruguay tienen un club Rampla Juniors. Todo se mezcla con ese sentimiento: el sacrificio, las cosas que han pasado, muchas buenas pero tantas malas. Lo sentimos de corazón. Será porque estamos en la villa, no sé.