La punta de la Tabla Anual sigue en manos tricolores. Lo mismo ocurre con la de la serie B del Torneo Intermedio, que Nacional podría adjudicarse con un empate en la próxima fecha. Más eficiente que lúcido, el equipo de Martín Lasarte volvió a ganar. Despachó a la IASA con un 3-0 que no se sospechó mientras duró el dignísimo planteo inicial naranja. Pero Sebastián Papelito Fernández tuvo la virtud de aprovechar la última pelota del primer tiempo. La apertura del tanteador mitigó un frío inicialmente potenciado por la pobreza del arranque tricolor y esa inmensidad semivacía que fue el Centenario. No obstante, más importante que cualquier simbolismo es que haya aportado dos tantos justo el día en el que faltó el goleador Rodrigo Aguirre, quien se estima que reaparecerá el jueves en la Copa Libertadores, tras su reciente renovación contractual.

El gol que destrabó el partido llegó tras una genialidad de Tabaré Viudez, cuyos aciertos suelen ser espaciados pero determinantes. Resultó el engranaje clave de una salida rápida y paradójica: el líder del año le hizo un gol al colista de la misma tabla al agarrarlo mal parado en el último segundo del primer tiempo. Viudez recibió, cambió de ritmo y jugó profundamente y en diagonal. Sebastián Fernández picó y definió con clase. Hacía unos diez minutos que los albos trabajaban mejor que sus rivales. Pero lo llamativo fue que los buzones habían trabajado mejor durante los 35 anteriores.

Dio gusto ver el comienzo de partido de Sud América. Con transiciones rápidas, pelota al piso y mucha gente arriba, el equipo del director técnico argentino Damián Timpani no pareció ser el que está trancado desde meses en la zona de descenso. El que puso la pausa fue Bruno Giménez, volante de creación de gran zurda y paso sesentista: tiende a frenar el juego al recibir la pelota, para esperar que la marca le venga encima y buscar la maniobra corta que genere la falta o el escape con posterior pase. Intentó buscar a Leonardo Melazzi, que arrancó jugando abierto por la izquierda y complicó a la dupla conformada por Jorge Fucile y Rafael García. El ex delantero de Danubio no siempre culminó bien. En una ocasión, un providencial quite defensivo le sacó el gol del pie tras un enganche bien hecho. En otra, una intervención de Fucile lo dejó tendido en el área, en una de esas jugadas en las que es tan osado afirmar que hubo penal como descartarlo. Con los minutos fue perdiendo claridad hasta terminar a la sombra de Gonzalo Mastriani, que terminó destacándose más. Menos notorio fue el acompañamiento de Gonzalo Colman, que engrosó una ofensiva cuya conformación revela que la IASA fue a buscar el partido. Quedó claro desde el arranque. Es que a los dos minutos el zaguero Sergio Felipe anunció que haría un gran partido y metió un cabezazo hacia abajo tras un córner. No festejó porque el arquero Esteban Conde se mandó una atajada con valor de partido.

Nacional tiene eso. Sigue lejos del brillo, pero cuenta con un plantel de calidad que a menudo proporciona respuestas individuales que marcan diferencias ante equipos tan humildes como su rival sabatino. Se destacó otra vez la pulcritud estirada durante todo el partido del volante Felipe Carballo, buen ladero de un Diego Arismendi que sigue rindiendo. Los laterales insistieron por las bandas y a veces encontraron combinación con un Martín Ligüera que parece pesar menos que cuando entraba desde el banco. Hugo Silveira tuvo la virtud del esfuerzo, pero el defecto de la mala culminación, rasgo que realza el valor de los goles de Fernández. El primero dio paso a un período de chatura general, en el que Nacional mantuvo el nivel previo a la victoria parcial y la IASA ya no fue la de antes. En el medio, en el minuto 71, un gol en contra de Julián Perujo forzado por un cabezazo de Arismendi desactivó toda esperanza de reacción. El tercero tricolor y segundo de Papelito llegó cuando el partido estaba liquidado y había sensación de goleada. Sud América lloró la falta de concreción que anuló sus méritos de la primera media hora, tramo del partido que Nacional deberá rever para evitar repeticiones contra rivales más capacitados.