La comisión parlamentaria que investiga los casos de espionaje militar en democracia está avanzando muy lentamente, debido a que todos los ministros de Defensa Nacional y del Interior que desfilaron por allí negaron tener conocimiento de cualquier actividad de este tipo. “Por ahora lo único que todo el mundo tiene claro es que no hay que poner a una mujer a cargo del Ministerio de Defensa, si no queremos que se nos siga llenando de Azucenas Berruttis”, aseguró un legislador oficialista, en referencia a la ex ministra Berrutti, quien dio a conocer una serie de archivos sobre estas operaciones de inteligencia y es la única mujer que ha ocupado la titularidad de la cartera desde el retorno a la democracia. El periodista Samuel Blixen, quien pudo acceder a una parte de este archivo, publicó en el semanario Brecha una investigación sobre la infiltración a la Federación de Obreros y Empleados de la Bebida (FOEB) por parte de un agente de inteligencia militar que durante 20 años militó en el sindicato, llegando a ocupar cargos en la dirección. Esta revelación causó “indignación” entre varios dirigentes sindicales.

“Políticamente no es lo que más me simpatiza, como es lógico, pero me molesta más como trabajador que como sindicalista. Porque todo el mundo sabe que los militares no suelen romperse el lomo trabajando. Y que te paguen un sueldo durante 20 años por espiar a un sindicato de centroizquierda como la FOEB es demasiado. O sea, ¿qué fue lo más complicado que tuvo que hacer? ¿Informar de urgencia que iban a llevar bombas brasileras a un acto del 1º de mayo?”, se preguntó un dirigente del PIT-CNT. Pero en la interna militar también cayó mal la noticia de que hubo un militar infiltrado en el sindicato de la bebida “Es cierto, espiar al sindicato de Richard Read debe ser un trabajo más bien tranquilo. Pero sigue siendo un trabajo más complicado que cortar el césped. Esta gente pone la vara muy alta y nos perjudica a todos”, aseguró una fuente castrense.