En el comienzo Danubio tiró ataques sucesivos. Los llevó adelante el panameño Abdiel Arroyo, que hizo valer su velocidad y habilidad. Diego Arismendi fue el tercero en entrarle duro, y el árbitro Esteban Ostojich mostró cómo lucía su tarjeta amarilla. Después de eso no lució más el panameño, pero nadie tomó su antorcha de querer y de jugar.

A los 10 minutos hubo una jugada sin contexto: el lateral zurdo tricolor Alfonso Espino se mandó hasta el fondo y mandó un pase rastrero muy peligroso hacia la zona de la boca del arco. Nadie lo aprovechó, y el zaguero danubiano Martín Marta la sacó al córner.

Donde estaba la pelota había alta densidad de población y no se veía nada agradable. No había tiros a los arcos. Ni cerca de eso. Iban 26 minutos cuando un nuevo refuerzo danubiano, Pablo Silva, que había convertido el primer gol en el partido con Wanderers en el 3-1 de la primera fecha, no pudo seguir, debido a una molestia muscular. Entró por él Marcelo Tabárez –un vencedor de la vida– y ocupó la plaza de delantero neto junto al panameño Abdiel. Pudo haber ido a esa posición David Terans, quedando en la tarea de enlace el recién ingresado, pero no fue eso lo que decidió el entrenador Gastón Machado.

En adelante, se vio cierta superioridad tricolor. Las corridas con la pelota al pie, características de Tabaré Viudez, empezaron a crear cierto pánico en la última línea defensiva de Danubio. Hubo una entrada con posibilidades de Sebastián Fernández, que terminó con un disparo fuera del marco. El propio Sebastián –convocado a la selección un rato después– fue el protagonista del primer disparo al arco, ¡a los 37 minutos!, que salió trabado por un pie rival y se fue al córner. Hubo también dos flojos cabezazos de Hugo Silveira que debieron haber llegado al arco, pero uno fue afuera y el otro atajado. Así, con muy poco para destacar, se fue el primer tiempo.

Segundas partes fueron buenas

El segundo tiempo, desde el principio, ofreció variadas y vibrantes alternativas. Sucedió que en el ida y vuelta de ataques de los dos equipos, la cancha quedaba amplia y se la recorría con facilidad. Los buenos jugadores –el danubiano Ribair Rodríguez y varios más– tuvieron espacio para moverse y crear buenas acciones.

Primero fue Nacional, con aproximaciones al arco de Federico Cristóforo. El gol estaba al caer. Una habilitación de Sebastián Fernández invitó a Silveira a empujarla, pero no llegó por centímetros. Enseguida, un violento tiro de Viudez rebotó en el cuerpo del golero. En el minuto 9 llegó el gol de Viudez, producto de la gran jugada que protagonizó con su apoyador, Diego Arismendi.

Danubio reaccionó con rebeldía, ganas y capacidad de llegada. Dos minutos después del gol en contra, estaba todo Danubio en el área enemiga y hubo varias llegadas claras. Si cuando estaban 0-0 Danubio llegó muy poco a las proximidades del gol, con el 0-1 se empezaron a sumar las salvadas del arquero tricolor Esteban Conde. A su vez, Nacional buscaba ampliar la ventaja, por lo que el partido subió en su voltaje. Y llegó el gol del empate.

Esas conclusiones

Danubio y Nacional quedaron juntos detrás de Peñarol, el único puntero tras dos etapas de un torneo, un hecho muy raro. A pesar del desconsuelo de los puntos perdidos, tienen el consuelo de un gran segundo tiempo que les abre caminos hacia el futuro del Campeonato Uruguayo.

Defensor Sporting festeja las dos unidades que recuperó luego de haberlas perdido en la primera etapa, y volvió a quedar a un punto de los tricolores en la Tabla Anual. ¡Gracias a Danubio! Y Peñarol también festeja su liderato prematuro.