Ayer de noche, en la sala Zavala Muniz del teatro Solís, se llevó a cabo el cierre de actividades del Día del Futuro, con una mesa de debate sobre “feminismos y futuro”, en la que se plantearon distintas visiones sobre por qué es necesario el feminismo y cuáles son los pasos más urgentes a dar.

“El feminismo cuestiona relaciones de poder desde lo más íntimo y privado hasta lo más público, por eso ser feminista es lo más revolucionario”, dijo la economista Alma Espino al abrir la charla. Señaló que las relaciones de poder entre mujeres y hombres se expresan, entre otros aspectos, en la distribución y la valoración de los distintos trabajos y en los ingresos. Explicó que desde su actividad profesional está inmersa en una corriente de pensamiento en construcción que es la “economía feminista”, que cuestiona “aspectos centrales” de la disciplina, como “su sesgo androcéntrico”, y amplía el concepto de la economía más allá “de las fronteras del mercado”, agregando actividades como el trabajo doméstico, que siempre ha sido realizado por mujeres.

Por otro lado, Tatiana Antúnez, educadora social y dirigente del Sindicato del Instituto del Niño y Adolescente del Uruguay, resaltó que el movimiento sindical es una organización mixta en la que las mujeres representan el 50%; sin embargo, no tienen representación en los organismos formales. “Naturalizamos mucho el sindicalismo y la lucha de clases, y de repente perdemos de vista que la lucha de clases existe pero los derechos de las mujeres no se respetan igual que los de los compañeros varones”, señaló.

Amalia Amarillo contó que representa a un grupo de 200 mujeres (Encuentro de Feministas Diversas) en el que “cada cual tiene su concepto de feminismo”. Señaló que para ella el feminismo es “mucho más grande que la lucha por los derechos de las mujeres y de la igualdad”, ya que es “un derecho en sí mismo” que les corresponde a las mujeres: el de “apropiarse de los espacios” y “emancipar sus discursos”. “Es difícil emancipar nuestros cuerpos sin antes emancipar nuestros discursos”, dijo Amarillo, y agregó que en los encuentros entre mujeres feministas de su grupo se da “una democratización del saber” y se aprende “de una manera horizontal”. “Pensamos que nos íbamos a agarrar de los pelos, porque es lo que nos han dicho toda la vida, y no pasó nada”, subrayó la activista, y luego indicó que a veces se ingresa al feminismo de forma individual, por experiencias personales, “pero el clic es cuando la lucha es colectiva y pasa a ser para todas”.

Mariana Mota, novel presidenta de la Institución Nacional de Derechos Humanos y Defensoría del Pueblo, se refirió a la desigualdad de la mujer desde su experiencia como jueza. Señaló que en la lectura “por debajo de la letra” de las leyes hay una construcción jurídica referida a determinado ser que es “hombre, generalmente blanco, que no tiene discapacidades y probablemente tenga propiedades”. “Es un individuo que no nos representa a todos. Entonces, una se pone a pensar que hay que transformar todo eso. Por eso tiene mucho sentido el feminismo como movimiento social y político cuyo fin más general es la toma de conciencia de las condiciones de dominación, opresión y de consecuente desigualdad que viven las mujeres en la sociedad”, dijo.

Además, la ex jueza relató un caso de violencia doméstica en el que un hombre había golpeado “horriblemente” a una mujer y la llevaba “arrastrando en la calle, por el pelo”. Mota le preguntó cuántas veces habían ocurrido hechos de violencia de tal magnitud, y la víctima contestó: “Lo normal, nada más”. “O sea, partíamos de que eso era normal, pero no fue hace 40 años, fue ahora”, señaló.

Alicia Esquivel

"Soy feminista negra y eso me nutre con una autoidentificación cultural particular. El feminismo me lleva a pensar que es posible la libertad".

Basada en su experiencia personal, Carolina Cosse, ministra de Industria, Energía y Minería, señaló que hace falta “mucha explicación y difusión” sobre el feminismo, y que se trata de “colaborar en vez de competir” y de “la reflexión en vez de la violencia”. Agregó que un aspecto “clave” de cara al futuro, y que hace a la “construcción de libertad”, es “abatir el miedo” de las niñas y las jóvenes a que hay cosas que no van a poder hacer o que no son para ellas. “Yo soy ingeniera, y está muy signado que hay carreras que son para hombres y otras que son para mujeres. Hay que luchar contra eso, porque en Uruguay hay condiciones para que las niñas en el futuro accedan a la ciencia y la tecnología, que es el núcleo del desarrollo en el mundo”, sostuvo Cosse.

Lilian Celiberti

"Tenemos que colocar la acción feminista en el territorio desplegando lazos de solidaridad para paliar la violencia machista".

El único hombre de la mesa redonda, Agustín Lucas (futbolista y poeta), dijo que “el futuro llegó hace rato” y por eso el feminismo “es urgente”. Resumió su pensamiento en la anécdota de un gurí que le dijo que “si seguimos poniéndonos brazaletes [de Ni una menos] pero les gritamos a las gurisas cuando corremos por los parques, seguimos siendo los mismos”. Lucas señaló que “se empieza por ahí”, en el entendido de que gritarles no es una forma de seducción ni un piropo, sino que “también es violencia”.

Luego, la actriz María Dodera dijo que el teatro le permitió decir muchas cosas que no podía decir de otra forma, y que por eso es un lugar de “resistencia total”. Citando a Simone de Beauvoir, dijo que las mujeres tienen la obligación de “crear ante la nada” para llegar a construirse, una acción que tiene que ver “con lo performático y lo teatral”. “La mujer no nace, sino que se hace”, culminó Dodera, citando otra vez a la filósofa francesa.

Vicky Jorge

"Cuestionar nuestros propios parámetros, que la mayoría son patriarcales, es lo más difícil. Por eso es necesario el feminismo".

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Al final de la primera ronda de intervenciones, la comediante y comunicadora Laura Falero señaló que el humor es un “arma de reflexión” y que el chiste sirve para deconstruir la norma y así “volver a ponerla, modificada, en la órbita social”. Subrayó que la “necesidad básica” del feminismo es que se entienda la necesidad de la igualdad de derechos. “Todavía no se entiende. Lo entendemos nosotros en estos ámbitos de discusión, pero en la chiquita, en la mesa, en el barrio, no. Entonces, es ahí donde tenemos que empezar a atacar”, dijo Falero, y agregó: “Estamos rodeados de micromachismos”. “¿Por qué las túnicas de las nenas se prenden para atrás y las de los varones para adelante? ¿Por qué no me puedo poner un vestido yo sola, sin tener a una persona que me esté diciendo ‘subila’? Eso también es una forma de poder”, finalizó.