Poniendo como ejemplo a empresas como Kodak y Nokia, el gerente general de la refinadora estatal sostuvo que, “a pesar de ser empresas muy buenas en lo que hacían, no cambiaron a tiempo”, y eso les costó su desplazamiento o desaparición.

Una de las reformas que afectan hoy la composición industrial a nivel mundial, pero que sobre todo atraviesa la local –y en particular, la misión de ANCAP–, es el cambio en las matrices energéticas, que han pasado de basarse en hidrocarburos a tener cada vez una proporción mayor de renovables.

Horvath es consciente de que a la industria de los hidrocarburos “le va a llegar su Uber”. “Estamos hablando de recursos finitos, que en algún momento se van a acabar y, por ende, estamos frente a algo incierto. Si bien la tecnología nos mueve los objetivos y nos empuja más allá, la industria del petróleo y los hidrocarburos ya no parece tan eficiente”, afirmó. El dilema es cuál será ese “Uber de los hidrocarburos”; cómo será el futuro. La respuesta es difícil de encontrar, incluso sabiendo que ya está entre nosotros. Supone el uso de la imaginación, al mismo tiempo que una mirada fina y abstracta sobre los procesos de cambio que estamos viviendo. Ayer, el ingeniero industrial mecánico contó su intuición: que serán “las baterías” las que, mediante la reducción de sus costos, suplantarán a la industria de los hidrocarburos.

ANCAP maneja 40% de la energía del país y 98% de la energía importada. Horvath contó que los márgenes de refinación –de cinco dólares por barril en valores promedio internacionales– “ya son acotados” por las energías renovables “y van a seguir cayendo”. Ante esto, hay dos tipos de cambios necesarios: “los que ya se están haciendo” y “los que debemos impulsar”. Sobre los primeros, resaltó la creación del puesto de gerente de tecnología digital y la “reorganización de nuestras gerencias”, con un enfoque de “gestión de talento”. “Creemos que las personas hacen la diferencia, y por lo tanto nuestra intención es trabajar con la gente de cerca”, afirmó. Por otro lado, también resaltó la interacción con los entes y agencias del Estado para “desarrollar las oportunidades que hay”. En este sentido, priorizó el trabajo con la Agencia de Gobierno Electrónico y Sociedad de la Información y del Conocimiento por la ciberseguridad, con UTE por el corredor de puntos de recarga para autos eléctricos y con Antel por las infraestructuras de las tecnologías de la información y trazabilidad de las garrafas.

Entre las reformas que resta llevar adelante, el gerente general de ANCAP priorizó el impulso en la educación y carreras, con la convicción de que “además de darles importancia a la ingeniería, estadística y matemática, [hay que] generarles espacio a habilidades creativas, que son las que nos sirven para conectar”. También considera que se debe estimular “nuevas formas de trabajo” y una “mayor participación de las empresas” en los cambios sociales, considerando que “no sólo tienen que estar más integradas entre sí, sino también con el Estado”. Por último, habló sobre la instalación de “polos de conocimiento para promover la innovación”. Según dijo, el cambio que tuvo el país con la reforma de su matriz energética demostró que “está preparado para avanzar en proyectos que lo ponen a la vanguardia a nivel mundial”.

También apuntando a la producción de futuro, Dioselinda Roa y Magdalena Pereira presentaron el sistema B, “un movimiento global que tiene como objetivo construir una nueva economía fortaleciendo a la comunidad de líderes empresariales que miden su impacto”. Se trata de una iniciativa que comenzó en 2006, que llegó a América Latina hace seis años y a Uruguay hace tres. Hoy, con el apoyo de más de 500 personas, trabajan en un anteproyecto que busca incluir en los estados contables de las empresas su impacto medioambiental.

Por su parte, la ministra de Industria, Energía y Minería, Carolina Cosse, consideró que es “mucho” lo que hay para reflexionar “y mucho más lo que hay para hacer”. Con la proyección de algunos fragmentos de la película Columnas quebradas, de Mario Hendler, observó que las clases medias a nivel global “están cambiando” y que “aquellas que forjaron la solidez de nuestra democracia no tienen el mismo perfil que las del futuro”. “Miro las imágenes de la olla popular y me pregunto cómo construir esa solidaridad en las nuevas clases”, sostuvo, y aventuró que la “única clave” que permitirá pensar en una respuesta es “conocer el cambio”. “Debemos tener mucha reflexión y, por sobre todo, no negarnos a la innovación. No sólo reflexionar sobre qué país queremos ser, sino también qué gente queremos ser. Creo que lo más importante ahora es proteger la industria actual y decirnos en la cara qué significa eso en vistas al futuro, que ya está acá”, concluyó.