Arim

• Hace tres décadas aproximadamente que hay un discurso instalado en la prensa, en el debate público, pero también en la academia, que habla del impacto disruptivo de las tecnologías de la información en el mundo del trabajo. No es un debate nuevo. El surgimiento de la informática y su aplicación en el mundo de la producción más masiva generó varias discusiones sobre el futuro del trabajo, que tiene varias claves, algunas apocalípticas: estamos en la era del fin del trabajo. Otras, sin ser apocalípticas, son disruptivas.

• En 1930, John Maynard Keynes afirmaba que más o menos en 2020 íbamos a trabajar más o menos 15 horas por día y que íbamos a tener dificultades porque no íbamos a saber qué hacer con el tiempo libre. Eso no sucedió. Lo que hay es una reconfiguración fuerte en cuanto al trabajo. Hay una clave, que se llama inteligencia artificial, y toda la tecnología que la rodea. Eso y la robotización. Este mundo está cambiando en todos los ámbitos, pero también quiero decir que las visiones apocalípticas han surgido más de una vez. Por ejemplo, en la educación. En 1920 se publicaron varios artículos que hablaban del fin de las universidades porque apareció la educación a distancia epistolar. Obviamente, eso no pasó.

• La destrucción más importante de puesto de trabajo se da en los trabajos rutinarios y administrativos que concentran entre 50% y 60% de la población. La típica clase media es la que más está en riego. Tenemos que empezar a cuestionarnos otro tipo de cosas: ¿cómo accedemos a un conjunto de derechos los ciudadanos? No puede ser que el trabajo sea el mecanismo de acceso al derecho a la jubilación, a la protección social de la enfermedad, al derecho a la protección social en ciertas contingencias. Hay que lograr que las políticas públicas, no el mercado, disocien la protección de la adscripción al mercado de trabajo, porque el mercado de trabajo va a ser una expresión más débil, más circunstancial y de mayor rotación.

• La sociedad tiene que construir puentes de tal manera que los individuos estemos en condiciones de recrear capacidades en contextos distintos y aprender a trabajar en condiciones distintas. El modelo de trabajo habitual, fordiano, está en cuestión. El riesgo es inminente pero no es inmediato. Lo que no podemos es estar casados con el mástil; si vamos a defender toda la institucionalidad previa, nos va a arrastrar la ola.

Pereira

• El movimiento sindical tiene un desafío, que puede tomar o quedar prendido del mástil. Hay que analizar cómo se sale de la zona de confort hoy.

• El problema es que los puestos de trabajo que se pierden son trabajos industriales, algunos vinculados a la administración, y los que se ganan son trabajos que requieren niveles de educación formal y formación profesional, técnica y educación terciaria muy superiores a los que la sociedad uruguaya tiene hoy. He aquí un problema importante.

• Hay que ver si Uruguay va a discutir el cambio tecnológico para preservar puestos de trabajo o para construir una sociedad equilibrada, sin excluidos, que pueda apuntar a que la gente tenga momentos de trabajo y momentos de recreación, y esto supone discutir jornadas laborales seguramente más pequeñas, distribución del trabajo más equitativamente, y volcar mayores recursos en educación en aquellos contextos que tengan mayores dificultades.

• No se puede perder de vista que la justicia social debe estar incluida en esta discusión. No puede haber un mundo feliz donde algunos concentren la riqueza del alto valor científico tecnológico y otros no sepan leer ni escribir, y esto nos está pasando.

• No tengo una mirada apocalíptica, pero creo que hay que prepararse y hay que tener la suficiente fuerza para evitar que ese avance tecnológico termine deteriorando mucho más las relaciones sociales que existen en Uruguay.

Moncecchi

• No me adhiero ni a los apocalípticos ni a los tecnoutópicos que dicen que la tecnología va a resolver todo. Estoy bastante en el medio o descreído de ambos, en realidad. En el mundo de la producción podemos hablar de tres componentes que determinan el tipo de producción y, por ende, el tipo de trabajo. Por un lado, tenemos un mundo digital que es el de los bits, el mundo de las TIC [tecnologías de la información y comunicación], en el que las barreras son escasas, se mueven muchísimo más rápido. Después esta el mundo de los átomos, el de la producción más clásica, en el que hay que mover cosas que pesan. Y después hay otro componente, que me resulta más difícil de definir, que es el de la creatividad, las emociones, los sentimientos. Ese tipo de trabajos que tienen que ver con el ser humano. Todas las producciones y el trabajo combinan ese tipo de cosas. Esa interacción se da en un marco social. Según el que predomine en esos tres mundos es cómo cambiarán la producción y el trabajo. Si un objeto llega a ser manipulable sólo en el mundo digital, las posibilidades son infinitas: por ejemplo, cuando la fotografía se vuelve digital empieza a generarse una serie de posibilidades, de diseños, que antes eran más difíciles porque estaba en el mundo de los átomos. El mundo digital tiene costos de manipulación y de distribución muy bajos. En ese mundo, el trabajo ya está cambiando muy rápido, es remoto, descentralizado, prácticamente no hay tareas rutinarias porque se automatizan muy rápido. Ese mundo tiene muchísima demanda y no la estamos cubriendo.

• El mundo de los átomos se vuelve más dinámico a medida que interactúa con el mundo digital, cuando puedo automatizar cosas físicas por medio de este. Acá la automatización les va a pegar a las tareas menos calificadas, y eso nos genera un enorme desafío de corto plazo. A la larga, estos mundos generan más innovación y más posibilidades de las que destruyen, pero tenemos problemas locales de trabajos que se pierden. Entonces es donde entra a jugar la protección social.

• El mundo de las emociones es el que va a cambiar mucho menos, porque es donde los seres humanos seguimos haciendo la diferencia, en temas como los afectos, pero también en la enseñanza. El rol del docente no va a cambiar. Transmitir un pensamiento o un conocimiento es una cosa que ni de cerca las computadoras podrán hacer.

Larré

• Mi mirada es desde el mundo del emprendedor, tratando de innovar en áreas diferentes, y lo que veo es que la gente está eligiendo trabajar de otro manera, diferente a como se venía trabajado hace cientos de años. Voy a destacar el concepto de freelancing, que involucra a las personas que eligen trabajar no en relaciones de dependencia sino trabajar en proyectos para diferentes empleadores por períodos más cortos de tiempo; empleadores que pueden estar en Uruguay o en cualquier otro lugar del mundo.

• Mi padre tuvo el mismo trabajo toda su vida. Yo tengo 40 años y al día de hoy voy teniendo seis trabajos diferentes, y no tengo dudas de que mi hija, que ahora tiene seis años, va a tener seis trabajos, pero a la vez. Me parece que vamos para ese lado.

• Hay personas que eligen tener más de un trabajo, eligen tener dos o tres porque se desarrollan más como personas, porque tienen ganas de hacer más cosas. Tener un trabajo de mañana y hacer lo que estudiaron, ingeniería, por ejemplo; de tarde tener un trabajo más creativo, como diseño, y de noche capaz que tener un emprendimiento gastronómico o ser DJ. Salir de la lógica de soy lo que estudié. Hoy podemos hacer tantas cosas... Muy rápidamente podemos aprender algo que nos habilite otra fuente laboral. A esta gente que elige trabajar de otra manera se le complica mucho hilvanar esto con las obligaciones, con los aportes. No estoy viendo que atiendan a esta gente que elige trabajar de esta manera y que puedan hacer sus aportes, pagar impuestos.

Piquerez

• Lo que antes cabía en un escritorio ahora está en nuestro bolsillo, y eso es un gran cambio de paradigma. Pero las estructuras y las organizaciones no se han adaptado a eso. Seguimos teniendo que dedicar una hora hasta llegar a nuestro trabajo a realizar tareas y a cumplir un horario que en realidad no necesitamos cumplir, porque ahora podemos tener herramientas, cosas que están robotizadas.

• Estamos trabajando distinto, el problema es que lo que está alrededor no se está adaptando, y ahí vienen los valientes que dicen: “Basta, no quiero trabajar así, quiero vivir mejor, quiero sentirme mejor conmigo”. Hay personas que se animan a salir de esa zona de confort de la que es tan difícil salir, y está buenísimo.

• La tecnología en una herramienta que nos conecta, pero al mismo tiempo nos desconecta. Muchos dicen “trabajo en mi casa porque lo único que necesito es wifi”, pero nos vamos dando cuenta de que es algo que no nos hace bien, porque necesitamos de contacto humano, es una necesidad real. Por eso son tan importantes los espacios de trabajo colaborativos, que están desde hace más de 20 años en el mundo. Lo que hace es poner en contacto a las personas. Eso es lo que generalmente logra ese pequeño ecosistema que se genera en un cowork, que es una casa, un espacio donde la gente comparte sus horas laborales para aprender a colaborar con los otros.

Perdomo

• Las cooperativas tenemos como centro a las personas: no es el capital, sino los recursos humanos que existen dentro, las sinergias, la potenciación de lo que se da cuando se organizan este tipo de emprendimientos. Muchas veces se ve a las cooperativas como una salida de emergencia cuando una empresa fracasa, cuando alguien pierde su puesto de trabajo. Nosotros la vemos como una alternativa económica, como un modelo que no solamente puede generar riqueza distribuida, sino que puede generar nuevos empleos.