La victoria del sábado sobre Montevideo Wanderers 2-0, con goles de Cristian Rodríguez y Cristian Palacios, significó mucho más que tres puntos para Peñarol. Lo primero, lo ineludible, son las matemáticas: el obtenido en la noche sabatina en el Campeón del Siglo fue el cuarto triunfo al hilo por el Torneo Clausura, que le permite mantener el primer puesto con dos puntos de ventaja sobre su más cercano perseguidor, Defensor Sporting. A esto se suma que conservó el invicto, amplió el margen de goles y quedó como uno de los más goleadores y uno de los menos goleados. Pero además, el triunfo pega directo en el ánimo carbonero para motivarse de cara a la fecha que viene, en la que se jugará el clásico, la oportunidad de dejar (y dejarse) bien claro que está para pelear lo que le queda por pelear del año.

Hay más Peñarol. Leonardo Ramos parece haber encontrado una oncena titular que le da réditos. Desde el arquero hasta el centrodelantero, el carbonero ha mejorado sustancialmente en comparación con cualquier otra versión de 2017. Tal vez lo más notorio haya sido en defensa. No fueron pocos los puntos que se le escaparon por malos funcionamientos en ese sector del juego. La nueva realidad tiene a Kevin Dawson aportando tranquilidad con sus manos y una zaga que se ha solidificado bastante con el aporte de los nuevos, Fabricio Formiliano y Guillermo Varela (y donde también es necesario agregar a Walter Gargano en su función de mediocampista defensivo).

Muchas de sus virtudes defensivas pudieron apreciarse el sábado en el partido con Wanderers. Salvo por alguna chance de Rodrigo Rivero, Peñarol no pasó grandes sustos. Resuelto eso, a los de Ramos les queda mostrar lo mejor que tienen: el fútbol de mitad de la cancha para adelante. Parece impreciso, no logra buenas combinaciones, se definen mal algunas jugadas, pero tiene ráfagas. En un abrir y cerrar de ojos o en una desatención defensiva de su rival para marcar un córner, gol. Tocan Fabián Estoyanoff y Cristian Rodríguez, el Cebolla aprovecha el hueco y, con un latigazo certero, marca la diferencia. Así sucedió con el bohemio.

Para suerte de sus intenciones, Peñarol tiene ahora a Palacios, el goleador del campeonato. Parece una cosa de locos, pero al delantero nacido en Belén le alcanza con escaso tiempo de juego para mandarla a guardar. El sábado llevaba aproximadamente diez minutos en la cancha cuando encontró un gran pase del Mota Gargano para definir cruzado y convertir el 2-0 final ya en el cierre del partido.

Próxima estación: Nacional. Le queda trabajo del lindo a Ramos: ver cómo hace para volver a darles la titularidad a los jugadores de selección. No es porque no quiera, sino porque la sociedad argentina de ataque, integrada por Maxi Rodríguez y Lucas Viatri, ha tenido como buenos socios a Diego Rossi y Estoyanoff, quienes han hecho buenos partidos ante la ausencia del Cebolla y de Mathías Corujo. Siempre hay algo bueno en tener opciones.

Peñarol transita la calma que suponen los buenos resultados. No es poca cosa. Ahora se avecina una de las dos chances directas de recortarles puntos a los que tiene encima en la Tabla Anual. Eso sí depende de su propia fuerza. El campeonato se puso bueno. Y sigue.

Habrá que ver qué pasa. Partido a partido, se resuelven los campeones, y lejos estamos de saber el final de esta historia.