En el partido de ida de la tercera fase de la Libertadores 2018 –la que dará a su ganador el pase a la fase de grupos–, jugado en el sur del Gran Buenos Aires, Banfield y Nacional empataron 2-2, dejando abiertísima la definición de la serie, que acontecerá el miércoles en Montevideo.

Fue un juego que generó distintas sensaciones, distintas proyecciones y distintas historias de lo que fue y lo que podrá ser. En la historia del vaso medio lleno o medio vacío, Nacional debería quedarse con la primera, porque, a pesar de que se le escapó la victoria y la ventaja en el último minuto de juego –lo que, sin duda, para este tipo de definiciones es trascendente–, el equipo de Alexander Medina, sin mostrar un gran juego pero con firmeza, cohesión y seguridades, se mostró mejor que su rival y puede proyectar buenas expectativas para la revancha en el Parque Central.

Claro que Nacional se podría haber venido con media eliminatoria resuelta de no haber absorbido ese gol casi de óbol, pero también es cierto que, en la contienda de sensaciones, el ganador fue siempre o casi siempre Nacional. Casi siempre se vio el medio vaso lleno desde este lado del Río de la Plata.

¿Qué partido estás viendo?

Nacional hizo un buen partido en el primer tiempo, mirándolo con el lente de la búsqueda de la clasificación, de que jugar de visitante siempre parece que implica mayores riesgos, y de que Banfield es un equipo argentino de buena propuesta. Nadie que hubiese visto el juego sin saber qué y cómo estaban jugando, ni cuándo y cómo se define, es decir, un observador que estuviera mirando el juego sin saber el contexto, podría haber dicho que el primer tiempo fue interesante, estimulante.

El partido empezó con una paridad natural entre dos escuadras cuidadas tácticamente, y con la visita, Nacional, con esta oncena que muestra una gran cohesión a la hora de neutralizar, tratando de establecerse en el partido. En el cuarto de hora inicial los tricolores demostraron que la apuesta estratégica de Medina era plantear un 1-4-4-2 mientras defendían, y con la pelota los laterales podían convertirse en puntas, de manera tal que Zunino por la derecha, y especialmente De Pena por la izquierda, eran una boca de salida. Justamente, iba un cuarto de hora cuando Nacional cargó por la derecha, por donde se insinuaba el desequilibrio de Tabaré Viudez tras el desborde, y centro, la pelota le quedó a Sebastián Fernández, que sacó un furibundo derechazo, tapado de manera maravillosa por el arquero.

La contienda –tomando en cuenta la calidad de visitante– se fue haciendo bastante cómoda para los tricolores en tanto dominaban los niveles de juego, y no recibían de manera alguna cargas ofensivas que pusieran nervioso a Esteban Conde. Se proyectaba el croquis del partido, y si ese era el desarrollo posible de la contienda, a Nacional no se le haría un encuentro de altísima dificultad.

No obstante, el desarrollo del juego –y nos centramos en Nacional– fue bastante opaco, pobre, como para tratar de ganar un partido; tal vez la esencia de la búsqueda estaba en no pasar peligros y mantener el cero.

Cuando se puso bueno

Al comienzo mismo de la segunda parte Nacional consiguió el botín que tal vez no buscaba de arranque nomás, y en una jugada de pelota aérea los tricolores se pusieron en ventaja. Tras una interesante acción ofensiva la pelota devino tiro de esquina, y tras el córner vino una justa peinada de Diego Arismendi que dejó a la bola en el segundo palo, donde la oportunidad y pericia de Sebastián Fernández transformaron la acción en un gol decisivo.

Nacional, que había conseguido dormir a Banfield con la sola idea de tener la pelota lejos de su arco, no pudo aprovechar aquella ventaja inicial, porque Nicolás Bertolo, que recién había ingresado y no había tocado la pelota aún, conectó un gran cabezazo tras el centro de Rodríguez y puso rápidamente el empate.

Ahí sí se puso lindo el partido, porque hubo acciones ofensivas de ambos equipos y Nacional estuvo cerca, en dos oportunidades consecutivas, de volver a anotar y ponerse en ventaja. En la primera pareció que a Matías Zunino lo tocaban en el área y por eso no pudo finalizar la jugada, aunque tras el juego, y de manera clarísima, el canario dijo que no había sido penal. En la otra, Tabaré Viudez desbordó por la derecha, mandó un centro templado y Zunino intentó un taco que finalmente no conectó con la pelota.

Cuando promediaba la segunda parte, les empezó a quedar incómodo el juego a los tricolores. Banfield había despertado con el gol de Bertolo, pero después de eso los tricolores fueron absorbidos por los intentos ofensivos del equipo de Julio César Falcioni.

Los tricolores mejoraron en contenido ofensivo con el ingreso de Gonzalo Bergessio, que sustituyó a Viudez con el argentino como hombre de área.

Cuando faltaban diez para el cierre, se dio una inmensa jugada del ataque tricolor, que arrancó con un robo del Colo Romero, que brindó asistencia hacia la derecha para que Zunino ingresara por la banda y, tras mandar la pelota al centro, pivoteó Bergessio para que el centro de Zunino encontrara como 9 al jacintense Luis Espino, que como goleador hizo explotar las redes.

Al cierre Banfield consiguió el empate e hizo perder aquel preciado triunfo a Nacional. Un saque lateral puesto en el área chica permitió el control y centro atrás de Carranza para que Darío Cvitanich pusiera el 2-2. Inesperado, tal vez injusto, pero real. Casi de inmediato, el Coco Conde salvó el arco tricolor de lo que pudo haber sido el tercer gol, cuando con una maravillosa estirada paró la pelota y la mandó al córner.

Lo estiró hasta el miércoles que viene, cuando la definición no será tirada ni al óbol ni al corner.