En un partido intenso, serio, y en una instancia determinante, Nacional volvió a vencer a Chapecoense 1-0. Con un global de 2-0 (al acumular el triunfo de la semana pasada en Chapecó y el de anoche en el Parque Central) consiguió pasar a la tercera fase de la Copa Libertadores 2018, la que antecede al desarrollo de los grupos, y ahora deberá enfrentar a Banfield en partidos de ida y vuelta que comenzarán la semana que viene para decidir cuál de los dos equipos se integra al grupo en el que ya están confirmados Santos (Brasil), Estudiantes de La Plata (Argentina) y Real Garcilaso (Perú).

Fue un partido muy bien planteado por el Cacique Alexander Medina en la acertada elección de sus jugadores, quienes practicaron la estrategia elegida con mucha solidez y efectividad, con particular destaque en la solidez de su defensa. Ese fue el primer gran mérito del salteño Medina como joven entrenador de Nacional. Ni toque y desdoble, ni dejar deslizar la dialéctica de Pep Guardiola, ni la venta de lo que parece preferir el paladar tricolor; ya habrá tiempo para eso si se cumple con las expectativas. Lo mostrado en estas dos presentaciones ante los brasileños por la Copa Libertadores es auspicioso desde lo acertado de la planificación hasta el desempeño de los jugadores en el colectivo.

Más allá del valor de Chapecoense –un buen rival–, el tricolor sentó un buen cimiento para seguir creciendo en el principal torneo de clubes de América. Habrá que ver qué pasa en los cruces con Banfield, pero ya se percibe que el menú del Nacional de Medina es, por lo menos, interesante.

Y también un toquecito de Coco

Los primeros minutos –tres, cuatro y hasta cinco– fueron de un juego decidido de Chapecoense, enfocado en el ataque: los brasileños intentaron sorprender de entrada, sabiendo que debían cambiar el sino de la serie. Iban sólo tres minutos cuando Esteban Coco Conde protagonizó una maravillosa atajada, después de dos cabezazos de los de Chapecó en el área. Claro, esto es fútbol, el más maravilloso deporte de competencia colectiva; un ajedrez con 28 jugadores y con más variables que la multiplicación de escaques que le permitió al pastor hacerse de los dominios del rey al que le enseñó su jaque mate. A los seis minutos, en el primer ataque de Nacional, en la primera pelota que pasó por los pies de Tabaré Viudez, una combinación de cinco o seis pases que abrió la cancha hasta Carlitos de Pena permitió que, tras el centro del zurdo, Matías Zunino pivoteando como salonista terminara jugando para el Colo Santiago Romero, quien, entrando de frente al área, definió con la derecha y, tras un pequeño rebote, fue al fondo de las redes. Era el gol plídex de los tricolores.

El equipo de Medina apretó su 1-4-4-2. Eso permitió solidez cuando los brasileños se volcaban al ataque, y rapidez cuando Nacional aparecía en el campo contrario. Desde el gol en adelante, Nacional pareció controlar el partido y, por lo tanto, la serie. Tan es así, que a los 18 minutos, después de un tiro de esquina de Nacional, la pelota le quedó a Matías Zunino en el vértice del área chica, y el canario, tras enganchar acertadamente, remató apenas afuera. Cuando promediaba el primer tiempo, ya dejaba la sensación de que Nacional debía aprovechar su predominio en el juego para tratar de liquidar la serie y no permitir la latencia de Chapecoense, que, como todo expositor del fútbol brasileño, se movía adecuadamente con la pelota en los pies y no cesaba en sus intentos de llegar al área de Conde. En la media hora, un ajustado intento de presión de los tricolores dio resultado y provocó la falla de la defensa verde, que le dio la pelota a Romero; el Colo, de media vuelta y de zurda, la hizo pasar al lado del caño.

En otra jugada, a los 38 minutos, Nacional tuvo una clarísima oportunidad de aumentar la diferencia cuando, tras un mal rechazo del arquero de Chapecoense, la pelota quedó en dominio de Viudez, quien extrañamente no logró el equilibrio necesario para vencer el arco brasileño.

En un centro frontal de media cancha, cuando, como en todo el partido, Chapecoense metió todos los carromatos en el área de los bolsos, Bruno Giordano metió terrible cabezazo y generó una excepcional atajada de Conde, que mandó la pelota al córner, y la tranquilidad de la ventaja al vestuario.

Extra Oliva

Nacional arrancó con mucha solidez la segunda parte. Su mediocampo homogéneo reforzaba toda acción defensiva, pero todos ellos se desdoblaban en el ataque, lo que le permitió al equipo de Medina generar situaciones de peligro cuando recién habían salido del vestuario.

La actuación de Christian Oliva fue realmente consagratoria para el juvenil de Ciudad del Plata, que en su posición de eje central pudo ser el sostén de la primera acción defensiva, pero también generador de fútbol en la ofensiva, llegando sin ningún inconveniente. Un partido exquisito del gurí con el que Medina removió su mediacancha tras una experiencia conjunta en la temporada pasada en la Tercera División. En el minuto 25 del complemento, Medina se dio cuenta de que la peligrosidad del rápido Pacheco por la banda izquierda de Chapecó podía complicar la defensa de Nacional, que por su lado derecho estaba teñido de amarillas. Entonces ingresó al floridense Leandro Barcia para reforzar ese lugar con capacidad ofensiva.

El tricolor cerró muy bien el juego, y la clasificación entusiasma a sus seguidores: les permitirá embolsar 400.000 de los grandes. Se cimenta la idea de que podrán doblegar a Banfield y seguir. Con esa receta, con Oliva y Romero, puede ser.