Nacional resolvió un partido muy difícil con River Plate. El triunfo de los albos fue 1-0 en el Parque Central, con un golazo de Carlos de Pena. Victoria justa y necesaria para los del Cacique Alexander Medina, que nunca bajaron los brazos en la búsqueda de los tres puntos que les dan la posibilidad de seguir a tiro de Peñarol, una unidad debajo, siendo los tricolores los únicos escoltas en el Torneo Apertura.

El primer tiempo fue muy entretenido. Los dos equipos buscaban una victoria que los arrimara a la punta de la tabla. Después de la victoria de Peñarol, Nacional necesitaba los tres puntos para quedar nuevamente a una unidad; River Plate, en cambio, buscaba un triunfo para alcanzar la línea de los equipos que tienen 14 puntos. Los tricolores comenzaron como una tromba. El equipo de Medina, con Gonzalo Bergessio como figura más peligrosa y referencia de área, estuvio cerca de abrir el marcador en varias ocasiones. Pero estaba Alison Nicola Pérez, el golero nacido en Isidoro Noblía. El arquero de la dársena se convirtió en la figura de la primera etapa: fue el único responsable del 0 en el arco de los de la Aduana.

A pesar de que Nacional no llegó al gol, se vieron buenos momentos de Luis Aguiar en la cancha, siempre atento para recibir el primer pase y ser la salida limpia del equipo. El de José Enrique Rodó todavía no pudo convertir un gol desde que se puso la camiseta tricolor, y se notó que ayer lo buscó mucho; incluso el público tenía ganas de que eso pasara. Aguiar fue acompañado por Tabaré Viudez, que siempre es el punto blanco diferente dentro del césped color verde. ¿Y Christian Oliva? ¿Qué decir? El pibe juega siempre bien.

Del mismo color

Los primeros minutos del segundo tiempo parecieron una continuación del final de la primera etapa. Nacional iba con todo y estaba cerca del gol, al tiempo que River Plate aguantaba con las atajadas de Nicola Pérez y trataba de meter algún contragolpe.

Hasta que llegó el 1-0. Terrible golazo de De Pena. El volante ya había avisado en el primer tiempo –jugó bien– con un zapatazo similar que Pérez le atajó. En este caso, la pelota, que vino de aire, fue controlada de manera exquisita, de pecho –el control orientado hizo la diferencia–, para empalmarla en el momento justo y hacerla traspasar el aire, el tiempo y el viento para chocar contra la red del arco de la tribuna Abdón Porte. Inatajable.

También fue importante el ingreso de Álvaro González, que en los últimos partidos había sido relegado al banco por Medina. El Tata entró muy bien y fue partícipe de la jugada del gol: tomó la pelota, giró el cuerpo hacia adentro y limpió la jugada con un pase largo de zurda para De Pena, que con su zurdazo le rompió el arco a Pérez. Fue el 1-0 en 15 minutos, cuando el reloj empezaba a pesar sobre los hombros de la casaca tricolor porque merecía ir ganando pero no podía lograr el objetivo.

Así las cosas, la justicia –¿existe?– se apoderaba de la noche en el barrio La Blanqueada. Después del gol, Nacional acomodó el cuerpo, se asentó en la cancha y a River Plate le costó mucho. Sin embargo, tuvo una clarísima para el empate que Guzmán Corujo terminó tirando afuera. Los últimos minutos siguieron siendo de dominio tricolor, aunque con algunas imprecisiones. El darsenero mandó a la cancha dos delanteros, Facundo Peraza y Juan Manuel Olivera –tal vez un poco tarde–, pero no pudo conseguir el empate, que hubiera sido demasiado premio para los de Pablo Tiscornia, a pesar de que en el final coquetearon con esa posibilidad. Nacional no se lució, pero volvió a ganar y sigue prendido.