Van ocho fechas y la situación de Liverpool es muy buena. Está tercero junto a Danubio y, habiendo perdido apenas un encuentro, sacan a flote partidos complicados. Dos goles desde el vestuario les abrieron el camino a los de Paulo Pezzolano ayer en el estadio Olímpico. Eso vale. De arranque, Diego Guastavino robó una guinda por la izquierda y, en lugar de jugar la personal, habilitó al goleador negriazul, el mercedario Juan Ignacio Ramírez. El Colo definió con fuerza y Rodrigo Odriozola, que la tocó, no pudo evitar el primer gol. Pero si ese fue un mazazo, mucho más lo fue el segundo, apenas minutos y monedas después. Un centro de Hernán Figueredo, sumado a un grosero error de atención de los defensores locales, dejó esta vez a Federico Martínez en una buena posición para rematar. El delantero no titubeó y puso el 2-0. Estaba fea para los picapiedras.

La situación de Rampla es la opuesta, muy crítica. El equipo apenas cosechó dos empates y está último en la tabla, a la espera de poder sumar puntos que le permitan crecer cuanto antes. El pase histórico a la segunda fase de la Sudamericana, con la goleada 4-0 a UTC Cajamarca, maquilla el mal momento y deja una sensación de que hay equipo para estar más arriba, en lugar de hundido en el fondo. Los del Ronco Luis López han cometido errores de concentración en la zona defensiva, que luego pagan caros, con partidos que se les vuelven muy cuesta arriba.

Los dos goles le pegaron duro ayer a Rampla Juniors, que verticalizó el juego de inmediato. El 4-4-2 que paró el Ronco intentó estar más ordenado en las dos líneas de cuatro y buscó presionar más la salida de Liverpool para robar algún balón. Los de Belvedere cedieron terreno, y rápidamente cayó el tan anhelado descuento. Ignacio Panzariello, clave en los picapiedras, mandó un precioso centro cruzado al área. Diego Martiñones calzó la pelota de cabeza y la cruzó de palo, para el 1-2. Ahora sí.

Si la montaña no va a Mahoma...

El complemento anticipaba un juego precioso, pero no fue así. Los picapiedras fueron los que tuvieron la presión. Atacaron una y otra vez, pero no pudieron. De arranque, se pararon con tres hombres en el fondo y movieron las piezas con el ingreso de Julián Lalinde y del brasileño Igor Paim, pero les faltó precisión. Liverpool entregó el balón y se paró de contragolpe. También llegó, pero no fue inteligente para cerrar el partido con un tercer gol.

De hecho, con el paso de los minutos Pezzolano mandó dos cambios para intentar recuperar terreno perdido en la mitad del campo y contener más las arremetidas de su rival. Ingresó primero Maximiliano Bajter y luego Santiago Viera, más bien en una tónica defensiva. El bloque posicional de Rampla Juniors en el ataque fue bien controlado por Liverpool, que tuvo que cortar varias veces para evitar el avance. Tampoco el local aprovechó las pelotas quietas para generar peligro.

Con el reloj corriendo, los locales tuvieron cada vez más errores y regalaron balones para darles a los de Belvedere la oportunidad de dar la estocada final, algo que tampoco sucedió. Sin ton ni son, Liverpool ganó un partido tranquilo por ser vivo desde el arranque, y se suma a la pelea por el Apertura.