Primero lo primero: con goles de Fabricio Formiliano en el minuto 65 y de Cristian Palacios en los descuentos, Peñarol venció 2-0 a Atenas, partido jugado en el Campus Municipal de Maldonado. Dicho así, parece una buena victoria del aurinegro –de hecho, lo fue, porque se llevó los tres puntos–, pero los números por sí solos no demuestran nada: todo tiene una explicación.

1. Pensarse

Partido a partido, Peñarol no cambia mucho. Ni su esquema de juego ni sus nombres. El director técnico Leonardo Ramos lo ha manifestado más de una vez y lo sostiene con coherencia. Salvo por lesiones o suspensiones, es fácil repetir casi de memoria la oncena titular que elige el entrenador. Es, si se quiere, una zona de confort, la mejor manera que ha encontrado para sumar victorias.

El sábado le faltaron varios titulares. Guillermo Varela y Cristian Rodríguez están en China con la selección uruguaya, mientras que el Mota Walter Gargano sufre una lesión. Cuestión de nombres y cuestiones de funcionamiento, porque son tres de los cuatro –a lo sumo cinco– que han mostrado hasta ahora grandes y sostenidos rendimientos en el equipo, además de que el tándem Gargano-Cebolla es la neurociencia de Peñarol.

Guzmán Pereira y Maximiliano Rodríguez, devenido doble-cinco, fueron los elegidos por Ramos. No les fue mal, aunque les llevó bastante tiempo sentirse parte del juego, producto de que no están acostumbrados a esa función, pero también de que Atenas marcó muy bien la mitad de la cancha. Con un sistema de contención con dos líneas de cuatro –que a veces eran cinco atrás y tres en el medio–, los carolinos no le dejaron hacer a Peñarol el típico juego por las bandas. Sin eso, el aurinegro fue más empuje que otra cosa. Atenas, por su parte, contragolpeó bien y exigió a Kevin Dawson en un par de ocasiones.

2. El destape

No fue coincidencia que minutos después de las variantes que hizo Ramos llegara el gol de Formiliano. Habiendo detectado que la necesidad de Peñarol era tratar de abrir la cancha y jugar mucho más por fuera que por dentro, el director técnico mandó a la cancha a Cristian Palacios por Fidel Martínez y, al poco tiempo, a Fabián Estoyanoff por Giovanni González. Esta variante fue en el minuto 61 y el gol llegó cuatro después. Mathías Corujo logró desbordar por la derecha, tiró un buen centro al área chica, a la altura del segundo palo, y el salteño Formiliano se zambulló para cabecear y abrir el marcador. Fue el 1-0, premio a la insistencia.

El gol abrió el partido. Se generaron más espacios porque Atenas se desacomodó atrás para tirarse arriba. Adolfo Barán, el entrenador de los carolinos, cambió a Gustavo Aprile para darle ingreso a Leandro Sosa y, de ahí en más, jugó con un esquema 4-3-3. Se paró más adelante en la cancha, a tal punto que Ramos, en la batalla táctica, sacó al argentino Rodríguez y metió a Franco Martínez, cambio que le dio mucha más contención. Sin embargo, pese a la postura de Atenas, no hubo mayores riesgos para el arco de Dawson.

3. Será el destino

Las decisiones son de los entrenadores. No es el único rol que cumplen ni mucho menos, pero es uno de los más importantes cuando la pelota rueda y les toca estar del otro lado de la raya. Ven, analizan, sacan conclusiones o toman posturas de acuerdo a cómo van los partidos y con el banco de méritos individuales como herramienta de cambio.

Con la formidable actuación del año pasado, todo hacía prever que uno de los delanteros titulares de Peñarol para este año sería Palacios. Pero no fue así. El carbonero se armó bien; uno de los que trajo, el ecuatoriano Alegría Martínez, llegó derechito y convertía con frecuencia; por esa y otras situaciones –lesiones o las decisiones de Ramos–, Palacios empezó el año en el banco.

Se podría creer que Palacios –o cualquier jugador de fútbol– quiere arrancar el partido desde el vamos; seguro que lo siente así. Pero, lejos de quedarse quieto, cada vez que tiene la oportunidad paga con buenos rendimientos. Y ayer, aprovechando un mal cálculo del arquero Álvaro Villete, pagó con lo que mejor le sale: el gol.