Cuando se conoció la noticia de que Enrique Estévez, consuegro de Tabaré Vázquez, integraba la seguridad presidencial, Vázquez anunció que tenía pensado elevar el caso a la Junta de Transparencia y Ética Pública (Jutep) y, en caso de recibir un fallo desfavorable, cesaría al funcionario.

Hace dos días, el prosecretario de la Presidencia, Juan Andrés Roballo, defendió la contratación, argumentando que se trata de un cargo sensible y de extrema confianza. “Después del episodio con los autoconvocados, quedó claro que no se trata solamente de evitar que alguien ataque al presidente, sino también de que el presidente ataque a alguien. Además, sospechamos que con los años la cosa se va a poner peor. En los cursos sobre seguridad tradicionales no se enseña a tratar de convencer a un adulto mayor que no siga discutiendo con gente en la calle y se meta en el auto”, declaró.

El periódico El Observador divulgó ayer que la Jutep finalmente recomendó a Vázquez que diera fin al vínculo laboral. El mandatario declaró: “No estoy de acuerdo con el fallo, porque yo desde hace décadas vengo colocando gente en cargos de confianza simplemente por ser masones. Al lado de eso, colocar un familiar político es una nimiedad. De todas maneras, vamos a acatar la decisión de la Jutep”. Vázquez aclaró que despedirá a Estévez “con total tranquilidad de conciencia, porque lo voy a colocar en alguno de los curros que tengo”. “Porque si hay algo que no me gustaría, es dejar a alguien sin trabajo”, agregó. Consultado sobre cuál sería el destino de su consuegro, el mandatario reconoció que aún no lo había decidido, pero recordó que algunos de los lugares en los que podría trabajar son la Asociación Española, el Club Atlético Progreso, el Club Arbolito y el Consultorio de Oncología y Radioterapia. También existe la posibilidad de que siga desempeñándose como chofer, pero en CUTCSA, o en el área de tesorería de la comisión organizadora del Campeonato Mundial de Fútbol de 2030.