El anuncio realizado la semana pasada por los organizadores de la candidatura del Campeonato Mundial de Fútbol de 2030 en Argentina, Paraguay y Uruguay de que el primero de estos países tendrá ocho sedes y los restantes dos cada uno despertó todo tipo de especulaciones sobre cuáles podrían ser las sedes uruguayas. Si bien se da por descontado que el estadio Centenario será una de ellas, también es un hecho que habrá que realizar importantes modificaciones. Las posibilidades que se manejan van desde la reforma parcial hasta la demolición para construir uno nuevo. “Seguro que van a aparecer los nostálgicos de siempre a quejarse por el patrimonio y todo eso, pero demoler el Centenario tiene varias ventajas”, aseguró una fuente del Poder Ejecutivo. “La principal de ellas es que los funcionarios del gobierno van a poder cobrar una coima por la demolición y otra por la construcción”. La fuente consultada aseguró también que tras los escándalos de corrupción que involucraron a la constructora brasileña Odebrecht en toda América Latina, “es probable que esta empresa tenga que hacer algunos cambios para seguir operando, y uno de ellos podría ser reinventarse en una empresa de demoliciones. Ahí ya hay una posibilidad”. También opinó que si bien en Uruguay no existe la costumbre de cobrar coimas por las grandes inversiones, “esto debería cambiar en el Mundial de 2030, porque para otorgar una sede la FIFA exige que en los países candidatos haya cierto nivel de corrupción. Si no, los descalifica”.