Manuel (taxista): El Tabaré Vázquez que yo conocí, el médico de barrio, fanático de Progreso y del boxeo que todavía vivía en La Teja, les hubiera dado vuelta la cara de un sopapo. Pero era en otra época. Después lo agarraron los masones y le lavaron el cerebro con todo eso de la corrección política, que es un invento de ellos. Por eso hay tanta delincuencia, porque tenemos un presidente que se olvidó de cómo ejercer la autoridad. ¿O por qué creen que se avergüenza de haber andado con los militares?

Antonio (obrero de la construcción): Estos de Un Solo Uruguay están mal de la cabeza. ¿Empezaron a reclutar niños de escuela? Está bien que el acto aquel que hicieron en Durazno no tuvo mucha convocatoria, pero tampoco es cuestión de andar arrastrando gente de cualquier lado, sobre todo porque esos guachos, si toman mucha Coca Cola, se aceleran y no los para nadie. Están alimentando a las fieras, se les van a salir de control. Esto puede terminar en un golpe de Estado o algo peor. Terrorismo, capaz.

Aureliana (maestra): A mí no me engañan, esos niños estaban adoctrinados. Yo trabajo con chicos de esa edad desde hace 35 años y les puedo asegurar que lo único que les importa es cambiar figuritas, jugar a la bolita y romper cosas a pedradas. Ni saben quién es Tabaré Vázquez. El solo hecho de que hayan logrado retener las palabras que les dijeron sus padres y después repetirlas ya es una proeza. A mí este episodio me hizo creer de nuevo en la educación. Fue muy emocionante.