De las 20 películas de mayor recaudación en boleterías en lo que va del siglo XXI, siete son de superhéroes y de personajes de Marvel. Es comprensible que surja un componente de hartazgo con algunas de las limitaciones del género, sobre todo aquellas que tienen que ver con las condiciones de su liberación para adolescentes en Estados Unidos. Esto es de lo más lógico, considerando que muchos de los gurises de 13 años que vibraron con, por ejemplo, Iron Man 3 (Shane Black, 2013) ahora ya tienen 17 o 18 y, desde entonces, vieron estrenarse una docena de nuevas entregas del Universo Cinematográfico Marvel.

En gran medida, el éxito de Deadpool (2016) se debió a la sensación de destape: fue la primera película Marvel restringida para menores de 17. La taquilla no se comparó con la de las películas más vistosas, pero sextuplicó el presupuesto y bastó para ubicar Deadpool entre las 200 mayores recaudaciones de todos los tiempos en el mercado estadounidense-canadiense. Se espera que Deadpool 2, que costó el doble que la anterior y se está lanzando con mucho mayor expectativa, supere esa marca.

La película manifiesta un placer pueril con la transgresión de reglas ridículas: el personaje de Wade (Deadpool) le dice a Colossus: “¡Dale, decí fuck!”, y el grandulón abre los labios con esfuerzo para superar una traba internalizada). Además de palabrotas, hay referencias sexuales humorísticas (“Sos un payaso vestido como un juguete sexual”) y otras que quizá provoquen risa pero pueden verse como tiernamente íntimas (Wade y su novia Vanessa se van a la cama con el plan de mirar una película porno o de usar un vibrador), y le dan una dimensión inesperadamente vital a un género que se volvió, por lo general, asexuado. Hay sangre, gore y dolor, y en las destrucciones muere gente (importante diferencia con tantas películas en las que se destruyen edificios y planetas enteros pero no hay víctimas, sólo escombros). Los héroes no son íntegramente ejemplares: Wade consume cigarros, drogas y alcohol, intenta suicidarse y comete alguna que otra ejecución. Uno de los protagonistas, Cable, es un machote homofóbico (“El dubstep es para maricas”, dice, con la muy viril actuación del magnífico Josh Brolin). Al inicio parece ser el villano, pero, como sabrán quienes conocen las historietas, termina integrándose a la X-Force. “Homofóbico” es un término no específico, porque Cable no tiene problema alguno en unir fuerzas con Negasonic Teenage Warhead y Yukio, quienes forman una pareja lesbiana. Simplemente no quiere que intervengan en su virilidad, cosa que Wade provoca constantemente con insinuaciones gay o incursionando en territorios de lo femenino (como cuando imita la coreografía de Flashdance –Adrian Lyne, 1983–).

Quienes estén encerrados en el modelo de superhéroes que predomina (solemnes, trágicamente destinados a luchar contra el lado negro del universo) podrán excluir a esta película de sus intereses, o disfrutarla desde el casillero mental de la comedia satírica. Deadpool 2 es abiertamente cómica, incluido el juego de que los personajes hagan comentarios desde fuera de la diégesis: Wade dice a los colegas que no se tomen todo tan en serio, ya que, a fin de cuentas, son “sólo X-Men, metáforas pasadas de moda del racismo en los años 60”; le dice a Cable: “Sos tan oscuro... ¿Estás seguro de que no integrás el Universo DC?”; y cuando otro personaje –Russell– dice que no puede ser un verdadero superhéroe porque está pasado de peso, dice: “Quisiera matar al director de esta película”. Eso se suma a una cantidad de referencias a la cultura pop, a traiciones de las expectativas narrativas (como en el primer casting para armar la X-Force y el ataque desastrado que perpetran), a lo grotesco o ridículo de varias situaciones (el traje mal acomodado de Deadpool, las muchas formas en que lo destruyen –con una flecha que le atraviesa el cerebro, por ejemplo–, pero que no importan porque él tiene un superpoder de regeneración velocísimo). Uno de los mejores toques está en el personaje de Domino, cuyo superpoder consiste en “tener suerte”. Wade objeta que eso no califica como superpoder, pero, como veremos, termina siendo el mejor superpoder imaginable.

Algunas de esas cosas parecen transgresoras y críticas, y lo son en alguna medida, pero pronto se desgastan como una fórmula inocua (como acusar la percepción crítica y hacerse el que se está de vuelta, sin llegar a hurgar más hondamente en las implicancias de lo que se está criticando, y sin asumir plenamente el género, cuyo atractivo es el fundamento mismo de la disposición a reírse de él), lo que no implica que no sea divertido y dé para pasar un buen rato.

La producción es mucho más vistosa que la de la película anterior, pero los realizadores se las arreglaron para no perder la dimensión, si se puede decir humana, traviesa, que funcionó tan bien en la primera. Es más, esta probablemente sea más graciosa e incluso cierra mejor como anécdota. Acá tenemos a un Wade deprimido porque mataron a su novia, con quien planeaba tener un hijo. Luego de hacer su duelo, Deadpool decide aceptar una pasantía como X-Man, y una de sus primeras misiones es controlar a Russell, un adolescente en plena crisis de rebeldía contra el mundo, cosa peligrosa en un mutante con el poder de disparar enormes pelotas de fuego contra aquellos por los que siente bronca. Wade termina depositando en Russell su sentimiento paterno cercenado por el final traumático de su proyecto de familia. Y entonces la historia aborda el doble objetivo de salvar a Russell de alguien que pretende matarlo y de recuperarlo afectivamente de una infancia de abusos, lo que va a implicar unas cuantas persecuciones, camiones y autos rotos, pequeños viajes en el tiempo, y una ametralladora de chistes, varios de ellos muy buenos.

Deadpool 2. De David Leitch. Basada en personajes de historietas de Marvel. Con Ryan Reynolds, Josh Brolin y Julian Dennison. Estados Unidos, 2018. En Ejido, Grupocine Punta Carretas, Movie Punta Carretas, Movie Montevideo, Nuevocentro, Portones, Costa Urbana, Las Piedras Shopping, Punta Shopping, Stella (Colonia), Colonia Shopping, Shopping Paysandú, Shopping Salto, Siñeriz (Rivera).