Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Comenzaron en varios ministerios los procesos de transición, que sin duda conducirán a cambios importantes, pero sólo las personas muy ingenuas o muy fanatizadas creen que todo va a cambiar. Conviene, además, tener en cuenta que en algunos casos lo central no será si se mantienen o se modifican políticas actuales, sino cómo sigue la búsqueda de soluciones nuevas.
Un ejemplo es el de la adecuación de las normas sobre propiedad intelectual a las realidades contemporáneas y al equilibrio razonable entre los intereses de los creadores, los de las empresas y los de la población en general. Otro es el de la prevención de la violencia de género, que no sólo exige recursos para implementar la ley vigente, sino también la profundización de análisis y propuestas.
En todo caso, el modo de encarar las transiciones ministeriales varía mucho: Rodolfo Nin Novoa decidió proporcionarle un despacho en la cancillería a Ernesto Talvi; y Ernesto Murro salió a criticar, de antemano y duramente, las políticas que en su opinión va a llevar adelante Pablo Mieres. Más allá de los estilos personales, es claro que el Frente Amplio aún no ha procesado una discusión colectiva sobre cómo quiere relacionarse con el próximo gobierno.
Parece obvio que los integrantes de la “coalición multicolor” tampoco se han puesto de acuerdo todavía sobre algunos asuntos relevantes. Por ejemplo, Jorge Larrañaga dijo a radio Sarandí que la mayoría de las medidas incluidas en su fallido proyecto de reforma constitucional podrían presentarse como proyectos de ley, y caben serias dudas de que esta idea tenga consenso en la coalición, o incluso dentro del Partido Nacional.
Cabe recordar que Larrañaga había planteado la mayor parte de esas iniciativas como proyectos de ley, sin éxito, y que luego se le ocurrió introducirlas en la Constitución de una forma muy discutible: si el Poder Legislativo no aprobaba leyes como las que él había impulsado, sus contenidos se aplicarían como disposiciones constitucionales transitorias. Sería más que porfiado Larrañaga si ahora volviera a presentar sus proyectos de ley iniciales: por un lado, fueron rechazados en plebiscito hace unos meses; por otro, no sería prudente que, desde el Ministerio del Interior, insistiera con políticas de seguridad que no son compartidas en la coalición de gobierno que integra. Los únicos dirigentes sectoriales que apoyaron el proyecto de reforma del senador fueron Julio María Sanguinetti, muy tardíamente, y Juan Sartori, probablemente el aliado que menos gracia le puede hacer a Larrañaga.
Dicho sea de paso, Sartori señaló, por si alguien no lo había notado, que no hay integrantes de su sector en el equipo de gobierno presentado el lunes por Luis Lacalle Pou. No es posible abrir juicio sobre las propuestas en la materia del empresario y senador electo, porque en su mayoría no trascendieron, pero sí es imaginable que, desde el punto de vista de Lacalle Pou, una cosa es no haberle pasado factura a Sartori por algunos episodios muy desagradables de la campaña para las internas, y otra –que llevará más tiempo– es construir una relación de confianza.
Hasta mañana.