Cuando se habla de pitbulls, hay gente que te mira distinto. No hay que darle mucha vuelta: es que son candidatos a salir en los informativos. Pero no está bien justificar esa mirada con teorías disparatadas. A los que estén convencidos de que a esta raza “le modificaron los genes para que asesine”, los invito a conocer su historia. Como sé que no será suficiente para revocar esa idea, aprovecho para contarles dos cosas. La primera es que aún no está identificado dónde se alojan los genes relacionados con el comportamiento agresivo en perros, y la segunda es que modificarlos para que su expresión sea direccionada no es algo real. Así como tampoco existen Spiderman, el Capitán América, los Cuatro Fantásticos ni Hulk.

Se llama american pitbull terrier, dato a tener en cuenta para diferenciarlo de una raza casi idéntica: el american staffordshire terrier. Se cree que sus antepasados son bastante antiguos. Por el año 43 los romanos y los bretones no eran muy amigos y la guerra decidió el destino de los últimos. Pero entre las filas del perdedor se encontraba un perro bastante grande, musculoso y fuerte, conocido como pugnace britanniae. Lo llevaron a la capital del imperio a participar en los eventos que, para la época, eran la Champions League: darse de bomba en el coliseo. Ya instalado en Roma, se fue cruzando con perros nativos y dio lugar a una raza que era especialista en enfrentar a los toros, el ancestro del bulldog.

Entre los siglos X y XVII en Europa pasaron cosas: desde la decadencia absoluta luego de la caída del Imperio romano hasta el inicio del Renacimiento. Con los perros se inventó en Inglaterra un “deporte” llamado bull baiting, que consistía en enfrentarlos contra un toro. Pero la gente se emboló de verlos pelear contra los mismos bichos y fue a por más: caballos, jaguares, monos y osos. Copado, ¿no? Debido a la popularidad del macabro espectáculo, el parlamento británico decidió prohibirlo. Esa ley de 1835 comenzó a dar forma a la raza actual, porque si bien la gente acató la orden, tampoco se llevó los perros al living. Otra actividad obtuvo gran suceso: el ratting. Esta nueva competencia consistía en llenar un foso con ratas, tirar al perro en el medio y contabilizar las muertes. Para eso se necesitaba un tipo de perro más ágil. Esos precursores de bulldog se comenzaron a cruzar con terriers, criados para entrar a las madrigueras de alimañas de campo.

Aunque el pitbull de esa época no se parecía mucho al que conocemos, el término se usaba no para identificar a una raza sino para nombrar a cualquier perro que compitiera en tal deporte. Bull eran aquellos que otrora peleaban con toros, y pit significaba “fosa”. Cuando los bulls se cruzaron con los terriers, apareció entonces el pitbull terrier.

Como una utilidad sanguinaria más, los pitbulls también se usaban en peleas entre perros. Hacerlas clandestinamente era fácil, ya que tener un perro no era ilegal. Lo interesante era el reglamento. Si bien el ganador era el que vencía (generalmente mataba) al otro perro, era descalificado por el jurado si se mostraba agresivo con el amo. Ya hace 200 años se seleccionaban y educaban perros con capacidad de combate que, sin embargo, debían ser dóciles con las personas.

Para las federaciones que se encargan de estandarizar y preservar las razas caninas los pitbulls son de origen estadounidense, no inglés. Tiene que ver con un tema de papeleo. Cuando llegaron junto con los inmigrantes, sobre todo irlandeses, había dos federaciones para inscribir la raza; una de ellas no quiso saber nada al principio y la otra lo anotó como quiso. En el nuevo mundo siguió compitiendo en ratting en las costas del este, pero cuando la población comenzó a migrar hacia el oeste, vieron en los pitbulls atributos para otro tipo de tareas, como pastorear el rebaño, y debido a su devoción familiar se los apodó “perros niñeros”.

Durante el transcurso de la Primera Guerra Mundial Estados Unidos decidió preparar a la población ante una eventual intervención militar. Se elaboraron pósters patrióticos que lograban concientizar de que se venía la cosa mientras le avisaba al enemigo que no se hiciera el loquito. En esa propaganda aparecía un pitbull con el pabellón como manta y frases como “El perro guardián americano”.

Para la Segunda Guerra Mundial la raza era un ícono de la nación. Se diseñaron panfletos que mostraban a un marine junto a un pitbull y la bandera patria junto al enunciado “Defendemos la vieja gloria”. Es más, la raza compartía fama junto al collie de pelo largo representado por Lassie, ya que era protagonista de series televisivas.

El declive o, mejor dicho, la mala reputación, comenzó en la década del 80, cuando las pandillas retomaron las peleas de perros y el pitbull, al igual que el rottweiler, fue entrenado para reafirmar un estatus “rebelde y peligroso”. La estigmatización vino con los medios de comunicación; sólo se publican ataques de pitbull. Hay muchísimos otros episodios de agresividad, pero no ganan notoriedad si titulamos “Caniche toy muerde tobillo de anciano”.

Pitbull

Con una altura promedio de entre 38 y 48 centímetros, estos perros pueden pesar de 15 a 28 kilos y vivir unos 13 años. Necesitan sociabilizar desde pequeños con los estímulos que convivirán con ellos en su etapa adulta: deben familiarizase con niños, abuelos y otros perros desde sus primeros momentos. Además, necesitan aproximadamente 40 minutos diarios de ejercicio. Dentro de sus enfermedades más habituales resalta la displasia de cadera.