Días después de que Música de la tierra fuera invitado a participar en el Festival y Congreso Profesional de Música Iberoamericana, EXIB Música, en Portugal, el festival tendrá su segundo encuentro en la sala Hugo Balzo, en el que mantiene su consolidada marca personal, acoplando conciertos y clínicas con artistas uruguayos y de la región, y talleres gratuitos con materias primas y oficios del campo: el viernes a las 21.00 Vítor Ramil presentará Campos neutrales, el que el músico considera el mejor disco de su carrera; unas horas antes (a las 18.30) habrá un taller de acercamiento al trabajo artesanal de la guasquería (a cargo de Marcelo Gallone); y, al día siguiente, Ramil ofrecerá una clínica.

Para algunos, Ramil es un visionario músico gaúcho que escribió un ensayo fundamental sobre una mirada desde el sur de Brasil, que él definió como “estética del frío”; y, para otros, se trata del compositor, cantante, instrumentista y escritor que, desde sus primeros discos, estableció un personalísimo sonido de la guitarra, entre sentidas y lúcidas composiciones. Ramil nació en 1962 y a los 17 años ya había compuesto “Siembra”, la conocida canción que después grabó Mercedes Sosa. Al año siguiente, ya se precipitó el augurio de un buen comienzo: grabó su primer disco, Estrela, estrela (1981) con Egberto Gismonti como arreglador y referentes de primera línea como Caetano Veloso y Milton Nascimento lo consideraban un niño prodigio.

A lo largo de su obra, grabó más de diez álbumes (y musicalizó, por ejemplo, obras de Jorge Luis Borges como “Milonga de los morenos” y “Milonga de Manuel Flores”, la misma que mucho antes había hecho canción Eduardo Darnauchans), entre ellos los fundamentales Ramilonga. A estética do frio (1997) y Délibáb (2010), con la participación de Veloso y del guitarrista argentino Carlos Moscardini, además de Foi no mês que vem (2013), un disco doble que repasa su repertorio y en el que reunió a referentes de la región, como el mencionado Milton, Ney Matogrosso, Pedro Aznar y Jorge Drexler.

En 2017, cuando Ramil vino a Montevideo, dijo a la diaria que, cuando hablaba de la estética del frío, la gente le preguntaba cuál era el trabajo que más la representaba. En ese entonces, mientras preparaba Campos neutrales, tenía la sensación de que ya tenía el disco para nombrarla, porque había podido hacerlo “con bastante criterio: los arreglos, los músicos, los temas, las letras, todo está muy cuidado y refleja mucho lo que pienso. Es un trabajo de cuyo resultado estoy bastante seguro. En un momento me di cuenta de que había temas en español, otros en portugués con nombres en español [como “Duerme, Montevideo”, que habla de su padre –uruguayo– y su abuelo –gallego–], otros con una frase en español y otros en inglés. Confluyen tres idiomas, compositores del norte y el nordeste de Brasil, un poeta portugués [António Botto], un tema de Bob Dylan... Conecté esto con el hecho de vivir aquí, en el extremo sur de Brasil, que en el pasado fueron los campos neutrales entre España y Portugal. Y me parece que se refiere a un conflicto significativo, una parte de nuestra historia que no es muy conocida. Tal vez hoy en día, con la xenofobia y las guerras, nos enriquece muchísimo el carácter de un pueblo de frontera, que tiene en su formación el espíritu del extranjero, del vecino, de otras culturas. Yo veo eso como algo muy fuerte en mi música”.

Así, Campos neutrales reúne 15 canciones que reivindican a Pelotas, la ciudad en la que vive (“Satolep Fields Forever” dialoga con la referencia beatle y con su tema “Satolep”, que es el nombre de su ciudad al revés), el lugar del que proviene, territorios tan disímiles como Londres o Hermenegildo, su modo de ver el mundo, su historia. Si bien algunos prefieren hablar de fusión, él admite que, en verdad, quisiera conocer si en la esencia de la melodía, la armonía y la letra “realmente hay algo que sea una mezcla de esos lenguajes, que sea algo nuevo”. En su caso, comenzó explorando algo que no estuviera tanto en la superficie de la creación, sino más a nivel interno. “Si lo mirás desde otro punto”, dice, “eso le agrega belleza”, porque ya no se trata de “oponerse al gaúcho, de oponerse al vecino o al tropicalismo, sino de reconocer que todas esas cosas son parte de tu formación, y tratar de manejarlas con levedad”.