Si uno se toma siete años sabáticos para irse de vacaciones al Tíbet, seguramente se cruce con leones. Leones de cinco kilos aproximadamente. En la mitología budista, el león es el gran protagonista. De hecho, oficia muchas veces de medio de transporte del mismísimo Buda. Rápidamente uno pensaría que Buda no está bien representado por sus fieles, ya que difícilmente un león tan chico podría trasladar a un señor sentado y generalmente con sobrepeso, pero ese es otro tema.

Ese tal león de cinco kilos en realidad es una de las razas más antiguas del mundo, cruce de pekinés y lhasa apso, y se llama shih tzu. Aunque China se atribuye su origen, muchos indican que los tibetanos fueron los pioneros en la creación del pequeño cuzco y hace bastante tiempo atrás, unos 8.000 años. Aunque entre el Tíbet y China la cosa está y estuvo siempre difícil, hubo momentos de armonía, gracias a la expansión del budismo que, tras salir de India, pasó por la zona del Tíbet, que hasta el siglo X fue un país independiente, y llegó a China tiempo después.

En el apogeo del Imperio tibetano, esta raza circulaba sin fronteras y acompañaba como mascota al tibetano de a pie. Es más, aparece representada en el arte de la dinastía Tang (618-907) e incluso en informes enviados a Occidente por el propio Marco Polo, en los que describe la presencia de estos leones bonsái por la vuelta.

El apogeo de este tipo de raza también se vio favorecido por la forma de comer que tenían las altas cúpulas orientales. Alimentarse en el piso o al menos a poca distancia de él claramente iba en contra de adquirir mascotas de gran tamaño, por lo que tanto el shih tzu y el pequinés fueron Gardel. Tal era el vínculo entre los perros y los emperadores que hasta se los nombraba virrey (una de las más altas distinciones de la época) y a las hembras, esposas de esos dignos mandatarios. Estos afortunados bichos disponían hasta de soldados para protegerlos, alfombras glamorosas y, obviamente, una alimentación privilegiada.

Pero lo que hizo al shih tzu famoso fue su vínculo con el dalái lama. Mucho antes del inicio de los conflictos contemporáneos, esos líderes espirituales mantenían vínculos cercanos con las altas esferas de la China de 1900.

Fue en 1908 cuando el dalái lama obsequió a la emperatriz Cixí varios perros shih tzu, gesto que se toma “oficialmente” como el inicio de la raza. Tal es así que vivían en verdaderos palacios únicamente para ellos; eso sí, siempre y cuando aprendieran a sentarse y agitar sus miembros anteriores cuando la emperatriz los visitaba.

Luego de la muerte de la emperatriz, la cosa se alborotó un poco. Comenzaron a realizarse cruces sin control y de forma masiva, dando como resultado perros de supuesta mala calidad, que se vendían en los mercados, y perros mejor considerados, que se sacaban de contrabando y se regalaban a nobles locales y a los extranjeros que llegaban de Occidente. Si bien en su momento tal negocio estaba totalmente prohibido, fue quizá lo que salvó la raza.

En 1937 los japoneses coparon China y extinguieron los shih tzu del país. No quedó ni uno. Pero, gracias a los negocios turbios de comienzos de siglo, el león miniatura ya se encontraba cómodamente instalado en Europa primero y América después.

Shih tzu | Su altura no supera los 30 centímetros y su peso varía entre los cuatro y los siete kilos. Como todo perro chico, estos nenes viven bastante más que la media: en promedio de 12 a 14 años. Dada la anatomía de su nariz, suelen ser susceptibles a problemas respiratorios y resisten poco la exposición a temperaturas elevadas. También pueden padecer inconvenientes relacionados con la salud bucal, como gingivitis y sarro. Problemas oculares suelen aparecer con frecuencia, así como también afecciones de oído.