Hace años que Gabriela Poplavski se dedica a dar soluciones web para e-commerce, pero fue un viaje a Tenerife, como invitada a un programa de aceleración de moda y tecnología, lo que la llevó a sacar de la estantería una de esas ideas que esperan el socio adecuado. Lo resume así: “Ahí me contacto con un chico que está haciendo ropa adaptada para personas con discapacidad. Era de Logroño, La Rioja, y el cliente tenía que pasar por la puerta de su local. Me di cuenta de que lo que se necesitaba era algo que fuera on demand. Quedé súper enganchada y me acordé de Valentina de Llano, con la que ya había trabajado en Melopruebo, que fue una comunidad de moda con un probador virtual”. De Llano es diseñadora textil, enfocada en démi-couture, un concepto a mitad de camino entre el prêt à porter y el modelo único, que desarrolla prendas de diseño a demanda. Arrancaron con el proyecto en diciembre, durante el resto del verano se dedicaron a hacer entrevistas para investigar sobre los requerimientos más frecuentes, y se presentaron al programa de Capital Semilla de la Agencia Nacional de Desarrollo (Ande).

Vienen a cubrir un nicho raramente contemplado, puesto que, como señala Poplavski, “podés estar súper ćomodo con un jogging, pero después tenés que ir a un teatro o a trabajar, y querés estar un poco más formal. La idea es que la persona puede customizar las prendas según sus necesidades, poniendo todas sus medidas en la plataforma, incluso si hay que diferenciar una pierna de otra, o el brazo izquierdo del derecho, porque hay alguna asimetría. Cuando tienen algún problema, los cuerpos se deforman, pierden tono muscular, entonces, si querés que te quede bien, la ropa estándar no te va a servir”.

En Inclusive Factory adaptan las prendas base a las medidas personales, pero también a las circunstancias: “Una persona que necesita pañal, va a precisar algo un poco más amplio, o puede usar un catéter, o una sonda, entonces va a precisar un bolsillo extra. Capaz que tiene movilidad y se puede poner un pantalón sin asistencia, pero no llega al piso y en ese caso, si es un pantalón cargo, en vez de ponerle los bolsillos a los costados, se los ponemos en la parte de adelante del muslo, para que pueda guardar la billetera o el celular”, cuenta Poplavski.

Están en conversaciones con el Banco de Previsión Social, ya que apuntan a incluir el servicio en su catálogo. “De acuerdo al censo de 2011 –y esto aumentó–, estamos hablando de 15,9% de la población que manifiesta tener al menos una discapacidad, y más de 60% de esas personas está en el interior. Con Ande tenemos el plan de visitar la mayor cantidad posible de localidades, porque nuestro público objetivo está sobre todo allí. Aparte, de repente tiene miedo de comprar por internet. Entonces queremos ir a mostrarles los productos y ayudarlos a ingresar sus medidas en la plataforma aunque después no hagan una compra”.

Cuentan con una serie de modelos básicos sobre los que trabajan: un pantalón cargo para la posición sentada, que puede servir tanto para hombre como para mujer; un jean de dama con aberturas laterales (los cierres bajan hasta la mitad del muslo y llevan argollas, para facilitar su manipulación). El velcro se termina desgastando, por lo que prefieren evitarlo en pantalones, lo mismo que los imanes, porque se pueden abrir fácilmente. Ofrecen, en cambio, camisas para ambos sexos con imanes, que son prácticas para personas que se recuperan de un accidente cerebro vascular, para pacientes de Parkinson, quienes sufren artritis o cualquier otro trastorno que afecte la motricidad fina. También hay tapados y capas con imanes. “Me decía la mamá de un chico que tiene trastorno del espectro autista [TEA] que a él le encanta ponerse camisas pero que cuando se va a desvestir le viene una ansiedad que lo lleva a terminar arrancando los botones. Así que en realidad el servicio se adapta a quien le parezca que le puede servir, no necesariamente porque haya tenido un problema”. Al mismo tiempo, señala la emprendedora, si el usuario utiliza un marcapasos no puede llevar prendas con imanes porque alterarían el funcionamiento del dispositivo.

En la colección inicial figuran además una remera de algodón que hacen más larga atrás y más corta adelante, para que no haga pliegues, una camisa tipo kimono, con lazo, para mujeres que no pueden vestirse solas, pantalones de vestir masculinos, pensados especialmente para quienes usan muletas y se les complica para ir al baño. Hay otra línea que empiezan a trabajar, dirigida a niños con TEA: “Algunos padres dicen que a los chicos les resulta difícil reconocer el derecho y el reveś y se visten mal. Para ellos hicimos un buzo y un pantalón reversibles”. No tienen costuras ni etiquetas, para que no les molesten, y son de algodón o lino, texturas agradables.

Recibieron pedidos, por otra parte, de vestimenta para ancianos, y están abiertas a cualquier otra demanda. Producen de cero en base a productos prefijados que convierten el molde de acuerdo a cada medida. “Cuando llegó el primer pantalón, realmente costaba un montón interpretar el molde: es muy alto de atrás y muy bajo de adelante, porque a una persona que está en una silla de ruedas le molesta el cierre y tiene que ser alto atrás para que le tape los riñones. No por estar en una silla de ruedas o tener algún problema hay que ponerse ropa de hospital. Es dignificarlos un poco, porque tienen sus gustos y quieren mostrarlos”. Por eso las prendas se pueden pedir en colores vivos, si el cliente gusta, como naranja o verde flúo.

La web es accesible, se puede manejar sin mouse, con tabulador, e incluye sonido y videos demostrativos. Agregar un bolsillo puede costar entre 100 y 150 pesos más. Si se necesitan cierres desde el tobillo, para férulas, lo mismo. Lo que sí encarece es la elección de la tela: para personas obesas, con contornos mayores a 130 centímetros, se duplica el costo de tela. El precio final de un pantalón a medida puede quedar en los 3.200 pesos. En la primera compra descuentan 25%. El tiempo estimado de entrega son 15 días. Además de las medidas, en la sección de observaciones se puede agregar una foto.