Diciembre de 2013: la legalización.

El Parlamento aprueba la legalización de la marihuana. El potencial adictivo de esta droga la transformó rápidamente en la preferida por los narcotraficantes.

Inicialmente la legalización abrió dos mercados paralelos para la sustancia. El primero fue ocupado por la mafia farmacéutica, que tras cierto entusiasmo inicial terminó abandonando el negocio para dedicarse de lleno a la preparación de la pandemia de covid-19. Eso le dejó el camino libre al que finalmente se transformaría en el único actor del violento y salvaje negocio de la marihuana: los clubes cannábicos.

Julio de 2014: los primeros ataques.

Luego de algunos meses en donde reinó la anarquía, el novel mercado de la marihuana terminó dividido en dos grandes cárteles. Por un lado, el cártel de los hipsters, que opera fundamentalmente en los barrios montevideanos de Pocitos, Parque Rodó y Ciudad Vieja. Por otro lado, el cártel de los jipis, cuyo bastión es la costa rochense. Tanto hipsters como jipis se lanzaron en una feroz carrera por crear la mayor cantidad posible de clubes cannábicos. Como suele ocurrir en todos los mercados de la droga, los enfrentamientos territoriales no se hicieron esperar, y con ellos, llegó la violencia.

El 23 de julio el cártel de los jipis instaló un club cannábico en una casona abandonada del Parque Rodó. La respuesta de sus rivales hipsters no se hizo esperar: un grupo de diseñadores gráficos entraron al lugar y atacaron brutalmente a los jipis con sus Macbook, causando tres muertos y numerosos heridos. Para reafirmar el mensaje, introdujeron varios kilos de café gourmet en el ano de una de las víctimas.

Enero de 2014: la respuesta.

Ocho hipsters que fueron a veranear a Punta del Diablo generaron el segundo gran enfrentamiento. Los veraneantes no instalaron ningún club cannábico, pero llevaron consigo decenas de cigarrillos de marihuana, algo que fue considerado por los jipis como una provocación. Por la noche, integrantes del cártel rochense fueron hasta la casa donde estaban los hipsters, trancaron las puertas por fuera y arrojaron inciensos encendidos por las ventanas. El fuego no dejó sobrevivientes.

La guerra abierta había comenzado.

Marzo de 2014-febrero de 2020: baño de sangre.

Las batallas por el control territorial se cobraron miles de víctimas en este período. El cártel de los jipis colocaba bombas en cervecerías artesanales, tiendas de vinilos y casas de hamburguesas gourmet. El cártel de los hipsters respondía atacando ranchos en Rocha y chacras en el Montevideo rural. Pero los objetivos principales para ambos grupos eran los clubes cannábicos, es decir, los centros neurálgicos del macabro negocio.

A la tragedia de la violencia se sumaba otra que causaba tantas o más víctimas: la de los adictos a la marihuana, que en su afán por conseguir más droga y con sus sentidos y su capacidad de razonamiento completamente atrofiados por el THC eran capaces de asesinar con tal de hacerse con un cigarro de marihuana.

Para mediados de 2019 la guerra contra el narco parecía una batalla perdida. Pero la situación dio un golpe de timón a finales de año, más concretamente, el último domingo de noviembre.

Marzo de 2020: el Estado contraataca.

La llegada al poder del Partido Nacional y sus socios significó un cambio de rumbo en la lucha contra el flagelo de los clubes cannábicos. El presidente, Luis Lacalle Pou, sabiendo que se enfrentaba a un enemigo tan poderoso como peligroso, asignó la difícil tarea de combatirlo a uno de sus mejores hombres: Jorge Larrañaga. Encabezando el Ministerio del Interior, Larrañaga fue el primero en entender que para derrotar a los grandes narcotraficantes había que pegarles donde más le doliera, o sea, en los clubes cannábicos. Si bien la estrategia de Larrañaga comenzó hace pocos meses, numerosos testimonios de hipsters y jipis coinciden en que el submundo de los clubes cannábicos se respira un nerviosismo nunca antes visto.

Desde el gobierno saben que la guerra será difícil, pero entienden que atacar a las mafias narco-cannábicas es la única forma de traer de nuevo la paz al país.