La Fundación Promoción Perros de Asistencia (Fundappas) desarrolla programas de cría y entrega de perros guías para personas ciegas y de terapia para niños con trastorno del espectro autista (TEA). Trabajan con la raza labrador y, una vez que los animales terminaron el proceso de socialización en hogares transitorios, ingresan a la escuela, donde reciben instrucción específica. Entonces definen cuál será su tarea: dependiendo de la capacidad del animal, se ve para qué perfil aplica mejor.

La etapa de socialización consiste en elegir una familia u hogar responsables del cuidado y atención de sus cachorros durante un período a término. “Lo que se espera es que pueda participar en la mayor cantidad de actividades ‘humanas’ de una manera satisfactoria. Para ello, la adaptación abarca principalmente modales domésticos y comportamiento. Socializarlos implica dedicarles aproximadamente de ocho meses a un año y compartir tus actividades, tu rutina –trabajo, estudio, vida social– con un cachorro entregado a los tres o cuatro meses”, explica María José Mesa, que vivió la experiencia hace cuatro años y desde entonces se integró como voluntaria a Fundappas.

La convocatoria siempre está abierta mediante el formulario disponible en la web fundappas-uruguay.org/home. A lo largo de ese tiempo enseñan al postulante cómo hacer para que la mascota responda a comandos o no haga determinadas cosas, e incluso que pueda permanecer tranquila sin supervisión. Para que esto suceda, se espera que sea “como nuestra sombra”, dice Mesa: “Si no estamos en casa, el cachorrro no debería estar en casa”. Para eso existe una normativa que “en primera instancia habilitó a los usuarios de perros guías a entrar acompañados por el animal a espacios públicos o privados de uso público, como cines o negocios, y se fue ampliando para amparar además a las figuras de instructores y socializadores”.

Se lo entrena de acuerdo a la etapa de crecimiento: el primer mes y medio van una vez por semana a clases en la sede de Fundappas, ubicada en el parque Rivera, o bien en las instalaciones del Centro de Desarrollo Local (Cedel) Carrasco que está en el mismo predio; luego asisten cada 15 días. El plan está dividido en fases y grados de dificultad y exigencias. “Según la etapa del cachorro vas a ir viendo cómo y cada cuánto premiarlo, cómo reforzarlo, pero en realidad lo más difícil no es que el animal aprenda la orden, sino que la persona pueda transmitirla bien. Entonces, la instrucción es para los dos. En algunos casos tenemos que mover nuestro cuerpo para pedirle algo o indicarlo con el tono de voz. Al principio, obviamente, no responden. Es a través de la constancia, un poquito todos los días, que se va notando que aprende”, transmite Mesa. “Los animales también tienen un proceso de maduración y de capacidad de adquirir destrezas o sobrellevar situaciones, ya que el estrés también los afecta. Si es cariñoso o más introvertido también pesa. Esas características y otras, a nivel técnico, van condicionando su aptitud para un programa u otro”.

Fundappas abarca todo el proceso: los reproductores son elegidos en base a su genética, buscando minimizar el riesgo de que desarrollen problemas óseos o de visión, a los que es proclive la raza, ya que eso implica tiempo y recursos. Si bien no tienen un número promedio de perros, porque depende de las camadas que logran sacar, Mesa explicó que para este año proyectan que unos 20 completen efectivamente el proceso de instrucción. La voluntaria resume de este modo la trayectoria de la fundación, que trabaja desde 2009: “Alberto Calcagno, que es su presidente, quedó ciego debido a la diabetes y logró dar con una institución en Estados Unidos que trabaja con perros guías, y con un conjunto de compañeros trajeron a Uruguay una escuela integral. En 2014 empiezan a reproducir la primera camada de perros nacidos en Uruguay, y en 2016 se logra entregar los primeros. Hoy ya hay alrededor de 25 perros guías entregados y 11 de asistencia para niños con TEA. Somos miembros de una organización la International Guide Dog Federation, que regula los programas de capacitación y los estándares de calidad”.

No hay requisitos para sumarse como socializador, pero es necesario compatibilizar trabajo y actividades de ocio con este proceso, dedicarse personalmente o delegar en un familiar para que el cuidado del cachorro sea óptimo. En cuanto a los gastos, Fundappas provee la comida del animal y tiene un acuerdo con una veterinaria. Parte de sus recursos proviene del Estado, por medio de convenios, y otra de particulares, por medio de donaciones o de eventos que realizan para juntar fondos.

La idea es que en su hogar transitorio el animal viva con afecto. Mesa se refiere a la entrega de los socializadores y a las razones que los mueven: “Siempre hablamos de trabajar el objetivo, por qué lo vas a hacer, no sólo porque amás a los perros; hay que visualizar que este es un perro diferente y que con él tengo el poder de cambiarle la vida a alguien más. Cuando lo tenga que entregar, sí, va a doler, pero hay que ver cómo trabajar el desapego en una situación así, en la cual las reglas están claras desde el vamos”. La define como una experiencia enriquecedora a la que se postula mucha gente joven, que en algunos casos ha repetido. “Uno se cuestiona cómo tendría una mascota”, observa. “Ahora ni loca adoptaría un perro para dejarlo todo el día solo”.