Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
La difusión de actas de un Tribunal de Honor que juzgó en 2006 al represor Gilberto Vázquez causó un importante impacto, que probablemente se amplificará en los próximos días. El documento fue obtenido por Madres y Familiares de Detenidos Desaparecidos mediante un pedido de acceso a la información presentado al Ministerio de Defensa Nacional, y tiene repercusiones en varios planos.
La más obvia se refiere a los graves delitos que el militar dijo hace 14 años que había cometido durante la dictadura y también después. Lejos de negar su responsabilidad en actos aberrantes, Vázquez la asumió y la reivindicó ante compañeros de armas de alto rango, en el entendido de que ellos debían comprenderlo.
Cabe recordar, de todos modos, que aquel Tribunal de Honor no se formó para evaluar los crímenes del oficial, sino porque se había fugado del Hospital Militar (fue recapturado poco después, disfrazado con una peluca). Los criterios de las Fuerzas Armadas sobre qué constituye un deshonor son por lo menos llamativos.
En segundo lugar, el hecho de que estas actas recién se divulguen ahora muestra que el silencio sobre declaraciones de culpabilidad ante un Tribunal de Honor no se dio sólo en los casos de José Nino Gavazzo y Jorge Silveira, por los que se pide el desafuero del entonces comandante en jefe del Ejército, Guido Manini Ríos, hoy senador y líder de Cabildo Abierto.
Esto no exculpa, por supuesto, a Manini, sino que agrega cuestionamientos al modo en que se ha manejado, durante años y con responsabilidad de distintos gobiernos, la investigación sobre el terrorismo de Estado. Sin embargo, es posible que el caso de Vázquez se utilice para generar ruido en torno a ese pedido de desafuero, con la mala excusa de que “otros también lo hicieron”.
De todos modos, también hay que tener presente que Vázquez, al igual que otros de los militares más denunciados desde la salida de la dictadura, no sólo participó personalmente en tareas represivas. También está familiarizado con el trabajo de inteligencia y contrainteligencia, y tiene antecedentes de poner en circulación información total o parcialmente falsa, con fines de distracción. No se trata, por lo tanto, de dar por cierto todo lo que dijo ante el Tribunal de Honor, pero tampoco de alegar –como lo hizo Manini con la intención de justificar su proceder ante los dichos de Gavazzo y Silveira– que se trataba sólo de chicanas para prolongar el proceso y crear confusión.
Y ya que hablamos de crear confusión, sería importante que el sistema partidario y la opinión pública demostraran en estos días que tienen, como dice el dicho, la capacidad de “pensar dos cosas juntas”. Esperemos que las necesarias discusiones sobre estas actas convivan, sin estorbarse, con otras no menos necesarias acerca del proyecto de presupuesto nacional para el próximo quinquenio que el Poder Ejecutivo presentará al Legislativo, a más tardar el lunes a medianoche.
El debate que está a punto de comenzar, dentro y fuera del Parlamento, definirá planes y asignaciones de recursos para todas las áreas del Estado, y para comprenderlo basta ver el cálculo de la pérdida salarial que pueden sufrir quienes trabajan en la educación pública.
Hasta el lunes.