Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
La doctora Ana Lía Piñeyrúa tiene una larga trayectoria política, desde los años 80 del siglo pasado, como militante, dirigente, legisladora y ministra del Partido Nacional. Desde 2017 integra la Corte Electoral (CE), y esto había tenido escasa repercusión hasta que afirmó, mediante Twitter, que la campaña contra la ley de urgente consideración (LUC) se desarrolla “a pura mentira”.
Ocurre que la CE está llevando a cabo la verificación de las firmas por el referéndum contra la LUC, y luego tendrá a su cargo una serie de altas responsabilidades relacionadas con la consulta popular (entre ellas, por supuesto, el conteo de los votos). Esto implica, obviamente, que quienes la integran tienen la obligación constitucional, legal y moral de no expresar públicamente simpatías o antipatías hacia ninguna de las partes involucradas en la campaña.
Por ejemplo, no deberían manifestar que quienes impulsan la anulación de 135 artículos de la LUC son canallas que tratan de engañar a la ciudadanía.
Antes de ingresar a la CE Piñeyrúa no había estado especialmente vinculada con los tareas propias de ese organismo, pero sabe lo que es estar del otro lado del mostrador. De 1987 a 1989 integró la Comisión Nacional pro Referéndum contra la Ley de Caducidad. Promovió una consulta popular contra una norma defendida por el gobierno nacional, y la CE de aquel momento adoptó, en más de una oportunidad, actitudes y medidas que la apartaron de la ecuanimidad, en sintonía con los intereses y deseos del oficialismo. Sin embargo, ni el organismo como tal ni sus integrantes llegaron al nivel grosero de agresión en el que ella incurrió ahora.
Hay un factor que no constituye excusa pero puede haber incidido para que se produjera el derrape. Las redes sociales, como cualquier experiencia adictiva, pueden llevar a diversos usos problemáticos. Uno de ellos tiene que ver con dificultades para recordar, en todo momento, que se trata de un medio de comunicación potencialmente masivo.
Les pasa a muchas personas, pero parece ser más frecuente entre quienes accedieron de grandes al uso de estas tecnologías. Las consecuencias pueden ser graves para cualquiera, pero tienen especial relevancia cuando se trata de gente que, por sus responsabilidades institucionales, debería mantener cierto nivel de circunspección.
Piñeyrúa borró sus tuits, y eso sugiere que se dio cuenta de que había metido la pata o que alguien se lo hizo ver. Pero el daño está hecho, y no afecta sólo ni principalmente a quienes hacen campaña contra la LUC. Está en juego nada menos que la confianza en que la CE se comportará con la debida imparcialidad, en lo referido al referéndum del año que viene y en todas las decisiones ciudadanas. Es enormemente peligroso que esa confianza se debilite.
Quienes tienen la responsabilidad de ofrecer garantías deben abstenerse de tomar partido. Esto lo entiende y lo acata el encargado de contar los votos para elegir las autoridades de un club de bochas, aunque esté con alguna copa de más en la cantina. Los clubes de bochas (y sus cantinas) son instituciones respetables, de las que la Corte Electoral bien podría tomar, en un país serio, ejemplo.
Hasta mañana.