Muchos recordarán los juegos en la calle tantas tardes de la infancia: la pelota, la escondida, la mancha. Era una forma corriente de habitar el espacio público. Hoy el protagonismo lo tienen los vehículos en demasía y parece que la época dorada de juegos en el asfalto se hunde en el ocaso. Los y las niñas ya no salen con frecuencia a jugar en la calle o la vereda como antes. Mucho tendrán que ver las nuevas plataformas de entretenimiento y el tránsito vehicular; ni qué hablar del aislamiento consecuencia de estos dos años de pandemia. Los sitios de intercambio espontáneo entre niños y niñas son fundamentales para el desarrollo y habitar el espacio es un derecho. Atendiendo estas cuestiones tuvo lugar el sábado 16, en el marco del Día del futuro organizado por la diaria, “Niñez a la calle”, un festival para niños, niñas y adolescentes, con el propósito de “defender el derecho al juego en la ciudad” y “devolver el espacio público a la infancia”.

Niñez a la Calle es un proyecto impulsado por un grupo de familias, que buscan devolver a la infancia la oportunidad de jugar libremente en el espacio público inmediato, calles y veredas de nuestra ciudad, simple y mágico. Una instancia para repensar las formas en las que habitamos nuestra ciudad e imaginar nuevos futuros posibles. La actividad contó con el apoyo de la Intendencia de Salto, INAU, Rotary Club de Salto, Club Nacional de Fútbol, Jardín 103, Escuela 5 y Escuela de Arte Nº29.

Pensar el espacio lúdico

El sábado en la mañana se cortó la calle J. Delgado entre Barbieri y 8 de Octubre, y se dispusieron actividades a lo largo de dos cuadras para aprender jugando y fomentar el intercambio. El Festival contó con la participación de diferentes emprendimientos de tecnología, juegos de ingenio, reciclaje, expresión plástica, espectáculos artísticos y puestos de comida a cargo de tres locales patrocinadores del evento: Jugareté, La Alacena e Isidoro Restaurante. Pasaron por la actividad decenas de niños en lo que fue una verdadera fiesta.

Sofía Zunino integra Espacio abierto, un grupo de amigos y padres preocupados por las infancias que organizó el encuentro. Señaló que, más allá de que la cantidad de gente que asistió a la actividad “superó lo que se podían imaginar”, cree que la propuesta fue buena por la recepción de la gente, “los padres también acompañaron y disfrutaron mucho de todo lo había para hacer”, comentó a la diaria. El colectivo, que también integran Alicia Silva y Gabriel Bibbó, comenzó a reunirse hace un año pero esta es la primera actividad que logran concretar. Zunino remarcó que más allá del lugar, que fue la calle, lo primordial era el encuentro, “la instancia de compartir fue lo principal, porque se había perdido a raíz de las vivencias de pandemia”, expresó.

Zunino cree que no hay espacios dentro de la ciudad con una perspectiva hacia las infancias. En Salto existen muy pocas propuestas a nivel cultural, y “en general no hay una mirada social hacia la infancia, por ejemplo en la calidad de los espacios de juego en plazas o en los patios de las escuelas, no hay diversidad”, sentenció.

Para la organizadora “hay muchas cosas para ofrecer, más allá de los toboganes y las hamacas, en “Niñez a la calle” se demostró: los niños estuvieron jugando toda la tarde con materiales de construcción, con un caño de tubería cortado y unos codos”, ejemplificó.

“Como sociedad y desde el gobierno se debería ser un poco más crítico y pensar qué les estamos ofreciendo, si les damos la espalda, después ellos van a reproducir eso”, remarcó Zunino. Dijo también que luego del evento les llegaron muchos mensajes de agradecimiento, felicitaciones y el pedido de que se vuelva a organizar, “vamos a evaluar cómo viabilizar el pedido porque obviamente requiere un esfuerzo importante de gestión y recursos”, planteó, también insiste con la idea de que este problema existe en todo el país y estaría bueno que la actividad se desarrolle en otros lugares con el fin de visibilizar la problemática.

Consultada sobre qué sucesos dentro de la actividad le resultaron curiosos o anecdóticos, dijo que “el fútbol callejero que se armó fue mágico”, para ella “es la esencia de Niños a la calle”. Pero no solo los niños se divirtieron, “había una señora que tenía más de 80 años, su casa quedaba detrás del escenario y se puso a bailar las canciones de rock de Majo Hernández junto a los niños y niñas”, contó y agregó que hubo mucha “buena onda” de parte de todos los vecinos, “un vecino mayor nos dijo que lo llenó de energía la actividad”, remató.

A jugar

En el festival había puestos con distintas propuestas para los participantes. Se podía ver al llegar un puesto con información sobre reciclaje y unos diez niños que jugaban en la entrada con un gran caño de tubería, el juego consistía en que algunos se metían dentro y otros desde afuera lo giraban. También había cientos de dibujos hechos con tizas en el suelo y un gran papelógrafo en el que habían pintado miles de manitos grandes obras de arte con pintura. Una niña de tres años llamada Martina, dijo con voz muy bajita que le gustaba pintar con el color verde, y consecuentemente llenaba su hoja de este color.

Una de las actividades más populares fue el “Cohete Callenge”, que consistía en hacer despegar un cohete hecho con una botella de plástico reciclado, impulsada con presión de aire. La botella volaba por los aires y aterrizaba en la cabeza de algunos adultos que con humor y sorpresa la devolvían a los organizadores. El puesto era de Roboprok, un centro educativo que trabaja con metodologías STEAM (ciencia, tecnología, ingeniería, arte y mecánica). La institución es la primera escuela de robótica y programación del país, según apuntan en la página web.

Lucía Martínez, una de las personas a cargo del puesto, contó a la diaria que participó de una iniciativa de reconversión laboral que impulsó Abstracta, una empresa de testing de software de Salto y quedó seleccionada junto a otras diez mujeres, y desde entonces trabaja en Roboprok. Martínez, que había estudiado diseño de indumentaria, se reconvirtió para “estar informada de qué es lo que se viene” y “comprender el vínculo de sus hijas con la tecnología”. Martinez explicó que en Roboprok trabajan con “legos”, fabrican “piezas de robótica con una impresora 3D” y enseñan programación.

En el puesto de Roboprok algunos niños hacían cola para volar por los aires el cohete, otros cortaban formas en la masa con los moldes impresos por la impresora 3D que trabajaba incesantemente a un costado.

Más adelante había un puesto con juegos de ingenio, tres hermanos jugaban en un tablero de madera dividido en cuatro secciones con elásticos y fichas para tirar. El desafío era introducir la ficha en una pequeña abertura de la sección rival, y de cierta forma también no reventarle los dedos al oponente. María Auxiliadora, la hermana más grande, dijo que juega mucho en su casa y en la escuela, pero que a la calle no puede salir porque es peligroso, no se lo permiten.

Niñez a la calle, el sábado 16 en Salto.

Niñez a la calle, el sábado 16 en Salto.

Foto: Valentina León

Faustino, que estaba muy preocupado por encontrar el lugar donde pintaban la cara, contó que tampoco a él lo dejaban jugar en la calle porque “es peligroso”. “Hay una perra que muerde y también hay autos que me pueden atropellar o algo”, confesó con aflicción. Algo parecido dijo Alma que estaba “moldeando un nido” con arcilla: “A veces juego en la vereda” pero en general no “porque me puede chocar un auto”, explicó.

Desde las 18.00 horas se desarrollaron varios espectáculos artísticos con muy buena recepción de todos los presentes. Se presentó el grupo local MAPA, que hace canciones para las infancias, realizó su puesta en escena el dúo clown Compañía Delirante y cerró el show de Majo Hernández.

Paradójicamente, a poco de terminar la actividad en la cuadra menos concurrida, un auto obligó a quienes jugaban al fútbol a parar el juego y dejarlo pasar mientras corrían a los más pequeños. Incluso en una calle cortada los autos logran circular. Las grandes problemáticas que “Niños a la calle” dejó sobre la mesa es si todos y todas tenemos acceso a la ciudad y si está el espacio público pensado para las infancias. La mítica esposa de Ned Flanders, el vecino de Los Simpson, ya lo dijo: ¿Alguien por favor quiere pensar en los niños?