Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
El movimiento Un Solo Uruguay (USU) presentó candidaturas para los cargos de representación social en el directorio del BPS y obtuvo el correspondiente a las empresas, desplazando la tradicional presencia de las principales cámaras, que no habían tenido antes competencia. Esto abre una nueva etapa para el movimiento que se lanzó en enero de 2018, y sus dirigentes lo valoran como “un gran triunfo”. También implica, como se dice ahora, salir de una “zona de confort”.
El detonante de la formación de USU fue un conjunto de factores negativos para la producción agropecuaria que afectaron por extensión a sectores como los de comerciantes, transportistas y prestadores de diversos servicios profesionales. En un contexto de reclamos e intercambios se potenció el cuestionamiento a un aparato estatal al que se considera sobredimensionado por “los políticos” y “la burocracia”, y despilfarrador a costa del “país productivo”.
Las demandas de USU apuntan desde el comienzo a disminuciones directas del gasto público y políticas que reduzcan costos productivos, con especial énfasis en el precio del gasoil y de la energía eléctrica, la refinanciación de deudas y el aumento de la cotización del dólar para aumentar los ingresos de los exportadores.
No es un discurso muy distinto del de las grandes gremiales agropecuarias, pero presenta por lo menos tres diferencias importantes, que se potencian mutuamente. USU logró articular a partes considerables de otros sectores sociales, que consideran acertado su relato y se sienten representadas por sus reivindicaciones. Además, aplica una forma de funcionamiento bastante más informal y fluida, con mucha interacción en redes sociales. Por último, se relacionó desde una mayor distancia con las instituciones de gobierno, sin incorporarse a un entramado que muchos de sus seguidores rechazan o miran con gran desconfianza.
En lo que va del gobierno encabezado por Luis Lacalle Pou, USU había mantenido esa distancia y manifestado que muchas de sus expectativas de “reformas estructurales” no se cumplían. Sin compromisos institucionales, pudo mantener demandas simplistas y sostener que atenderlas resolvería los grandes problemas del país. Esto, a su vez, sostuvo la creencia de muchas personas en la bondad de propuestas que no se aplican.
La cuestión es que USU, con la decisión de disputar lugares de representación social en organismos públicos (además del BPS, ha manifestado su voluntad de competir por ese tipo de cargos en la conducción de la Junta Nacional de Salud y ASSE), dio un paso que lo pondrá a prueba.
En primer lugar, la posición que ocupará USU en el BPS es la empresarial, y esto acota tanto su perfil público como su convocatoria. En segundo lugar, el BPS le importa a la gran mayoría de la población por lo que paga y por los servicios que brinda, no por lo que pueda ahorrar. En tercer lugar, participar en la dirección de un ente autónomo implica negociar acuerdos y asumir responsabilidades colectivas; es muy difícil mantenerse en un papel puramente testimonial y reivindicativo, como el que esboza USU con relación a la reforma de la seguridad social. Todo será mucho más complejo que difundir proclamas.
Hasta mañana.