Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.
Ayer, cinco meses después de la entrega de casi 800.000 firmas por el referéndum sobre 135 artículos de la Ley de Urgente Consideración, el 8 de julio, llegó a su fin la tarea de verificación en la Corte Electoral. La cantidad de firmas validadas llegó a las 671.544 necesarias para que se realice la consulta popular, y no hizo falta continuar la revisión.
Fue un acontecimiento de enorme importancia, pero no hubo, como en julio, manifestaciones de los impulsores del referéndum en espacios públicos, y puede resultar llamativo que, después de haber festejado tan intensamente una posibilidad, la reacción mayoritaria ante su confirmación haya sido usar los celulares para enviar mensajes. Quizá lo que sucede es que hace cinco meses muchísimas personas superaron lo que sentían como una fuerte barrera, y ahora ya se acostumbraron a estar del otro lado.
De hecho, lo de julio ya tuvo consecuencias relevantes, como la decisión oficialista de postergar gran parte de su agenda, e incluso dejar de aplicar el procedimiento previsto en artículos impugnados de la LUC para fijar precios de los combustibles, que habría determinado sucesivos aumentos mensuales.
El referéndum se llevará a cabo el 27 de marzo, poco antes del final del plazo de que disponía la Corte Electoral a partir de ayer. Es razonable, porque convocar a una votación en los meses habituales de licencia veraniega habría dificultado la realización de las campañas por el Sí y el No a la anulación, y disminuido las posibilidades de que la ciudadanía les preste la atención debida.
La Comisión por el Sí, que es la continuidad de la que encabezó la recolección de firmas, realizará un acto central montevideano para iniciar esta nueva etapa el miércoles 15 de diciembre, en la explanada de la Universidad de la República, y allí resumirá las grandes líneas para lo que queda de campaña. También anunció ayer que presentará un recurso contra la decisión de la Corte Electoral de asignar al voto por la anulación de los 135 artículos papeletas rosadas, y al del No, celestes.
Tiene asidero la objeción a que una de las opciones utilice el color asociado con el país, que obviamente facilita algunas decisiones publicitarias, pero la cuestión no es fácil de resolver. Los colores posibles no son muchos, y casi todas sus combinaciones podrían ser consideradas desparejas, por distintos motivos.
Lo que está claro es que ambas partes ponen toneladas de carne en el asador. Es muy discutible que los 135 artículos cuestionados representen el meollo del programa oficialista (ya que, por ejemplo, no abarcan cuestiones centrales para el país y su población como la política salarial, las políticas sociales o la inserción internacional), pero partidarios del Sí y del No plantean que es así.
Por lo tanto, gana terreno la noción de que el referéndum será una expresión de apoyo o de rechazo a todo lo que el gobierno nacional se propuso hacer. El problema, nada menor (para ambas partes), es que luego del 27 de marzo quedarán casi tres años antes de las elecciones de 2024, y carece de sentido pensar que, en ese largo período, el oficialismo debe tener carta blanca o abandonar todos sus planes.
Hasta mañana.