Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

A veces se llega al gobierno con ideas preconcebidas sobre determinados problemas y, cuando llega el momento de poner en práctica las soluciones que se creían obvias y eficaces, queda en evidencia que no lo eran. Al Frente Amplio (FA) le pasó en más de un área desde 2005. A las actuales autoridades les está pasando también. Nadie está, por supuesto, libre de prejuicios ideológicos; lo importante es la capacidad de reconocer la realidad y corregir errores.

En lo que tiene que ver con la tenencia de hijos de parejas separadas, una parte del actual oficialismo cree que el Poder Judicial, demasiado influido por la “ideología de género”, acepta con frecuencia los reclamos de madres taimadas, que presentan denuncias falsas contra los padres y logran despojarlos de sus derechos. Así, muchos (incluyendo al presidente Luis Lacalle Pou cuando era parlamentario) se convencieron de que es justo y necesario aprobar nuevas normas, para corregir ese sesgo y establecer la prioridad de la tenencia compartida.

En la actualidad el Senado tiene a estudio dos proyectos con tal intención, presentados por el Partido Nacional y Cabildo Abierto. Los han cuestionado legisladoras coloradas y la directora del Instituto Nacional de las Mujeres, Mónica Bottero, integrante del Partido Independiente. Desde el Consejo Nacional Consultivo Honorario de los Derechos del Niño y el Adolescente, presidido por el Ministerio de Educación y Cultura, se señaló que ambos proyectos tienen características “regresivas”, porque contemplan intereses adultos y “debilitan la protección de los derechos de niñas, niños y adolescentes”.

Ante esos aportes la senadora nacionalista Carmen Asiaín, coautora de una de las iniciativas, ya ha anunciado su disposición a modificarlo. Corresponde destacar esto, porque no siempre ocurre.

Otro tópico muy presente en el oficialismo sostiene que las políticas sociales aplicadas por los gobiernos del FA formaron un gran contingente de personas instaladas en la dependencia de transferencias estatales sin contrapartida. Sobre esa base, se alega que para disminuir la pobreza hacen falta, en cambio, incentivos a una actitud emprendedora de disposición al trabajo.

La evidencia indica, sin embargo, que la mayor parte de los ingresos de los hogares más pobres son laborales, que las personas en situación de pobreza muestran una sostenida tendencia a trabajar o buscar trabajo, y que el problema no es que sean vagas, sino que la oferta de empleo para ellas resulta insuficiente.

A su vez, la gran mayoría de las personas pobres que no tienen empleo ni lo buscan están aún en la infancia, o reciben jubilaciones muy bajas, o estudian o son mujeres dedicadas a tareas no remuneradas en el hogar (pese al generalizado prejuicio de que quienes no estudian ni trabajan son, básicamente, varones jóvenes que se la pasan en la calle haciendo macanas).

Ante la evidencia del error, se puede hacer como Asiaín o persistir de modo contumaz en el prejuicio. Está por verse qué actitud predomina entre quienes afirman que el problema de la gente pobre es que no quiere trabajar.

Hasta mañana.