Entre 1975 y 1979 decenas de cadáveres mutilados aparecieron en las costas de Rocha, Colonia, Montevideo y Maldonado. Muchos años después se confirmó que fueron víctimas de los “vuelos de la muerte”, pero en ese entonces las autoridades de la dictadura aseguraron que se trataba de ciudadanos de origen asiático, y los medios de prensa, tanto de la capital como de los pueblos involucrados, alimentaron ese relato. Era el Uruguay del miedo y el silencio de muchas personas y la complicidad de otras tantas. Y una cosa es lo que decían, cuando decían algo, aquellos periódicos que dos veces por semana se distribuían por los zaguanes de las casas, en los que la gente del pueblo habituaba enterarse de quien se casaba, tenía un accidente o se moría, y otra muy distinta lo que muchos tenían que pensar en lo más profundo de los silencios o comentándolo muy bajito con alguien de extrema confianza. Porque el tamaño del infierno de aquellos pueblos chicos podía terminar siendo demasiado grande.
En abril de 1976 los habitantes de Rocha se vieron estremecidos por la seguidilla de cadáveres que aparecieron en El Caracol, La Esmeralda, la Laguna de Rocha, Las Garzas y cerca del faro de José Ignacio.
“ÚLTIMO MOMENTO”, se lee en letras grandes en La Gaceta de Rocha del 22 de abril: “Al cierre de esta edición nos llega la noticia de que han aparecido en Costas de Garzón, dos cadáveres. Están en el lugar las autoridades correspondientes, esperándose novedades para las próximas horas”.
La Gaceta vio alterada su rutina informativa y dos días después, en la misma edición donde informa que “regresó de Montevideo el doctor Alberto Amaral y su señora” y afirma en la sección “Enfermos” que se encuentra “mejor en Montevideo el señor Leandro Gorgoroso”, revela que “son cinco los cadáveres” hallados. “Fueron exhibidos a la prensa y público de Rocha esta mañana”.
“Se trata de una mujer y cuatro hombres”, asegura la nota que ocupa la mitad de la portada, y cuenta que “con la presencia del Director del Hospital y Médico de Policía Dr. Mario Katz fueron mostrados uno por uno a la Prensa local y de Montevideo, cuyos cronistas se trasladaron expresamente”, además de la televisión y “autoridades civiles y militares de Rocha y Maldonado, como así numeroso público”. Agrega que “se pudo apreciar que es gente de facciones de Países Orientales, chinos o japoneses”, que “la muerte data de hace unos 20 días” y que, a pesar del “estado de mutilación a que fueron sometidos, si bien se encuentran en alto estado de descomposición, los cuerpos mantienen los rasgos más típicos sin haber sufrido mucho los efectos del mar”. “Todas las embajadas han sido puestas al tanto de este insuceso”, agrega.
El diario El Este, por su parte, informa sobre “un hombre aparentemente de nacionalidad uruguaya, desnudo, con evidentes signos de haber sido golpeado”, y otro “en evidente estado de descomposición que hace irreconocibles sus rasgos físicos”, y concluye que “no sería difícil que dichos cuerpos pudieran ser provenientes del vecino país arrojados por la marea en tierra uruguaya”.
“Clara nacionalidad oriental”
Al otro día informa que son “cinco cadáveres” los hallados, y que el doctor Mario Katz “efectuó un informe pormenorizado de las características de los asesinados de clara nacionalidad oriental” y que se encuentran “desnudos, vejados, golpeados, atados en algunos casos de pies y manos”. Más abajo, y en una letra bastante más grande que la del resto de la nota y que la del resto de otras notas de su portada, explican que “en el número de ayer se nos deslizó un error que queremos aclarar al manifestar que el primer asesinado tenía características de uruguayo (era de raza oriental) equivocando el término que queremos dejar perfectamente aclarado” y que “tampoco tenía nada que ver con el problema argentino”, ya que “los asesinados son de clara raza oriental (japoneses, chinos o coreanos)”, pretendiendo dejar “perfectamente aclarado este ‘gaffe’”. Y resume que “la muerte data más de 20 días, por lo cual el asesinato quién sabe dónde fue cometido”.
“Sigue el misterio en torno a los cadáveres”, reza un titular de La Gaceta del 26 de abril. “Antes de ser arrojados al mar fueron objetos de mutilaciones y vejaciones”, deja claro, pero “ahora el misterio surge en torno a su origen”. Asegura que “en nuestro país no hay una colonia de orientales tal que permita que cinco de sus miembros pasen desapercibidos”, y que si bien “en la Argentina y el sur de Brasil sí las hay muy numerosas no conocemos que a esta altura no sea notada la falta de esas cinco personas”. Y arriesga que si bien “lo de barco pirata suena a vacío, queda en pie que sea la secuela de una orgía de sangre y droga, o lo del motín”.
El 15 de mayo, “el diario de mayor circulación en el departamento”, La Palabra, da cuenta de que “ya van 8 cadáveres”, que “fue primero en las costas de Rocha” y “que ahora ya van 2 en las cercanías de Montevideo; el último de ellos con tatuajes que son muy corrientes en la gente de abordo”.
Tras una clausura por 20 ediciones, el 9 de abril había vuelto a las calles rochenses, con su tiraje de 3.000 ejemplares, El Civismo, el órgano oficial del Movimiento Nacional de Rocha. Ese número, el 246, del periódico que dirigía Carlos Julio Pereyra publicó en su primera página el decreto firmado por el presidente Juan María Bordaberry el 2 de octubre de 1975 que justifica la clausura porque en este “se publican notas que formulan conceptos lesivos al proceso de recuperación institucional por el que se viene logrando la actual situación de seguridad interna en una lucha permanente contra la acción conspirativa que ilegítimamente desarrollan las agrupaciones marxistas y otras que les son afines”.
No parecían imaginarse que en su edición del 8 de mayo iban a terminar escribiendo sobre lo que dieron en llamar “los sucesos de Rocha” y subrayando “el salvajismo, la crueldad y el sadismo que el hecho pone de manifiesto”, que “supera la imaginación más desbordada y le da al suceso un horroroso matiz de demencia”. También denuncia “la forma desaprensiva” con que “algún medio de información ha manejado el tema”. “Concretamente, nos ha sorprendido la forma en que el canal televisivo rochense publicitó y posteriormente mostró el horror del suceso”.
El siguiente número de El Civismo salió recién el 31 de mayo “por causa de la epidemia de gripe que ha alcanzado a algunos de los colaboradores de la imprenta”, según rezaba un recuadro en su portada.
Y también en su portada, bajo el título “Sacudimientos de horror”, informa a sus lectores que “en Buenos Aires fueron raptados y muertos los ciudadanos Zelmar Michelini y Héctor Gutiérrez Ruiz” y que esa fue “fría y escuetamente la noticia que propaló la prensa”, que aseguran que les provocó “estupor, indignación y asombro” y que con ella “termina de colmarse nuestra capacidad de asombro ante la oleada de vandalismo que desde hace mucho tiempo nos está azotando”. “Fueron primero los crímenes y los atentados cometidos por los tupamaros y aún en el momento en que estamos escribiendo la aparición en nuestras costas de cadáveres salvajemente mutilados y cuando el misterio aún está por develarse, los dos ciudadanos uruguayos aparecen acribillados a balazos”.
Las repercusiones del caso apenas llegaron a los medios del vecino departamento de Maldonado. “Tremendo drama”, titula el semanario Punta del Este del 28 de abril, que informa que “el dictamen forense permitió establecer que se trataba en su totalidad de personas pertenecientes a la raza amarilla, presumiblemente coreanos o chinos”.
Más generosa fue su cobertura de ese mismo día de la visita del presidente de Chile, el general Augusto Pinochet, quien “durante 4 días fue grato huésped de nuestro país”. “Mi contacto con el pueblo uruguayo me ha fortalecido, dijo Pinochet antes de emprender el retorno”, resume el pie de foto que ilustra la tapa.
También dio cuenta de que “la primera dama chilena, Señora Lucía Hiriart de Pinochet”, a quien definió como “símbolo de la mujer chilena”, visitó Punta del Este “en compañía de la esposa de nuestro Presidente Señora Josefina Herrán de Bordaberry” y que ambas “almorzaron en el Yatch Club” y recorrieron la ciudad, “eventualidad aprovechada por la Señora de Pinochet para adquirir recuerdos en negocios de la Avenida Gorlero”.
Durante lo que se dio en llamar Año de la Orientalidad, en 1975, el peso uruguayo fue reemplazado por el Nuevo Peso (N$). Como decía la publicidad que aparecía en los medios, se trataba de “un nuevo peso para un nuevo país”.
En 1976, La Colonia publica lo dispuesto por el Consejo de Seguridad Nacional, que “ante la constatación de abusos”, fija para bares y pizzerías el precio máximo a cobrar por un frankfurter en N$ 0,55 y en 0,35 la porción de muzzarella. También informa que las autoridades de la educación resolvieron eliminar a “los equipos o representaciones estudiantiles que participen en festivales de coros o competencias deportivas, si alguno de sus integrantes continúa usando el pelo largo”.
Y denuncia que monedas falsas de N$ 5 están circulando en Mercedes y en Montevideo, que están confeccionadas “en aluminio con un tenue baño dorado” y que “al golpe el ruido no es nítidamente metálico como las auténticas”.
El Eco de Nueva Palmira informa que la Junta de Vecinos decretó una nueva reglamentación que obliga a bares, confiterías, heladerías y hoteles a tener un baño para cada sexo. También publica avisos que dan cuenta de las cuatro salidas diarias de la ONDA hacia Montevideo y que Adán Callero no sólo vende televisores: también los arma a pedido. Y publica un boletín de la Jefatura de Policía de Colonia que dice que “habiéndose observado con frecuencia a parejas de jóvenes que en lugares públicos no se conducen en forma adecuada, exhorta a la población a guardar en los lugares indicados un comportamiento correcto, a fin de evitar la intervención policial”, ya que podrían estar infligiendo “el artículo 361 del Código Civil por ejecutar ademanes contrarios a la decencia pública”.
El kilo de matambre costaba N$ 1,65; el asado, 1,80. La suscripción mensual a El Eco, 0,70; un pasaje a Buenos Aires, N$ 35. Pero instalar el teléfono en las casas salía la friolera de 859,70.
El periódico Helvecia anunciaba la construcción de una terminal de ómnibus en Colonia y que en el club Artesano “habrá un campeonato de conga con miles de nuevos pesos en premios y donde además habrá té y chocolate”. También publica un comunicado de la Jefatura de Policía de Colonia que establece que para “solicitar cédula de identidad y renovación de la misma” será obligatorio ir “a la Seccional correspondiente acompañados por dos testigos” y que esta “expedirá una constancia de vecindad”. “Asimismo toda persona que cambie de domicilio deberá dar cuenta del mismo antes de los 10 días”.
La prensa local también destaca que “se reactualizarán estudios de factibilidad” para la construcción de un “gigantesco puente sobre el Río de la Plata” para unir a Colonia con Buenos Aires y que por el Primer Campeonato Nacional de selecciones policiales, la de Montevideo superó a la coloniense 3-2 en la Plaza de Deportes, donde la entrada valía 1 nuevo peso y era a beneficio del patronato de Encarcelados y Liberados.
En varios medios del departamento de Colonia aparece publicidad oficial en páginas enteras. En una de ellas, en la que se muestran muchas fotos con armas, un titular en letras gigantes reza “COMUNISMO ES VIOLENCIA” y “ALERTA AL PUEBLO ORIENTAL” que “el comunismo está oculto y espera”, y que “combatirlo en todos los frentes es un deber de patriotas”. En otra explica que “la acción delictiva de la conspiración contra la Patria coaligada con la complacencia de grupos políticos sin sentido nacional, obligó a disolver el parlamento y crear un Consejo de Estado para sacar al país de la parálisis”.
El titular principal de la portada de Helvecia del 21 de mayo reza: “Colonia: un trienio pleno de realizaciones” y da cuenta, como el resto de los medios, del “Tour Municipal” que contó, al decir del semanario Crónica, “con todas las características de una conferencia de prensa rodante”. “La Intendencia de Colonia reunió en la capital departamental un numeroso grupo de representantes de la prensa del departamento y un equipo de Canal 5 de TV de Montevideo” con el objetivo de “hacer conocer las numerosas obras en el último trienio”. Cuenta Crónica que para ese tour, encabezado por el intendente interventor coronel Yamandú Viglietti, que llevó a la prensa local por todas las localidades del departamento, la “Compañía de Ómnibus Colonia dispuso de su más moderna unidad, con los mejores adelantos de la industria automotriz”, que contaba “con un excelente servicio de bar y cafetería atendido por un experto en la materia”.
Según el cronista de Helvecia, visitaron la plaza de toros, que estaba “siendo objeto de limpieza y reparaciones para devolverle el esplendor de otrora”, vieron en Carmelo “varias obras en el puerto para amarre de yates” y en Ombúes de Lavalle pudieron “comprobar la funcionalidad de la maquinaria en actividad en las canteras de balasto”, además de disfrutar de un “excelente almuerzo preparado por las alumnas de la Escuela del Hogar”. Recorrieron la escuela 93 de Florencio Sánchez y las obras de Nueva Helvecia, para ser “obsequiados con una merienda bien servida” en la escuela del Hogar de Rosario. Realizaron una breve visita por Juan Lacaze y en la plaza de Tarariras apreciaron “una fuente de agua con luces de colores”.
Y tras una conferencia, “en una cena de agasajo a la prensa finalizó una jornada muy provechosa en lo que hace al conocimiento del pueblo” a través de sus medios.
“Todo de procedencia argentina”
Pero durante mayo también se había sacudido el pueblo por otras noticias. En la portada de La Colonia “las notas gráficas muestran el momento en que arriba al puerto local el topador del MTOP [Ministerio de Transporte y Obras Públicas] portando el cadáver de un hombre encontrado momentos antes en el río”, y confirma que su “aparición ha conmocionado, ya que se trata del noveno cuerpo que aparece en aguas uruguayas, sin saberse qué les ha pasado y quiénes son” y que “lo único seguro es que han sido terriblemente maltratados” y “no pudo tampoco ser identificado, ya que le falta parcialmente la cabeza y por su estado de descomposición se ha hecho difícil de sacarle las huellas digitales”.
Tres días después, “cuando todavía no se había acallado el eco asombrado que despertara en nuestra ciudad el macabro hallazgo”, dice La Colonia del 21 de mayo, “nuevamente la población se ve sacudida por la aparición de otro cadáver en costas colonienses”. “Esta vez fue en la playa Arenisca”, relata, y calcula que “su muerte lleva más de un mes y su identificación se estima como muy improbable”.
Ese mismo día salió el semanario Crónica y también habló de “esos misteriosos cadáveres” con los que “días atrás Colonia se vio convulsionada” y que tenían “las mismas características de los ocho anteriores, aparecidos en las costas de Rocha”. Se pregunta si “se podrá develar el misterio algún día de esas espantosas muertes” y arriesga que “se habló de un motín a bordo de un gran barco de origen asiático y cuyos tripulantes pudieron haber matado a la oficialidad, incluida la esposa del capitán” que sería el “único caso de mujeres a bordo”, pero que “la aparición posterior del cuerpo de otra mujer podría desechar esa tesitura”. “Mientras tanto el misterio sigue flotando sobre el Río de la Plata y las costas uruguayas”.
Cuando anunció en su portada la aparición del “undécimo cadáver”, La Colonia se limitó a publicar íntegro el comunicado de prensa de la Prefectura de Colonia, que precisa que mientras “realizaba una recorrida por la Isla López” encontró el “cadáver de una persona del sexo masculino, que vestía un pantalón marrón oscuro”, y que en esa prenda “encontraron $ 230 argentinos, un peine, cigarrillos y una hoja de afeitar, todo de procedencia argentina”.
“En las radios, cuando aparecieron los primeros cuerpos en Colonia y Rocha se pensaba que eran ciudadanos asiáticos que habían tenido una pelea en buques en el mar”, recuerda Nino Roselli, actual codirector de El Eco de Nueva Palmira, quien en ese entonces era un adolescente. “Había salido en El País y todos en principio creíamos eso, hasta que por allá surgieron algunos relatos de que podía tratarse de ciudadanos argentinos por una deducción teniendo en cuenta las corrientes de agua, que no podían entrar del mar para acá, sino que tenían que venir de río arriba”, dice, pero “así como llegó la información se cortó, y no supimos más nada hasta que con la reapertura democrática volvimos sobre el tema”.
De eso se enteró “leyendo las versiones de la época en algún diario de circulación nacional”, que “si te agarraba distraído, no era inverosímil”, dice Luis Udaquiola, que con 23 años era el director de El Eco de Rosario. “Sin embargo”, cuenta, “acababa de ocurrir el golpe de Estado en Argentina, nos había visitado Alfredo Stroessner, y la situación de los derechos humanos en Uruguay había sido denunciada en el Congreso de Estados Unidos, todo en marzo de 1976, por lo cual se podía pensar en otras hipótesis”.
“No recuerdo que fuera un tema de conversación corriente”, comenta, si bien “ya pasaron casi 50 años”, y agrega que “en el Río de la Plata acabábamos de estrenar una segunda dictadura” y que “en Buenos Aires ya vivían muchos colonienses”, y “otros asuntos emergentes en apariencia más graves terminaron relegando el tema de los cadáveres en la costa”, como “el asesinato de Michelini, Gutiérrez Ruiz y otros, la destitución de Bordaberry y el requerimiento de Wilson Ferreira y otros”. El 23 de marzo de ese año, que no dudó en calificar como “un año de mierda”, un día antes del golpe de Estado en Argentina, llegó a la redacción de El Eco una notificación del Batallón de Infantería 4 firmada por el teniente coronel Hugo Canobra.
En ella se establece que “como consecuencia de la situación política de la República Argentina” y en “previsión de un desenlace que lleve a situación de enfrentamiento”, “ese medio se servirá ajustarse a las siguientes disposiciones”. Por ejemplo “limitarse a difundir textualmente las noticias provenientes de la Capital de la República que ya hayan sido difundidas por otras agencias, no pudiendo efectuar comentarios sobre la situación”. Sin embargo, el comunicado permite como “única excepción” aquellos comentarios que expresen “el pesar en caso de derramamiento de sangre” y el “anhelo” de que el país “encuentre rápidamente la senda que conduzca a la felicidad de su pueblo”.
“Parece que algo no anda muy bien”
Entre 1978 y 1979 aparecieron los últimos cadáveres. Pero al menos en los medios no se vio reflejado el impacto que habían causado los hallazgos de 1976.
Un titular suelto en el diario La Palabra del 7 de abril de 1979 decía que “en El Caracol fue encontrado ayer un cadáver decapitado”, y más nada. Pero informaba que se “anuncia también en Rocha el aumento de la carne” y que “la carne, la leche, el pan, las verduras y las frutas aumentan cada día”, concluyendo que “parece que algo no anda muy bien”.
La preocupación de El Este venía en el mismo sentido. “No se sabe a cuánto ascenderá... así que un churrasco será en breve para millonarios”, expresaba. En vísperas del 1º de mayo, La Palabra decía que esa fecha “pasará en el Uruguay sin ninguna clase de novedades”, ya que “no se realizarán concentraciones obreras ni encendidas arengas como antes ocurría”. Parecía acallarse el eco de los gritos silenciosos pero desgarradores que traían las aguas, cuyas olas golpeaban las rocas una y otra vez como queriendo despertar a alguien.
Tuvieron que pasar muchos años para que sólo un puñado de esos cuerpos que fueron enterrados como NN fueran identificados, y que alguien, una hija, un hijo, una madre, una abuela, pudiera reconstruir su historia. Al resto es como si se los hubiera tragado, nuevamente, el mismo mar que los arrojó en nuestras costas.
Fuentes consultadas: relevamiento en la Biblioteca Nacional de El Este, La Palabra, La Gaceta y El Civismo de Rocha; El Eco, Crónicas, La Colonia y Helvecia de Colonia; y Punta del Este de Maldonado. Entrevistas del autor a Roselli y Udaquiola. Comunicado del Regimiento de Infantería 4.