Después de que en enero el rectorado de la Universidad de la República (Udelar) pidió a las facultades que prioricen las instancias de evaluación no presenciales para el período de exámenes de febrero, en la primera sesión del año del Consejo Directivo Central (CDC) se abordó la modalidad de trabajo de la institución para 2022. A propuesta del rector, Rodrigo Arim, y para dar “señales claras”, el CDC aprobó una resolución que definió “profundizar” el funcionamiento presencial de la Udelar a partir del inicio de cursos, tanto para las actividades de enseñanza como “en el plano institucional”. En suma, se reafirmó la vigencia de las disposiciones para el funcionamiento de la Universidad votadas en octubre del año pasado por las que, entre otros aspectos, se dispuso que las clases presenciales puedan tener un máximo de duración de 120 minutos, salvo que se destinen diez minutos a la ventilación del salón, lo que permite superar ese límite. Además, estableció “la obligatoriedad del trabajo presencial en horarios y lugares físicos habituales, sujetos exclusivamente a las restricciones que imponga” el Ministerio de Salud Pública.

En la sesión del CDC de este martes, Arim señaló que si la Udelar no prioriza las actividades de enseñanza presencial “los daños de largo plazo pueden ser grandes” y también contraproducentes con lo realizado por la institución hasta el momento. No obstante, el rector consideró que los protocolos sanitarios seguirán vigentes y que al inicio del primer semestre del año lectivo tendrán especial cuidado con los cursos teóricos de “250 o 300 estudiantes”, que seguramente sigan transcurriendo en la virtualidad, aunque no está prohibido que sean presenciales. “En otros momentos lo hemos hecho, pero en este momento no soy partidario de que la Udelar tenga criterios más restrictivos que los del funcionamiento general del país”, planteó.

Si bien el rector no descartó ir hacia una reducción de la actividad presencial “ante pequeños indicios de posibles cambios en la tendencia de la epidemia o la presencia de cierta sintomatología”, señaló que en las condiciones actuales “es bien relevante tener estudiantes, docentes y funcionarios viviendo cotidianamente en la institución”. Arim dijo que el nuevo escenario también implicará tomar nuevas medidas y en particular indicó que se deberá contemplar la situación de las personas inmunodeprimidas, para quienes no se realizaba ningún tratamiento diferencial antes de la pandemia.

“Cada vez que ha sido necesario he defendido generar restricciones y, además, sostener el funcionamiento institucional en plataformas digitales. Nunca he defendido que esa es una nueva normalidad. En todo caso, es un aprendizaje que habrá que usar de forma razonable en los contextos en que las ventajas asociadas a estas plataformas superan a los costos académicos, sociales, de socialización y de construcción institucional”, planteó el rector al CDC, y dijo que la medida en que las herramientas digitales sustituyen o complementan a la presencialidad es una discusión que la Universidad “se debe”. Según agregó, esa discusión tiene que ser “ordenada” y no puede orientarse en función de “preferencias individuales o de servicios” universitarios, más allá de que sí se debe aceptar “las diferencias propias de las áreas disciplinares y de los funcionamientos institucionales de los servicios”.

Preocupaciones

Precisamente, los órdenes estudiantil y docente se mostraron preocupados respecto de determinadas medidas adoptadas por algunos servicios universitarios. El consejero docente Gonzalo Salas planteó que es inadecuado que algunas facultades hayan fijado por su cuenta “protocolos específicos para el inicio de cursos”, por ejemplo, estableciendo la necesidad de dos metros de distancia entre estudiantes en el salón de clase, lo que “hace inviable la presencialidad para muchos de los cursos”. En suma, se mostró preocupado por que haya servicios que están “vendiendo” los cursos a los estudiantes “diciéndoles que van a poder egresar de una licenciatura sin pisar un salón de clases”. “Es posible que algunos piensen que se puede dar una formación enteramente no presencial, pero eso tenemos que discutirlo, porque es muy complejo”, dijo, y aclaró que ello “no quiere decir volver a 2019 ni pensar las actividades de enseñanza de la misma forma que antes de la pandemia, pero tampoco pensar que la Udelar se va a constituir en un espacio de formación virtual para algunas carreras”.

Por su parte, Andrés Fernández, integrante de la Federación de Estudiantes Universitarios del Uruguay, planteó que el orden estudiantil no sólo tiene preocupación por las clases, sino que “también es necesario recuperar espacios presenciales de convivencia entre estudiantes y entre los diversos órdenes”. Por ejemplo, habló de la necesidad de “recuperar las salas de lectura” y “el acceso más asiduo y fácil a la biblioteca”, ya que “no son cosas menores”.

El decano de la Facultad de Agronomía, Ariel Castro, planteó en el CDC que en la Udelar se generó una “inercia” marcada por la virtualidad, que será difícil de romper. Además, sostuvo que el tema “se está usando políticamente” y que “no por casualidad hay tantos planteos que hacen loas a la virtualidad”. Para el decano, es un argumento al que se apela como “una forma de resolver económicamente” y “generar un placebo a ciertas necesidades nacionales que requieren otro tipo de respuestas”. “La virtualidad es una solución económica y rápida, y no de fondo”, consideró.