Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

Ayer de mañana, cuando ya se estaba desarrollando la interpelación a la ministra Azucena Arbeleche, conducida por la diputada frenteamplista Bettiana Díaz, el presidente Luis Lacalle Pou dijo en Punta del Este que estaba por verse si “la razón última” del llamado a sala era realizar “un ejercicio político” o “algún tipo de planteo sobre el trabajo que el gobierno ya está haciendo” en lo relacionado con el salario, el empleo, la pobreza y la inflación.

Las dos cosas pueden coexistir y lo hacen. Se hicieron numerosos planteos durante la sesión, pero al mismo tiempo se llevó a cabo un ejercicio político programado de antemano. En la actualidad es raro que el desenlace de una interpelación dependa de revelaciones, argumentaciones y giros imprevistos a lo largo del debate.

Se ha hecho costumbre que las sesiones sean interrumpidas transitoriamente para la realización de conferencias de prensa. La prioridad es emitir mensajes hacia la población, con bastante independencia de las exposiciones en sala. Por lo general el resultado formal se conoce de antemano, las sesiones terminan muy tarde y los relatos empiezan a construirse antes de la votación final.

La moción de “total y absoluto respaldo” a Arbeleche se difundió bastante antes de que se agotara la extensa lista de oradores, al igual que la declaración del Frente Amplio (FA) expresando “profunda insatisfacción” con las explicaciones de la ministra. Nadie esperaba que algo de lo que quedaba por decir pudiera cambiar su decisión previa.

Por si acaso, Álvaro Delgado, secretario de Presidencia, se había reunido con Arbeleche y los senadores de la coalición de gobierno poco antes de que ingresaran a sala. Habrá sido para prevenir que alguien se manejara con un libreto propio, y quizá también para mostrar que sigue siendo el enlace entre Lacalle Pou y la bancada oficialista.

Díaz terminó su primera intervención, como es habitual, con preguntas dirigidas a la ministra, pero esta realizó luego una presentación que tenía preparada de antemano y que no respondía punto por punto a las 23 interrogantes formuladas por Díaz.

Las líneas argumentales de ambas partes no sorprendieron a nadie. Desde el FA se destacó que en este período de gobierno cayó el poder de compra de salarios, jubilaciones y pensiones, se aceleró el aumento de precios y aumentó la pobreza. Desde el oficialismo se alegó que el producto interno bruto ha crecido y que eso conduce a que haya más empleo, se recuperen los niveles de ingreso anteriores y disminuya la pobreza.

La otra prioridad gubernamental son las “reformas estructurales indispensables”, siempre insuficientes para el extremismo liberal. Lo que tiene para ofrecer Arbeleche en la materia es que se redujeron varios desembolsos estatales (por ejemplo, los destinados a sueldos y pasividades) y que no se quisieron aumentar los impuestos, aunque hayan aumentado como sin querer.

También era posible escribir la mayor parte de esta columna antes de que la interpelación terminara, e incluso antes de que comenzara. Lo que no es posible es prever que le cause algún beneficio a la gente desempleada, mal remunerada y con serias dificultades para llegar a fin de mes.

Hasta el lunes.