Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

A veces la agenda del sistema partidario resulta un poco decepcionante por cortoplacista, y dan ganas de que incorpore cuestiones más profundas, para el largo plazo. Sin embargo, cuando desde los partidos se aborda este tipo de cuestiones, el resultado puede ser aún más decepcionante.

En el oficialismo se identifica al descenso de la tasa de natalidad en Uruguay como una causa central de las dificultades que afronta el sistema de seguridad social, y desde hace meses se manejan distintas iniciativas para estimular el aumento de esa tasa. Quizá sea mejor describirlas antes de comentarlas.

La idea es que si hay más nacimientos crecerá la población económicamente activa, el sistema de seguridad social recibirá más aportes, y así estará en mejores condiciones para hacerle frente al incremento de la cantidad de personas retiradas, que tienden a vivir más años después de que dejan de trabajar.

Se asume, además, que la cantidad de nacimientos aumentaría si hubiera una combinación adecuada de incentivos económicos y políticas para facilitar un poco la tarea de hacerse cargo de niñas y niños pequeños.

En esa línea, el senador Guido Manini Ríos presentó una propuesta de mensaje al Poder Ejecutivo desde el Legislativo, para pedir un proyecto de ley que aumente los días de licencia por paternidad, disminuya más el impuesto a la renta de las personas físicas por cada hija o hijo, y otorgue beneficios tributarios a las empresas que ofrezcan a sus trabajadores servicios gratuitos de guardería o jardín de infantes.

Otros legisladores oficialistas venían considerando planteamientos similares, y desde el Frente Amplio ya hubo quienes adelantaron su apoyo a este tipo de medidas, que pasan por alto demasiados datos de la realidad social.

La tendencia a la disminución de la tasa de natalidad en Uruguay es de larga data, y en los últimos tiempos se ha acentuado, entre otras cosas, por dos grandes factores. Uno es que han cambiado los vínculos de pareja y está en claro declive el modelo tradicional de familia. Otro, más reciente, es que son menos los embarazos adolescentes, mucho más frecuentes en la población vulnerable y que contribuyen al incremento de la pobreza infantil.

Esto último tiene que ver con políticas públicas que contribuyeron a mejorar la calidad de vida de la gente. No sólo la de la infancia, sino también la de las mujeres, que se hacen cargo de una proporción desmesurada de los cuidados en general, y entre ellos del cuidado de hijas e hijos. Esta desproporción aumenta, además, para las mujeres más pobres y vulnerables.

La idea de modificar las tendencias demográficas para aliviar la situación fiscal menosprecia los derechos de las personas, y en especial los de las mujeres. Entre ellos, por supuesto, el derecho a tomar decisiones para llevar adelante proyectos de vida propios, con o sin descendencia biológica.

En 2014 Raúl Sendic dijo que consideraba necesario un aumento de la natalidad en sectores sociales capaces de sostener el crecimiento familiar, y comentó que eso no ocurría porque la clase media uruguaya, en vez de reproducirse, miraba televisión. Aquello fue penoso; lo de ahora es atroz.

Hasta el lunes.