Buenos días. Les comento algunas noticias que pueden leer hoy en la diaria.

El resultado electoral del balotaje en Argentina fue contundente. Las perspectivas para el país vecino, en cambio, son muy inciertas. Javier Milei le ganó a Sergio Massa por un amplio margen y está previsto que asuma la presidencia dentro de tres semanas, pero es mucho menos claro qué querrá hacer y qué podrá hacer.

Las dudas se deben en parte a que la futura oposición peronista será numerosa, contará con capacidad de movilización y tendrá como punto de apoyo social una polarización que no sólo se ha profundizado en este año electoral, sino que se puede profundizar aún más si el presidente electo intenta llevar a la práctica desde el inicio algunas de sus promesas. Pero aún más dudas surgen en lo referido al futuro oficialismo.

Las propuestas más resonantes planteadas por Milei en su campaña no pueden ser aprobadas sin una mayoría parlamentaria que está muy lejos del alcance de su partido, La Libertad Avanza (LLA). Todo indica que el resultado de la segunda vuelta se debió en gran medida al apoyo del expresidente Mauricio Macri, quien orquestó la reunión en su casa y el acuerdo entre Milei y Patricia Bullrich, tres días después de la primera vuelta. Según la versión del hoy presidente electo, aquel apoyo fue ofrecido sin ningún pedido de contrapartida, con el único objetivo de asegurar la victoria contra el peronismo (o, como prefieren decir los aliados, contra el kirchnerismo), pero ya en aquel momento estaba claro que la bancada de LLA no podía aprobar leyes por sí misma.

Lo que podrá hacer legalmente Milei desde la presidencia dependerá, por lo menos hasta que se vuelva a renovar parcialmente la integración del Congreso en 2025, de lo que estén dispuestos a votar sus aliados de ayer. Pero también está por verse en qué medida el próximo presidente aceptará la dependencia de Macri. Su breve y acelerada carrera política ha estado ligada a promesas de cambio radical que lo diferenciaron de todo el resto del elenco partidario, y es difícil imaginar que esté dispuesto a que sus votantes vean que esas promesas no se cumplen y que él no actúa en forma demasiado distinta de “la casta” a la que ha descalificado e insultado brutalmente.

Si el crecimiento político de Milei se debió en gran medida a rechazos y hartazgos ante los dos polos que en su momento encarnaron Macri y Cristina Fernández, pueden ser terribles para él las consecuencias de que “lo nuevo” se parezca mucho más de lo esperado a lo anterior, sin que las presuntas soluciones simples y drásticas aparezcan. Milei lo sabe, y anoche habló como si se dispusiera a cumplir con todo lo que prometió, afirmando que “no hay vuelta atrás” y que se propone avanzar rápido porque “no hay lugar para gradualismos”, “tibieza”, “medias tintas” y “cobardes”.

En una poco velada amenaza a la futura oposición, advirtió que será “implacable” con quienes “quieran utilizar la fuerza para defender sus privilegios”. Esto era previsible y es sin duda problemático, pero otro tema clave es cuál será la relación con el macrismo. El relato de Milei, reiterado añoche, es que Macri y Bullrich lo respaldaron por “patriotismo” y “generosidad” para que él hiciera cuanto quiere hacer. Cabe dudarlo.

Hasta mañana.